El plan de la administración Trump de mantener abiertas las centrales eléctricas que están perdiendo dinero salvaría empleos en la minería del carbón pero, al mismo tiempo, provocaría una mayor contaminación que podría costar vidas, según un nuevo análisis.

Por cada 4,5 empleos en la minería de carbón respaldados por la política redactada, un estadounidense moriría por el aumento de la contaminación del aire ligado a la generación de electricidad a partir del combustible fósil, según un modelo del grupo independiente de investigación sin fines de lucro Resources for the Future.

La evaluación es una de las primeras miradas generales sobre las posibles consecuencias ambientales del plan en desarrollo de la administración Trump para apuntalar las plantas de energía nuclear y carbón que se encuentran en riesgo de cerrar en medio de la competencia de las fuentes más baratas de energía renovable y gas natural. El presidente Donald Trump ordenó a su secretario de Energía tomar medidas inmediatas para detener el cierre de plantas eléctricas el 1 de junio, y funcionarios de la administración han estado evaluando un plan para exigir compras de energía de instalaciones designadas en riesgo con el fin de mantenerlas en operación durante los próximos dos años.

Incluso bajo "suposiciones moderadas", la estrategia "provocaría un estimado de entre 353 y 815 muertes prematuras adicionales en Estados Unidos por las emisiones de dióxido de azufre y óxido de nitrógeno de las centrales eléctricas", señala el análisis, encabezado por Daniel Shawhan, investigador invitado de Resources for the Future.

La contaminación por óxido de nitrógeno y dióxido de azufre está relacionada con infecciones respiratorias, asma y deterioro de la función pulmonar. Los requisitos federales para controles de contaminación en las centrales eléctricas a carbón se han justificado en parte por la prevención de muertes prematuras.

La evaluación de Resources for the Future supone que las posibles medidas de la administración Trump retrasarían el cierre de un promedio de 7.800 megavatios –alrededor de un 3% – de la capacidad de generación a carbón de EE.UU. y 1.100 MW –o un 1%– de la capacidad nuclear estadounidense. Según los modelos de la dispersión de la contaminación del aire y el sector eléctrico, los analistas dijeron que la posible intervención podría retrasar, al menos hasta 2021, el anunciado retiro de todas, con excepción de dos, las unidades de generación de energía nuclear y a carbón de menor envergadura que están en vías de cerrar entre mediados de 2018 y 2020.

El resultado serían 38 teravatios-hora adicionales de electricidad a partir del carbón y 17 teravatios-hora adicionales de generación nuclear, junto con una reducción de 53 teravatios-hora en electricidad a partir de gas natural, según el análisis.

Los funcionarios de la administración aún evalúan la estrategia exacta como parte de una revisión interinstitucional, por lo que la posible intervención, y el potencial resultado, podría cambiar. Aunque la energía nuclear no genera dióxido de carbono que impulse el cambio climático, la quema de carbón sí lo hace, y la posible intervención federal aumentaría esas emisiones en 22 millones de toneladas cortas en dos años, según el análisis.

La administración está justificando su intento de subsidiar las plantas a carbón y energía nuclear por razones de seguridad nacional, y Trump promovió el carbón como sistema a prueba de bombas durante una visita a una cena benéfica en Virginia Occidental el martes. "Bombardean un ducto y ese es el final del ducto", dijo Trump. "Con el carbón, eso es indestructible".

El esfuerzo también se alinea con las promesas de campaña de Trump para ahorrar carbón. Según el análisis de RFF, la intervención ayudaría a mantener aproximadamente 595 empleos en minas de carbón durante el primer año.