Este domingo Jair Bolsonaro venció en las elecciones presidenciales de Brasil, obteniendo el 55% de los votos, resultado que lo separa por un amplio margen de su competidor, Fernando Haddad.
Más allá de lo controvertido de sus declaraciones en diversos ámbitos, si se aíslan y analizan sus propuestas económicas, es posible destacar varias de ellas. El plan, elaborado por el economista de Chicago Paulo Guedes, busca retomar el crecimiento económico y a su vez, mejorar la situación fiscal, reduciendo la deuda pública, uno de los principales problemas de dicho país. Para conseguirlo, el programa menciona un ambicioso control del gasto público; una reforma previsional, donde propone la instauración de un modelo de capitalización que se introduciría de forma paulatina y con la opción de elegir entre el antiguo y el nuevo sistema para quienes ya cotizan; una mayor apertura comercial; una fuerte reducción y simplificación de la tasa de impuesto a las empresas y las personas; implementar la autonomía del Banco Central; y un plan de privatización de empresas estatales.
El conjunto de las reformas no difieren mucho de las que tomó Chile a fines de los años '70, y que resultaron ser las bases de un modelo económico que a todas luces ha sido exitoso. El mismo Guedes dijo esta semana que "para nosotros (Chile) es un modelo".
Se trata, eso sí, de un plan sumamente ambicioso, y por lo mismo, la gran incógnita apunta a qué capacidad tenga Bolsonaro de implementar estas medidas.
Las principales dudas se refieren al nivel de convicción del mismo Bolsonaro, y su círculo más cercano, sobre un programa como este, fuertemente liberal en lo económico. Tanto él, como su círculo, tienen un pasado más asociado a una visión económica estatista. Por lo mismo, su eventual futuro ministro de Hacienda, Paulo Guedes, no la tendrá sencilla a la hora de implementar estas medidas y, sin duda, deberá enfrentar una fuerte presión tanto externa como interna.