Tres años después de haber abandonado el directorio que presidió por 28 años, Julio Ponce, controlador del grupo Pampa -actual mayor accionista de la firma-, está de regreso en las oficinas de la SQM. Lo hace junto con su hermano Eugenio, quien también encabezó durante dos años la testera de la minera no metálica hasta la última junta de accionistas, a fines de abril. Su arribo se produce luego que el directorio, de manera unánime, acordara ambos fichajes con el fin de apoyar a la administración en temas estratégicos.
Esto se definió en la reunión de directorio -la primera con su nueva composición, presidida por el ex timonel de la CPC, Alberto Salas- realizada el 23 de mayo. Esto generó el rechazo transversal del mundo privado (dirigentes empresariales) y político. Por cierto también de Eduardo Bitran.
Más allá del ruido que ha generado, lo importante es que se cumpla la legislación, los acuerdos, los contratos. Y en este caso, Corfo es el encargado de revisar ese proceso, y de acuerdo a lo manifestado por la entidad, la contratación cumple lo acordado. Nadie podría dudar de que tanto Julio Ponce como su hermano Eugenio están calificados para prestar asesoría a una empresa del área. Por lo tanto, si no incumple el contrato -lo que le cabe verificar a la Corfo- no debe haber problema.
Tampoco suena un argumento razonable la crítica realizada por el líder de la Sofofa, Bernardo Larraín, en cuanto a que es una mala práctica empresarial en sociedades anónimas abiertas con accionistas minoritarios, que legítimos derechos de accionistas controladores o relevantes, se ejerzan a través de instancias distintas del directorio, comités de directores o juntas de accionistas.
Dicha posición es inconsistente con la realidad de muchas empresas -algunas emblemáticas- en Chile que tienen a familiares como asesores, gerentes o en en algún puesto en las compañías. No sólo en el directorio. Por lo tanto, ese criterio no debería ponerse sobre la mesa, a no ser que desde ahora sea una política exigida por la Sofofa a sus socios.