La Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras anunció que avanzará en mejorar la denominada portabilidad de los créditos, es decir, que cualquier usuario pueda cambiarse de institución financiera fácilmente, conforme a la entidad que ofrezca mejores condiciones.
La idea aún está en sus albores, pero de todos modos hasta ahora se conocen los primeros lineamientos. Entre ellos, se busca que en el caso que una persona tome un crédito en una entidad, podría llevarse ese crédito a otro banco cuando lo decida y en mejores condiciones. Para ello, los usuarios podrán exigirle a su banco que entregue un documento con los detalles de su crédito, las tasas que le ofrece la entidad, cuántas cuotas le quedan por pagar, todo con el objetivo de que el cliente pueda acudir a otra entidad financiera con el documento y así optar a la mejor oferta disponible en el mercado. Esto sería para todos los productos financieros.
Lo que se ha expuesto en términos gruesos debiera ir acompañado de beneficios o incentivos para impulsar los traspasos, pues la mera información no tendrá el efecto esperado. De hecho, hoy ya es posible obtener la información y condiciones de cada crédito.
No obstante, esto que en el papel puede ser positivo, pues fomenta la competencia entre las entidades oferentes de crédito y, de esa manera, ayuda a generar mejores condiciones para los clientes, puede traer inconvenientes si no se toman en consideración algunos aspectos.
El objetivo planteado por las autoridades es deseable, sin embargo se deben entender las externalidades que pudiesen tener ciertas modificaciones que, pensando en facilitar los traspasos, signifiquen un mayor riesgo, o bien termine siendo un incentivo incorrecto.