Me llamó mi abuela porque quería saber a qué me dedico. Después que le dije lo que hacía, me pidió una recomendación. Abuelita, le dije, compre Micromicro, está botada, pero compre de a poquito y no le cuente a nadie, que no es nada de líquida y no quiero que se me arranque antes de tomar mi posición. Tranqui mijito, me dijo, no soy de hacer cosas impulsivas. Dos semanas después, cuando traté de comprar mi dosis quincenal de Micromicro, vi que se había disparado, pensé que un pez gordo estaba acumulando, llamé a mis contactos. Y nada de eso, mucho inversionista retail se ha metido, me dijeron. Me acordé de mi abuela, y la llamé para advertirle que no comprara a estos precios. Después de un rato me confesó: he comprado mucho, también le conté a María, quien le contó a Clara y después me llamó la Cecilia. Las convidé a un té y les hablé de Micromicro, quedaron impresionadas, jajaja. ¿Puedes creer que incluso me llamó tu tío Pedro? No sabes la alegría que me dio hablar con él después de tanto tiempo, aunque sea de Micromicro. ¡Abuela!, le dije, tú sabes que la recomendación era solo para ti, y que estaba construyendo una posición en una acción muy poco líquida. Con lo que hiciste la acción se disparó, y a estos precios la posibilidad de que yo gane plata de verdad, y que tú puedas seguir ganando, desapareció. Ay mijito, me dijo, a los 80 me da igual ganar o perder plata, pero la diversión que he tenido estas semanas no me la quita nadie, así que cuéntame, ¿qué sabes de Tinytiny?

Adam Smith (el del S.XX) en su divertido Money Game, cuenta un montón de historias como esa. A partir de ahí, su conclusión no científica es que el 90% de las personas que invierten en la bolsa no lo hacen por ganar plata (¡Exacto! Tan raro como suena), lo hacen por la diversión. ¿No me cree? Parta pensando en usted mismo. ¿Sabe cuánto vende la última empresa de la cual compró acciones? ¿Sabe qué utilidades tiene, si es que las tiene? ¿Conoce su market cap? ¿Ha leído sus estados financieros? Bueno, yo sé que usted sí, pero la mayoría de quienes no leen esta columna y compran acciones, no saben, y como a la abuela de Adam, tampoco les importa. Invertir en la bolsa sin saber lo anterior es como invertir en una casa sin saber si es de 100 m2 o de 300 m2, o si queda en Venezuela o en California.

Esa gente que “invierte” a ciegas (90% de la población según el anecdotario), es la misma que le dice: eso de que yo gane plata es pega de la AFP. Y claro, es correcto, para eso están. Pero si esa pega se la va a hacer la AFP, hay que permitir que la haga, y no moverle los papeles de un lado a otro porque un iluminado del matinal le dijo que se cambiara y recambiara de fondo. Tampoco les pida una plata que está invertida para el largo plazo, porque la quiere antes de Navidad, porque otros iluminados de Valparaíso así le dijeron.

No tengo nada contra el juego (me gusta el casino), pero nunca jamás reclamaría porque “invertí” en el 27 negro y salió rojo. Si le gusta jugar, juegue, y para hacerlo hay que gastar. Si le gusta ganar plata, invierta, sea que lo hace usted mismo estudiando de verdad lo que compra, o delegando en alguien que sí sabe hacerlo. Pero por su bien, no mezcle trabajo con diversión.

*El autor es ingeniero civil PUC y MBA The Wharton School (@tomcasanegra)