Por qué las grandes forestales chilenas se van a Brasil
Es el segundo país del mundo con más bosques: tiene el 12% de la masa forestal planetaria, solo superado por Rusia. CMPC y ahora Arauco tienen gigantescos planes en celulosa. La apuesta permite diversificar el riesgo y alejarse de Chile, un mercado pequeño y cada vez más difícil. Aunque Charles Kimber niega que Arauco esté arrancando del país, reconoce que “no están los incentivos”.
Brasil tiene el 12% de la superficie mundial de bosques, suma 497 millones de hectáreas y solo es superado por Rusia. Brasil tiene 27 veces más de bosques que los 18 millones de hectáreas que tiene Chile, según la FAO, en un reporte de Arauco de 2021.
Llevan años en ese país. Sin embargo, en los últimos 12 meses las forestales han intensificado la ofensiva. A fines del año pasado, CMPC completó sus líneas de negocio en ese mercado, adquirió en US$170 millones los activos de Iguaçu para biopackaging. Antes de eso, había sumado la planta Guaíba de celulosa y antes Melhoramentos Papeis en el rubro del tissue. Está desde 2009.
La semana pasada, Arauco hizo lo propio. Si bien entró en 2002 a Brasil con la compra de LD Forest Products, en tableros, y luego sumó los activos de Masisa, ahora incursionará en el negocio de la celulosa. La compañía del grupo Angelini anunció un acuerdo con el gobierno de Mato Grosso do Sul para la construcción de una planta de celulosa por US$ 3.000 millones, la que estaría operativa en 2028. Elevará la capacidad de producción a 7,7 millones de toneladas al año de celulosa, más del doble de los 3,6 millones de toneladas que generan hoy. Previo a ello, su principal anuncio había sido en Chile, con el proyecto Mapa, valuado en US$2.000 millones.
“Una empresa del tamaño de Arauco tiene que tener una diversificación geográfica productiva, tanto desde un punto de vista político, como logístico y de clientes”, destaca el gerente de Personas y Sustentabilidad de Arauco, Charles Kimber. Niega de plano, eso sí, estar arrancado del país o que en la decisión haya influido el debate constitucional o el cambio de signo político en el gobierno. “Chile sigue siendo nuestro principal mercado, pero por el desarrollo de la compañía tenemos que mirar hacia adelante y ver dónde vamos a invertir los flujos, dónde hay buen crecimiento, dónde hay capacidad de industrialización. Y Brasil sin duda está arriba en la preferencia”.
CMPC ya tiene el 35% de sus activos en Brasil; Arauco tiene el 5%. “Sin duda los US$ 3.000 millones de allá van a hacer que Brasil pase a tener una injerencia bastante mayor, hay que hacer ese cálculo”, dice Kimber.
En 2023, Brasil pasará a ser el mercado más importante para CMPC en celulosa. “Estamos con proyectos en Brasil que van a dejar la capacidad de producción de celulosa levemente por sobre lo que tenemos hoy día en Chile”, admitió el gerente general de Empresas CMPC, Francisco Ruiz Tagle, a Pulso hace algunos meses.
Es que el país tiene hoy una serie de ventajas. Una es la naturaleza: la edad promedio de cosecha de eucaliptus en Brasil es de 7 años, versus 12 años en Chile. Para los pinos, la relación es 15 años versus 24. Brasil y Chile son los países más competitivos en el desarrollo de fibra corta (eucaliptus). A ello se suman otras más estructurales. “Brasil, al igual que Chile en los años 70, promovió el desarrollo forestal con miras a la industrialización. Y hay un gran fomento porque se instalen industrias de gran tamaño, con grandes inversiones”, destaca Kimber.
Y aunque el impuesto a las empresas es más alto en Brasil que en Chile -34% versus 27%-, hay una serie de beneficios tributarios y exenciones, resume.
Pero el análisis va más allá. CMPC tiene 139 mil hectáreas de plantaciones allá, Arauco ya suma 211.375. Y hay opciones de seguir creciendo. “Es un país donde hay tierras, hay desarrollo de plantaciones, cosa que en Chile ya no se hace; en Chile no hay nuevas plantaciones, es solamente reforestación”, dice Kimber. Y añade: “Se desacreditó en algún momento el sector forestal. Tenemos incendios en Chile, hay situación de violencia en una parte del sur. No están los incentivos. Y estas son inversiones de largo plazo”.
Kimber sostiene que ya tienen unas 60.000 hectáreas en eucaliptus y es probable que dupliquen esa cantidad. Y si bien saben que aún les queda un largo camino de aprobaciones -las exigencias medioambientales, asegura, son tan altas como en Chile-, “hay una diferencia y es que la autoridad acompaña al proyecto. Hay más certeza y, por tanto, los plazos son más cortos”.
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