En Chile, más de 56 compañías, organizaciones y cooperativas están certificadas en la práctica del "Comercio Justo". De hecho, una de las pioneras y más antiguas tiene que ver con la miel.
Se trata de Apicoop, una cooperativa de apicultores de Valdivia que se ha transformado en todo un símbolo en Europa. Desde ese continente viajó a nuestro país Rudi Dalvai, presidente de la Organización Mundial de Comercio Justo (WFTO, por sus siglas en inglés).
En su primer discurso en Chile, -en el contexto de la Semana del Comercio Justo, organizada por Glocart de Emprediem- Dalvai señaló que "hace 30 años compramos esa miel que se hace en sur de Chile y hoy es uno de los grandes exportadores (3.000 toneladas anuales), pero siempre bajo criterios de Fairtrade (comercio justo)", mientras que también aclara que "los casos exitosos y ejemplos son la mejor forma de mostrar el comercio justo a los consumidores".
La WFTO está en unos 80 países y tiene 12 socios a nivel local. "Chile fue importante en los 90, sobre todo por la artesanía que se exportaba a los principales países consumidores de Comercio Justo: EEUU, Europa, Australia y Nueva Zelandia.
Pero hoy, en el mundo tenemos cerca de 900 productores de Fairtrade", comenta Dalvai.
¿Esa es una cantidad importante?
- Sí, porque hoy el comercio justo a nivel global representa alrededor de US$9 millones en ventas.
¿Pero cuánto representa esa cantidad, con respecto a la producción total de productos?
-Es muy bajo, pero en algunos países el porcentaje es alto. Por ejemplo en Suiza, el 60% de los plátanos que se vende son de comercio justo.
En Inglaterra, el café llega al 7%. En los últimos años ha habido un cambio, porque cambió al economía y, sobre todo, los consumidores. Eso es importante, porque si no existen consumidores con conciencia del valor social, no hay comercio justo.
Ahora Chile, de a poco es también un consumidor de estos productos.
¿La preferencia por estos productos tienen estrecha relación con el nivel educacional de un país?
- Si, los consumidores de Comercio Justo son las personas de la sociedad que viven en un nivel medio alto. Pero también en Europa, mucha gente que trabaja en instituciones sociales, ha apoyado el comercio justo. Incluso, en Europa, en 200.000 supermercados se pueden encontrar productos de comercio justo.
¿Cómo son los precios?
-En varios, como en los plátanos, los precios son prácticamente iguales y así se acorta la brecha.
¿Cómo se puede llevar esto a un mercado más masivo?
- Se tiene que hacer todos los días, con pequeños pasitos. El consumidor está cada vez más atento a lo que compra, así como de los temas medioambientales y sociales. Hace 40 años no había eso en Europa, pero ahora sí. Por eso es mucho más fácil contar la historia a mercados como el chileno, que está comenzando.
¿El Comercio Justo está necesariamente ligado con lo orgánico?
-No necesariamente, pero hay una relación y apoyo a lo orgánico. Creo que el 60% de los productos que se comercializa en Europa son orgánicos. No se puede obligar a los productores de Comercio Justo que sean orgánicos, pero si se puede trabajar en conjunto hacia una agricultura en esa línea. Hay que respetar lo medioambiental, pero sobre todo, las condiciones laborales.
¿Cómo está Chile al respecto?
- Hay una coordinadora de Comercio Justo, pero creo que es importante que exista un apoyo del gobierno. Ahora, Chile no es un país donde hay gran explotación, como otros. No hay gente que trabaja como esclavos. Sin embargo, hay pequeños productores que luchan por su sobrevivencia, y creo que ellos necesitan más apoyo.
¿Existe también el Comercio Justo de servicios?
- Hay una discusión sobre eso. Por ejemplo, con los abogados que trabajan en temas sociales, o en el rubro de la construcción, donde siempre hay mucha especulación a favor del consumidor. Hay algo de eso, pero no es un tema instalado aún a nivel internacional.