“Tranquilo…veremos cómo sigue todo”. Así fue como describió su estado de ánimo este miércoles en la noche Rodrigo Topelberg, luego de que la jueza del Cuarto Juzgado de Garantía, María Carolina Herrera, decidiera no dejarlo en prisión preventiva, como él mismo temía. El tribunal reconoció su colaboración en el caso de las facturas falsas y otras irregularidades y delitos que la justicia investiga en torno a Factop, el factoring en el que era socio con sus amigos de toda la vida, los hermanos Ariel y Daniel Sauer, y que terminará siendo liquidado en medio de un escándalo financiero de extensas ramificaciones.
Topelberg quedó con las cautelares de arresto domiciliario nocturno y arraigo nacional. Se le atribuyen los presuntos delitos de estafa, infracción a la Ley de Mercado de Valores y lavado de activos, entre otros. El viernes, la Fiscalía apeló a esa resolución.
Faltaban unos minutos para las 9 de la noche de este miércoles cuando en medio de una gran expectación mediática, el empresario abandonó el tribunal, tras haber pasado dos noches en los calabozos del Anexo Penitenciario Capitán Yáber, donde se encuentran hoy los hermanos Sauer cumpliendo prisión preventiva. “Su libertad constituye un peligro para la sociedad, desde la pluralidad de los ilícitos y bienes jurídicos afectados por sus conductas desplegadas”, sentenció la jueza, que decretó un plazo de investigación de seis meses.
Desde entonces, Rodrigo Topelberg está concentrado en su defensa. Un cercano dice que se le veía esperanzado en que el juicio será favorable, que hará todo lo posible para no terminar preso y que su familia lo ha estado acompañando en su casa de la calle Blanes, en Santa María de Manquehue, en Vitacura. Para distraerse se ejercita y medita y continúa atendiendo proyectos más personales que tienen que ver con el mundo del tarot, el marketing y los videojuegos. Está de buen ánimo y sabe que entre los Topelberg Kleinkopf y varios de los inversionistas del factoring a los que les dio la cara sin saber que estaba siendo engañado, existe el convencimiento de que sus amigos -”especialmente Daniel Sauer”– se aprovecharon de su amistad y confianza absoluta. “Eran como hermanos”, destacan en su entorno. Lo que le reprochan, eso sí, es haber seguido confiando, pese a que acudía a diario a la oficina.
La carpeta investigativa revela que el empresario le dedicaba parte importante de su tiempo a otros intereses más personales, entre estos, la agencia Stereo Free, que en su cuenta de LinkedIn él mismo describe entre emojis como “mi segunda casa, el lugar donde mi vida profesional cobra sentido y disfruto cada día laboral”.
US$ 7 millones en daño patrimonial
Los Topelberg Kleinkopf calculan en más de $6.800 millones -unos US$ 7 millones- las pérdidas que hasta ahora han debido enfrentar por el caso y que los tienen en la primera línea mediática, algo que no les agrada en lo absoluto. Aunque se trata de una familia cuya fortuna superaría los US$150 millones, construida sobre la base de representaciones de las marcas Mercedes Benz y Scania, consideran que gracias a eso y sus métodos menos agresivos que los de sus socios, Rodrigo Topelberg se convirtió en personaje clave de la firma. De todo eso, dicen en su entorno, se valieron sus examigos para dar una suerte de impresión de solvencia a un negocio que no era tal. Y que por eso le encargaron a él atender los reclamos de los inversionistas cuando el factoring empezó a mostrar problemas de liquidez.
La investigación de la Fiscalía se ha concentrado en demostrar que durante años Factop no fue otra cosa que una máquina de defraudar mediante la emisión de facturas falsas. La instrucción estuvo reservada hasta el lunes pasado, por lo que la audiencia de formalización permitió ir conociendo algunos detalles y el rol de cada uno de sus protagonistas.
Por ahora, su detención domiciliaria es el último capítulo que protagoniza este ingeniero en administración de empresas del desaparecido Instituto de Formación Empresarial, IFE, de 45 años, dueño del 6,67% de Factop, pero que representaba el 25% que sumaban él y sus hermanos en la firma.
Según fuentes de la investigación, el agujero patrimonial de Factop, cuyo saldo todavía está calculándose, superará “fácilmente” los US$50 millones. Ello, sin contar el daño a un centenar de inversionistas que confiaron su dinero a la firma que parecía estar en la cresta de la ola del éxito y se desplomó de golpe.
Bajo la promesa de una rentabilidad del 1% solo a quienes eran “amigos” o “familiares”, Factop también captó dinero de algunos de sus propios empleados y sus asesores jurídicos, Darío Cuadra y Leonarda Villalobos, les prestaron cheques o recibieron facturas falsas emitidas por Comercial Textil Ziko -una empresa del grupo- por servicios o productos jamás comprados.
Los cheques de Cuadra
Darío Cuadra declaró haberse visto comprometido con los Sauer y Topelberg, porque lo convirtieron en su abogado corporativo y amigo incluso, arrendándole un espacio en el mismo edificio donde funcionaban las compañías del grupo, en el sexto piso de Alonso de Córdova 5320. Allí, en una de las zonas mejor cotizadas de Santiago, el abogado instaló su propio estudio jurídico a los 32 años. “La relación profesional, de confianza y amistad generada me llevó a acceder a prestarle cheques como ‘favor’, de manera absolutamente ingenua a los señores Sauer, al sentirme en deuda y comprometido con Ariel Sauer, Daniel Sauer y Rodrigo Topelberg, ya que me presentaron un gran número de amigos e inversionistas de ellos, los que hasta el día de hoy son mis clientes”, sostuvo en una de las tres comparecencias que tuvo ante la Fiscalía por el caso.
Topelberg se declaró como víctima de sus examigos y, según el Servicio de Impuestos Internos (SII), su participación fue clave para denunciar el caso de las facturas falsas. Durante la formalización, la defensa de Topelberg reveló que tras oír el audio grabado el 22 de junio de 2023 por la abogada Leonarda Villalobos, donde el conocido abogado Luis Hermosilla dialogaba con Daniel Sauer sobre posibles coimas a funcionarios del SII y la CMF para arreglar el problema de STF, decidió alejarse de sus socios, denunciarlos y querellarse. En el tribunal, los abogados del empresario, Alejandro Awad, Marcos Contreras y Miguel Schürmann, revelaron que conocieron del audio en junio del año pasado, días después de haber sido grabado y varios meses antes de que se difundiera por los medios (noviembre). Y que en eso, su decisión de quebrar con sus amigos, Rodrigo Topelberg no se equivocó.
“Discutible que no haya sabido”
El 6 de septiembre del año pasado, unos meses después de romper con sus socios, Rodrigo Topelberg destapó el mecanismo y entregó los antecedentes al SII, como destacó su defensa de manera constante durante la audiencia de formalización que se prolongó por tres días, esta semana.
“Existe colaboración”, reconoció la magistrada Herrera, quien valoró también el hecho de que la CMF no sancionara al empresario en el caso STF, la corredora de bolsa del grupo que fue cerrada por el ente regulador tras descubrir una serie de irregularidades. En esa investigación, la CMF ni siquiera citó a declarar a Topelberg, como sí lo hizo con los hermanos Sauer.
De la misma manera, la jueza Herrera sopesó que haya sido él quien se encargara de hablar con los inversionistas para la devolución de sus dineros, aunque recalcó que “resulta discutible que no haya sabido de las facturas falsas”.
Hoy su defensa está concentrada en demostrarlo. La supuesta ingenuidad del empresario, que según las declaraciones de exempleados de Factop y FTS manejaba los pagos de cuentas y decidía contrataciones en la firma financiera, será difícil de probar. La misma jueza se lo dijo con esas palabras el miércoles en la formalización a la defensa.
En el sumario, los excontadores de STF, Jorge Martínez y de las sociedades Ziko, Guayasamín y DAS, Francisco Castillo, coinciden en que para las cosas importantes eran siempre los “tres gerentes” quienes decidían. Dentro de la firma llamaban de esa manera a Ariel y Daniel Sauer y a Rodrigo Topelberg, quienes son descritos por sus excolaboradores como personas de carácter fuerte, exigentes y de voces altisonantes.
La contadora de Factop, Alejandra Baeza, declaró respecto de la facturación de Comercial Textil Ziko que ella debía obtener de alguno de los tres gerentes el visto bueno para hacer las facturas. Esa sociedad pertenece a los Sauer y Topelberg, y para los trabajadores de Factop siempre fue evidente que ahí pasaba algo extraño: tenía un showroom en el mismo edificio, vendía solo ropa -de mujer y fardos de ropa usada-, pero facturaba por camisas de hombre, uniformes y hasta insumos para el Covid.
Hoy las relaciones entre ambas familias, alguna vez tan cercanas, están totalmente destruidas. Lo mismo pasa con varios miembros de la comunidad judía, de la cual la familia Topelberg Kleinkopf es un miembro relevante, activo y generoso con las actividades de beneficencia y extensión.
Hoy esperan que finalmente sea la justicia la que ponga las cosas en su sitio. Por ahora, Rodrigo Topelberg deberá probar que fue una víctimas más y que él era solo un socio pasivo.