El negocio de Poliglota es sencillo: aprendizaje de idiomas. El pequeño detalle es que, hasta hace algunos meses, el modelo se basaba en las clases presenciales entre alumnos y un profesor al interior de un café. Estaban con presencia en Chile, México y Perú. Creciendo y creciendo. Wayra y Mountain Nazca -sus inversionistas- estaban felices.
El estallido social de octubre fue el preaviso de que quizás había que ajustar algo. Tenían convenios con una red de cientos de cafeterías, más de 1.800 sesiones paralelas y varios miles de alumnos. “Pero llegó el Covid y cambió todo”, dice Nicolás Fuenzalida, cofundador y gerente comercial Global B2B de Poliglota. Ir a tomar un espresso a un lugar público parecía ridículo bajo cuarentena. Diez años de emprendimiento podían caer en una enfermedad sin cura.
“Sin embargo, teníamos un sistema muy social e interactivo, con un gran desarrollo tecnológico. El corazón de todo es el método que ocupamos para enseñar, medir el aprendizaje, monitorearlo y hacer ajustes. Nuestra obsesión es el impacto para que las personas cumplan sus metas. Ese es el verdadero valor de nuestro algoritmo”, refuerza, como recitando un mantra.
Con la crisis social aprendieron la importancia de la flexibilidad en los cursos, tanto en los horarios de reunión como en los lugares. Fue cuando, además, comenzaron a probar algunas cosas en línea. Y llegó la pandemia. “Rápidamente aceleramos el proyecto de clases online, ya que muchos clientes empresas nos estaban pidiendo hace rato algo más híbrido”, comenta.
“Durante dos semanas casi no dormimos con los socios fundadores (Carlos Aravena y José Manuel Sánchez). Fue una locura, principalmente para los equipos de atención a cliente y el de tecnología. Tuvimos que transformar los procesos, hacer muchas apuestas y sacar rápidamente un MVP (Minimum Viable Product)”. Nicolás da un pequeño suspiro y continúa: “Prácticamente empezamos una empresa desde cero, con todo el vértigo que te da esa sensación”.
Pero otra cosa es con guitarra. Afortunadamente, los clientes estaban “tan enamorados de nuestro método”, como dice Nicolás, que la mayoría no abandonó. Todo lo contrario, recibieron miles de mensajes de agradecimiento por no cortar los cursos. “Lo único negativo que recuerdo fue alguien que dijo que extrañaba el olor a café”, dice riendo este emprendedor.
El secreto de Poliglota (poliglota.org) está en que se hace una evaluación constante por parte del profesor de cada alumno en cada sesión. Todos los datos se ponen en una licuadora y como resultado, el sistema optimiza el aprendizaje. Ahora solo cambiaba el lugar de las clases. Incluso -cuenta Nicolás-, utilizar pizarras virtuales mejoró las habilidades escritas para aprender un idioma. “Como sea, mantenemos nuestra esencia: un profesor estilo coach que acompaña a los alumnos y un grupo pequeño de compañeros que se conocen y apoyan”.
También bajaron el precio de los cursos casi a la mitad “pensando en un precio más ad hoc a la crisis”, explica. Si durante febrero de este año llegaban en promedio a unos 400 alumnos nuevos, en mayo, esta cifra aumentó en 25%. Y no se ve que se reduzca. En total tienen unos 10.000 alumnos. Además, lograron llegar a lugares que no se podía antes por un tema físico. Incluso, el área de clientes empresas está creciendo más rápido que nunca producto de la plataforma virtual. Actualmente, trabajan en América Latina con cerca de 50 compañías como Santander, Shell-Enex, Accenture, Falabella, Dafiti, Antofagasta Minerals, KPMG, JP Morgan, Amazon y Apple, entre otras.
Cuando comenzó 2020, Poliglota esperaba facturar US$4 millones anuales. Y si bien la facturación de marzo y abril bajó bastante, la modalidad online les ha abierto más el mundo. Ahora les llegan solicitudes de Colombia, Panamá, Argentina y Brasil, entre otros países, por lo que - según Nicolás- creen que tendrán que aumentar las proyecciones de ventas.
En el horizonte cercano se viene también una ronda de inversión. Si bien no pueden revelar el monto, es una Serie A, “que nos permitirá estar en las ciudades más importantes del continente, como Sao Paulo, Bogotá, Buenos Aires y Miami, entre otras, además de algunas expansiones dentro de los países donde ya estamos (Guadalajara y Monterrey)”, aclara Nicolás.
¿Qué pasará con las clases presenciales cuando empiece a llegar la normalidad?
-“Definitivamente, vamos a seguir con el producto online. Creemos que en el futuro la gente va a tomar planes de forma muy flexible, que mezcle el online con las cafeterías.
¿Y cómo se repartirán ambos en términos de porcentajes?
-No creo que las presenciales bajen de 40% del total, pero mi intuición es que las online seguirán subiendo, al menos por dos años. Es lo que las empresas tienen que aceptar.
¿Cómo así?
-He visto muchas conversaciones cortoplacistas donde las empresas siguen tomando decisiones pensando en que volveremos a la normalidad de antes. Pero no creo que eso pase. Los emprendedores tenemos la flexibilidad de adaptarnos y la visión de transformarnos, algo que a veces les cuesta mucho a las grandes compañías. Como sea… nos vamos a acordar por mucho tiempo de este histórico 2020.