La Federación Única de Petroleros de Brasil (FUP) convocó una huelga de 72 horas a partir del miércoles, que podría tomar el relevo de la agitación social en Brasil en momentos en que refluye una huelga de camioneros.
La FUP exige la disminución de los precios del gas de cocina y de los combustibles, el fin de la venta de activos de Petrobras y la renuncia del presidente de la estatal, Pedro Parente.
Rechaza además cualquier eventual tentativa de privatización de Petrobras y pide "la preservación de empleos, el reinicio de la producción en las refinerías y el fin de las importaciones de derivados del petróleo".
"La actual política de reajustes de los derivados del petróleo que causó la disparada de los precios de los combustibles es reflejo directo del mayor desmonte de la historia de Petrobras. Los culpados por el caos son Pedro Parente y (el Presidente) Michel Temer", afirma un comunicado de la FUP.
Los petroleros sostienen que se trata de una paralización "de advertencia", alineada en una agenda de acciones que derivará en una huelga por tiempo indeterminado.
Diversas centrales sindicales como CUT, Força Sindical, UGT, CTB, Nueva Central y CSB manifestaron este martes su apoyo.
"Entendemos que las reivindicaciones de los petroleros son justas y apuntan a la necesidad de proteger a Petrobras de la especulación financiera y de su venta a multinacionales", proclama el comunicado.
El anuncio no pareció amedrentar a los inversores, que este martes compraron masivamente acciones de Petrobras, resarciendo parcialmente, con un alza de 14%, los derrumbes de la última semana.
El jefe de gabinete de Temer, Eliseu Padilha, descartó una partida de Parente, a quien calificó como "un gestor eficaz y eficiente".
Parente asumió la presidencia de Petrobras en 2016, luego de que el grupo se viera en el centro del extenso esquema de corrupción desvendado en la Operación Lava Jato, que en los últimos años llevó a importantes figuras de la escena política y empresarial tras las rejas.
Parente centró su gestión en el restableecimiento de las finanzas y de la credibilidad de la empresa. Recurrió para ello a una "transparencia" de precios, ajustando las tarifas diariamente en función de las cotizaciones del mercado internacional.
Fue precisamente esa política la que llevó a los camioneros a bloquear carreteras y paralizar el país, ante la disparada dE los precios del diésel.
Para restablecer las cuentas, Petrobras lanzó además una venta masiva de activos considerados no esenciales por la firma.
La estatal cerró 2017 con pérdidas netas de US$139,7 millones, en su cuarto ejercicio anual negativo consecutivo. Pero el rojo se explicó principalmente por el pago de una multa de US$2.950 millones, para cerrar litigios con acreedores perjudicados por el escándalo de corrupción.