El ministro de Economía de Argentina, Sergio Massa, se comprometió el martes a utilizar “todas las herramientas” para contrarrestar una peligrosa depreciación de la moneda, la que ha caído a cerca de 500 pesos por dólar en los mercados marginales ante temores económicos más amplios. El peso en el popular mercado informal alcanzó un nivel piso histórico de 497 unidades por dólar, en un contexto de incertidumbre política a seis meses de elecciones presidenciales y de tensiones económicas, agravadas por una histórica sequía que impactará las exportaciones de un líder mundial vendedor de granos.
“La política cambiaria actual es insostenible”, dijo Ted Pincus del fondo de cobertura con sede en Suiza Mangart Capital. “Argentina está retrasando una devaluación inevitable y desperdiciando recursos preciosos en el proceso”.
La moneda alcanzó un mínimo histórico debido a que el mercado oficial de divisas está bajo estrictos controles cambiarios. La actual cotización se ubica muy por debajo de los 400 pesos por dólar anotados hace poco más de una semana y frente a un tipo de cambio oficial de unos 221 pesos. La caída tope intradiaria de 7,04% anotada fue la más fuerte en nueve meses. La brecha entre el cambio informal y oficial del 125% es la más alta desde agosto del año pasado.
La baja del peso agrega más presión al gobierno de Alberto Fernández para que devalúe la moneda, la que es sostenida por la intervención del banco central (BCRA). El BCRA intervino con fuerza en los mercados alternativos de cambio para frenar el derrumbe del peso mediante ventas de bonos para dar tranquilidad al mercado, afirmaron operadores.
La devaluación de la moneda podría ayudar a reducir el déficit comercial al impulsar las exportaciones, incluidas las de granos, un sector que ya tiene un intercambio preferencial. Sin embargo, también reduciría drásticamente el valor real de los ahorros y ejercería presión sobre los precios, especialmente de los bienes importados, lo que elevaría la inflación ya por las nubes.
La semana pasada, el Banco Central elevó su tasa de interés de referencia en 300 puntos básicos a 81% luego de que la inflación superara las expectativas en marzo al 7,7%, el aumento mensual más rápido en dos décadas.
Fernández dijo la semana pasada que no se postulará para la reelección en octubre lo que podría darle lugar a promulgar alguna medida impopular.
Los ahorros y los salarios están siendo “destruidos” por el alza del dólar, dijo Diego Traverso, ingeniero de sistemas. “Los aumentos programados se cayeron por la borda. En las últimas 24 horas todo se vino abajo”, afirmó.
Massa se comprometió a poner en orden una “situación atípica” relacionada con lo que calificó de “rumores e informes falsos” que pesan sobre instrumentos financieros vinculados al dólar, sin precisar cuáles eran esos informes, mientras que Fernández culpó a la derecha argentina y dijo sin nombrar a nadie que “siempre han ido al exterior a hablar en contra de los gobiernos populares”.
“Han abundado los rumores de una devaluación en Argentina desde que Fernández llegó a la presidencia. Sin embargo, a pesar de lo que la lógica económica sugeriría, no ha pasado”, dijo Carlos de Souza, estratega de deuda de mercados emergentes y portfolio manager en Vontobel Asset Management.
“Me sorprendería mucho si este Gobierno devalúa la tasa de cambio oficial antes de la elección presidencial, pero es probablemente una de las primeras cosas que el próximo Gobierno tendrá que hacer”.
El ministro de Economía dijo este martes que el país informó al Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre las restricciones que sufre el país y afirmó que las van a cambiar en una rediscusión del programa acordado. En medio de una fuerte caída del peso en los últimos días, el funcionario dijo en Twitter que Argentina va a continuar buscando acuerdos con multilaterales, con exportadores y con el FMI para fortalecer las menguadas reservas del banco central.
Por su parte el FMI señaló que los técnicos están trabajando con funcionarios de Argentina para “fortalecer el programa económico” por 44.000 millones de dólares tras los efectos que generó en las finanzas la histórica sequía que sufrió el país.
Atrapado en neutral
Datos reportados esta semana mostraron que la actividad económica mensual permaneció estable en febrero, incluso cuando se expandió 0,2% anualizado, mientras que la semana pasada la balanza comercial mostró un inesperado déficit de 1.100 millones de dólares, agregando presión a la moneda.
“A pesar de que la actividad subió en enero y permaneció estable en febrero, en nuestra evaluación la fuerte desaceleración vista a fines del 2022 continuará”, dijo Sergio Armella, de Goldman Sachs, en una nota a clientes.
“Una mala cosecha, escasas reservas de divisas y controles a la importación, y viento en contra de una muy elevada inflación y crecientes desequilibrios y distorsiones macroeconómicas deberían mantener débiles a los datos de actividad real a lo largo del 2023″.
Se espera que la actividad económica se contraiga 2,3% este año, la peor expectativa entre países del G20, con una inflación prevista en más de 100% para fin de año, según estimaciones medianas de economistas encuestados hace semanas. En tanto, los indicadores negativos han enturbiado el agua en Buenos Aires. A la par del derrumbe del peso, han circulado rumores de una creciente presión política sobre el ministro Massa y el titular del banco central Miguel Pesce, obligando a funcionarios a salir a desmentir las versiones y actos públicos de solidaridad.
La economía de Argentina ha luchado para recomponer sus reservas de dólares mientras caen sus exportaciones agrícolas, hasta el punto de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo una vara ya baja para la meta de reservas que forma parte de un programa de financiación de 44.000 millones de dólares.
JP.Morgan dijo el viernes que Argentina también incumplió su meta fiscal acordada con el FMI para fines de marzo y agregó que el Gobierno pedirá una exención formal del Fondo “como también una probable relajación de la meta anual de déficit primario del PIB de 1,9% para el 2023 en la próxima revisión”.
Si bien los rumores de una devaluación están en el mercado, el impacto de corto plazo en una ya elevada inflación hacen de la medida un suicidio político a medio año de elecciones presidenciales.
Una devaluación “vendrá al costo de hacer subir aun más la inflación en el corto plazo, pero es necesaria para restaurar competitividad externa y ayudar a Argentina a hacer correr los superávit de cuenta corriente que necesita para recomponer sus reservas de divisas”, dijo Kimberley Sperrfechter, economista especializada en Latinoamérica en Capital Economics en una nota. Está claro, escribió, que el peso “está fundamentalmente mal alineado”.