“Vamos a exportar los malls chinos a toda la región”, dice con entusiasmo Renzo Silva, el gerente general y fundador, junto a Lissette Díaz Stober, de DDI, la firma de gestión inmobiliaria detrás de la silenciosa e imparable arremetida de estas tiendas que en los últimos cinco años saltaron de los barrios a las grandes avenidas, convirtiéndose en uno de los actores del retail a los que miles de chilenos acuden día a día.

Según el empresario, tras la consolidación del modelo en Chile, que pasó de pequeños bazares regentados por sus propios dueños a grandes superficies, ahora viene su internalización. Y para eso ya están buscando locaciones y alianzas en Perú y México. Eso, para empezar. Porque en sus planes también figura abrir una oficina en Miami desde la cual prospectar otros mercados de América Latina donde los chinos puedan importar su enorme oferta de productos, sin grandes restricciones.

Los chinos traen todo directamente desde su país de origen y lo venden en sus locales, sin pagar mayores aranceles, sobretasas, ni pasar por intermediarios. Eso es lo que les permite llegar al público con precios bajos o al menos convenientes y con una capacidad de renovación de stock que sorprende en el retail tradicional. Y Alistore será la punta de lanza de la expansión por los países de América Latina donde el modelo sea replicable (ver recuadro).

En total, el grupo DDI maneja además de Alistore, las operaciones de otros “malls chinos” como Grupo Feliz, Nueva Era, Gran Shanghái y Muralla China, entre los más grandes.

Negocio familiar

Alistore partió el 2016 como un autoservicio que, a diferencia de otras tiendas chinas, se asemejaba más a las grandes superficies tradicionales con sus miles de productos diferentes ordenados en largos pasillos y cajas a la entrada. Con interiores de colores claros, un surtido que va desde muebles hasta textil, ferretería, hogar, electrónica, decoración e incluso alimentos envasados -todo made in China- la expansión de la firma recibió el impulso de la bajada de precio que se produjo en el negocio de las grandes superficies a contar de 2019, tras los saqueos del estallido social y el ingreso al mercado de varios locales más. La cadena de supermercados Montserrat, que bajó la cortina para siempre en 2021, puso en oferta 35 salas; mientras que Unimarc desocupó otras de su mayorista Alvi y de la tienda de conveniencia OK Market. Los “malls chinos” con Alistore a la cabeza, se quedaron con 12 de esas grandes superficies. Y dieron su gran salto adelante.

En 2020 los malls chinos entraron a los malls tradicionales: primero a Plaza Sur en San Bernardo y después a Puerta del Mar en La Serena, Mid Mall de Maipú y el power center de Curauma, con un local de 4.500 metros cuadrados. En conversaciones están otras locaciones.

“Se han aperturado más de 70 tiendas a nivel nacional bajo el concepto de Mall Chino, donde Alistore se lleva la mayor parte de los metros cuadrados arrendados. Las tiendas responden a locales de entre los 500 a 12.000 metros cuadrados”, explica Lissette Díaz.

La nueva cadena china

DDI espera cerrar este año con 80 tiendas chinas “al menos” bajo su gestión. Todas, para el negocio de las familias asiáticas residentes en Chile que participan en fondos de inversión privados que arma la inmobiliaria, manteniendo de paso la confidencialidad de la operación. Eso, porque una de las principales características de estos inversionistas es su interés por mantener la privacidad, algo que Silva admite como una de sus exigencias.

Con esos recursos, DDI se encarga de buscar los locales, acondicionarlos y representar a los chinos en toda la operación, aprovechando sus casi 15 años de experiencia en el mercado inmobiliario, donde son reconocidos por representar a los asiáticos.

Alistore opera como una gran marca paraguas, donde cada tienda tiene un RUT y dueño diferente, pero generalmente con lazos familiares entre sí (ver recuadro).

Silva reconoce que esos inversionistas son hoy sus principales clientes y explica que la relación se dio después de varios años de negocios con la importadora Pinmarkt, una de las mayoristas más grandes del mercado nacional y que es controlada por chinos.

Además de una traductora, otros cinco profesionales se encargan de la relación con los asiáticos y mantienen un staff de 25 personas a cargo de la administración de los centros comerciales y tiendas en el país.

Para la búsqueda de locaciones se apoyan también en corredores de propiedades tradicionales, especialmente en las regiones. Hace dos meses, encargaron a promotores inmobiliarios de Arica a Punta Arenas encontrar nada menos que 30 locales grandes para instalar una nueva cadena de retail, también de dueños chinos.

Silva no quiere adelantar de qué se trata, pero en regiones un corredor dijo a este medio que los locales que están buscando son para autoservicios. Algunos comentan que se trata de una cadena de supermercados, pero por las características exigidas algunos creen que se trata de nuevos malls chinos -en ciudades de regiones hay hasta cuatro por localidad- o una megaarremetida de Alistore.

Silva no quiere adelantar nada. Tampoco entrega cifras del negocio, pero de la frase “es difícil salir de un mall chino sin nada”, que suelta entremedio de la conversación con Pulso, se infiere que se trata de un buen negocio’. Tanto, que están buscando replicar el modelo en Perú y México.

“Es difícil salir de un mall chino sin nada”, dice el gerente general de DDI.

Con los ojos en la Alianza del Pacífico

Los países miembros de la Alianza del Pacífico -Chile, Colombia, México y Perú-, son los mercados que Silva identifica como “naturales” para la expansión del modelo de los “malls chinos”.

En todos estos países existen bajos aranceles, tratados de libre comercio, sistemas de protección a las inversiones y garantías similares para los inversionistas extranjeros.

Por ahora, DDI busca llegar a México y Perú, pero Colombia sería el más seguro próximo destino y después podrían sumar a otros mercados interesantes de la región. “Buscamos mercados donde los inversionistas puedan comerciar libremente”, resume el empresario.

Vienen de Zhejiang

De la provincia de Zhejiang, al suroeste de China, proviene la mayor parte de la nueva camada de comerciantes detrás de los “malls chinos”. Algunos son descendientes de las familias que se instalaron en las décadas pasadas en Estación Central, pero en los últimos años decenas de jóvenes con diversos grados de parentesco (Liu, Feng, Zhao, Chen, entre otros) han llegado al país en busca de fortuna.

Se caracterizan por su agresividad en el comercio y su tradicional forma de operar en redes familiares y de negocios donde la confianza es la base de toda la relación. Suelen colaborar entre ellos y son extremadamente reservados.