Pobreza: el peligro que enfrenta cerca de la mitad de la población en Chile

Encuesta Casen 2017 devela baja en la pobreza

La Ocde alertaba en marzo que el 53% de los chilenos está en riesgo de caer en la pobreza si deja de percibir por tres meses sus ingresos. El escenario hipotético de entonces hoy se ve como una posible realidad para una gran cantidad de personas. La Cepal ha anticipado que un millón de ciudadanos del país podrían caer este año bajo la línea de la pobreza. Desde Techo ven que los campamentos se dispararán y expertos estiman que las ayudas del gobierno no son suficientes para evitar esto


LA pobreza nunca se fue del todo de Chile, a pesar de que disminuyó en forma muy relevante en las últimas décadas, pasando del 68% de la población en 1990 al 8,6% en la última medición, de 2017. Sin embargo, ahora parece -como nunca desde el regreso de la democracia- que volverá a ganar protagonismo, debido a la crisis económica causada por el coronavirus y, anterior a eso, a la crisis social.

La primera entidad que alertó sobre esto fue la Cepal, que hace un par de semanas indicó que la tasa de población viviendo bajo la línea de la pobreza podría escalar hasta el 13,7% durante este año en el peor escenario, lo que representaría un aumento de casi un millón de personas, considerando la población actual.

Luego de que se decretara la cuarentena total en la Región Metropolitana, y que los casos de contagiados sigan aumentando, la preocupación por el tema ha ido escalando.

De acuerdo al informe “How’s Life” de la Ocde, publicado a mediados de marzo, el 53% de la población chilena está en riesgo de caer en la pobreza si tuviera que renunciar a tres meses de sus ingresos, el quinto país del bloque con el mayor porcentaje y lejos del 36% que promedia todo el grupo. En ese momento lo que se planteaba era una situación hipotética, pero hoy es una posible realidad que afrontarán muchas personas en el país.

Ya en abril se comenzaron a ver algunos datos al respecto. El nuevo sondeo sobre el empleo del Centro de Encuestas UC mostró que la desocupación ya se empina hasta el 9,7%, cerca de 876 mil personas. Además, el 55% de todos los encuestados indicó que los ingresos de su hogar bajaron en abril en relación al mismo mes del año pasado.

“A diferencia de las crisis que hemos experimentado en el pasado, la situación actual afecta también al sector de servicios, que comprende los servicios personales, educación, salud, entre otros. Este sector tiende a ser relativamente estable y representa cerca del 44% del empleo y es un 46% del PIB”, advierte el investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP), Alfonso Fuentes.

En este contexto, la atención ha estado puesta en la ayuda que el Estado está entregando a las personas, en especial a las más vulnerables. Para el segmento de trabajadores informales (28,9% de los ocupados según el INE), el gobierno logró aprobar en el Congreso el Ingreso Familiar de Emergencia, que consiste en un subsidio de $ 65 mil por persona en el primer mes, $ 55.250 en el segundo y $ 45.500 en el tercero. El problema es que ese monto es inferior a la línea de extrema pobreza calculada por el Ministerio de Desarrollo Social, la cual llega a $ 114.075 por persona, equivalente de un hogar medio, con datos a abril. Y, obviamente, también está muy lejos de la línea de pobreza, que es de $ 171.113. Esos cálculos también fijan la canasta básica de alimentos en $ 46.070, considerando el consumo de 2 mil calorías promedio por persona.

De esta forma, las familias que reciban ese subsidio, si no tienen otro ingreso, caerían bajo la extrema pobreza (al menos mientras dure la crisis), estatus donde, según la última encuesta Casen, solo está el 2,3% de la población. Así, es crítico el cambio que se generaría en el perfil de pobreza en el país cuando se vuelva a tomar la Encuesta Casen en noviembre de este año, considerando que los cálculos del gobierno apuntan a que este ingreso de emergencia lo recibirían cerca de 2 millones de hogares.

“La crisis que enfrentamos actualmente, sin duda, afecta de forma más cruda a quienes tienen menos recursos, por lo que gran parte de nuestros esfuerzos están concentrados precisamente en ir en apoyo de los que lo están pasando peor en este difícil escenario sanitario y socioeconómico. Todos estos esfuerzos apuntan a mitigar el impacto de esta difícil situación en las familias más vulnerables en su empleo, ingresos y bienestar general, y con ello poder contener el potencial aumento en la pobreza que esta crisis podría tener”, señala la subsecretaria de Evaluación Social, Alejandra Candia.

La autoridad destaca que, además del ingreso de emergencia, el gobierno entregó el bono Covid (que es por una vez), promulgó el Ingreso Mínimo Garantizado (IMG) y la Ley de Protección al Empleo, para contener las alzas en la desocupación y que entrega ingresos a través del Seguro de Cesantía. Asimismo, agrega que “sabemos que este es un proceso dinámico, donde no descartamos la creación de nuevas medidas o nuevos apoyos para hacer frente al complejo escenario que se puede avecinar”.

El exjefe de asesores del Ministerio de Hacienda y actual investigador de Clapes UC, Hermann González, añade que “el aumento del desempleo y la pobreza revelan el enorme impacto social que tendrá esta crisis, además del sanitario y económico. La caída del producto este año en Chile será la mayor desde 1983 y la recuperación será más lenta de lo que se preveía hasta hace muy poco, prolongando el daño económico y social de esta pandemia (...). Las medidas que ha tomado el gobierno hasta la fecha apuntan a atenuar estos efectos sobre las familias, pero no impedirán un alza de la pobreza. Hacia adelante, lo clave es que se hagan todos los esfuerzos para que la economía vuelva a crecer y crear empleos, porque esa es la única forma de reducir la pobreza de forma sostenible”.

Para Andrea Repetto, académica de la UAI y presidenta de la Fundación para la Superación de la Pobreza, “los fondos asignados por el gobierno para complementar los ingresos de las familias cuyos ingresos son informales no alcanzan para financiar los gastos más necesarios de las familias más vulnerables, monto que es menor al de la línea de la pobreza. Tampoco tiene la cobertura social que uno hubiese logrado con más recursos, y alcanzar así a las familias que están en vulnerabilidad a la pobreza”. Por esto, la experta -que firmó con otros economistas, entre los que están José De Gregorio y Sebastián Edwards un documento en el que se pide el uso de más recursos para enfrentar la crisis-, dice que las medidas del gobierno se deben complementar con nuevos bonos, que permitan a las familias pasar un periodo más largo sin la posibilidad de generar ingresos, que no sean decrecientes ni a los que se deba postular, como es el caso del ingreso de emergencia. “Si no, se arriesga que a pesar de los costos sociales y económicos que significan las cuarentenas, no se logre toda la efectividad esperada de la medida en contener los contagios”, puntualiza.

Pobreza extrema

La falta de ingresos también podría aumentar de forma violenta los campamentos en el país, los cuales de hecho ya se habían elevado de modo relevante en los últimos meses, tras el 18 de octubre.

“Estamos ante un escenario social y económico que se suma al escenario sanitario y a la crisis sociopolítica de la cual venimos desde octubre pasado, que va a agudizar los niveles de precariedad de la población chilena. En tal sentido, hay que analizar tres grupos, el de extrema pobreza, el que está bajo la línea de pobreza (pero sobre la extrema), que son grupos que efectivamente han ido disminuyendo en el tiempo, pero oculta toda la gravedad que significa el tercer grupo: la alta población que tenemos en condiciones de vulnerabilidad”, indica el director ejecutivo de Techo, Sebastián Bowen, y añade que “lo que está sucediendo hoy es que ante la pérdida de empleo, la presencia de enfermedades, y una situación de crisis económica, esa población que se encontraba en situación de vulnerabilidad va a volver a entrar bajo la línea de la pobreza”.

El representante de la ONG afirma que entre 2011 y el año pasado los campamentos han aumentado en Chile un 22%, llegando a 47 mil hogares y que, tras la crisis social, el número estaría acercándose -en los primeros análisis- a 52 mil familias o más, “y lo más probable es que en el contexto post Covid esto se va a disparar. Es tanto lo que va a aumentar, que no tengo certeza de cuál es el margen de la cifra, podríamos pasar perfectamente los 100 mil hogares y tal vez a muchos más”.

El experto agrega que, si bien las medidas del gobierno “sin duda son una ayuda, no son medidas a la altura de la crisis que estamos pasando hoy”. Esto, señala, porque es justamente la población más vulnerable la que menos probabilidades tiene de poder seguir las pautas de acción preventivas: no puede mantener la distancia en sus casas porque vive hacinada, no tienen casas o viven en campamentos. Esto hace que sea la población más vulnerable también al contagio.

Para contextualizar lo anterior, Techo con la Fundación Vivienda realizaron un “Mapa de Vulnerabilidad Social frente al Covid-19” en la Región Metropolitana, en el que se consideraron tres variables: hacinamiento total por comuna, disponibilidad de camas UCI y ventiladores mecánicos, y la población del 40% más vulnerable, que refleja justamente la alta vulnerabilidad en la que están particularmente las comunas de la zona sur de Santiago (ver infografía).

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