La intervención del Presidente de la República anunciando los lineamientos centrales de la Reforma Tributaria, abordó temas que permitirán contar con un sistema integrado, estímulos a las pymes y depreciación acelerada, entre otros, que ayudarán a mejorar las inversiones en nuestro país, pero que son insuficientes para la manufactura.
Como presidente de Asimet, en el Foro Anual de la Industria, solicité a las más altas autoridades la rebaja del impuesto corporativo a un 24%. ¿Por qué? Chile necesita una mirada de largo plazo, con un Plan Industria 4.0 de aquí al 2040 que nos permita regresar al 15% del PIB en manufactura de los años noventa, recuperando 250 mil empleos directos y 750 mil empleos indirectos de calidad para la clase media.
Algunas de las propuestas que hizo el Mandatario, como el tributo a la renta del 25% para las pymes, que será automático y universalizando los beneficios, sin duda es positivo, porque las pymes son las que generan el mayor número de empleos. Sin embargo, y cuando se discuta en el Parlamento, es fundamental que se puedan sumar a este beneficio todas aquellas empresas que inviertan en transformación tecnológica 4.0, lo que representará un salto cualitativo para la manufactura nacional.
Otro punto importante son las depreciaciones del 100% para la Araucanía y un 50% para el resto del país. En este tema llegó el momento de encararla con una visión de futuro. El Plan Industria 4.0 de Italia permite una depreciación del 400% del capital invertido en las nuevas tecnologías, en el buen entendido que los frutos que generará (empleo de calidad y mayor recaudación fiscal) son muy superiores a una tributación inmediata.
Chile debe dar sí o sí un salto tecnológico, por lo que un proyecto país debe ineludiblemente contar con un plan de incentivos fiscales muy fuertes para la investigación, la innovación y las inversiones. La Reforma Tributaria era la oportunidad para que el Gobierno diera una señal clara de que este es uno de los objetivos centrales de su mandato. Sin duda, ello se hubiera evidenciado con una rebaja al impuesto corporativo de un 24%, que es el promedio de los países de la OCDE.
En los últimos 22 años, Chile ha perdido el 33% de su industria manufacturera, pasando del 15% del PIB a sólo el 10%, con una pérdida potencial de 250 mil empleos de calidad para sectores medios y técnicos calificados. En este lapso, aumentamos la brecha del PIB per cápita con los países más ricos. Por ejemplo, con la Alemania industrializada la brecha de riqueza subió en un 65%, pasando de una diferencia de US$16.100 a US$26.600 (PPA2018).
Los países OCDE con los que competimos, están invirtiendo en la modernización de sus industrias con incentivos fiscales para la investigación, la innovación y las inversiones, para fortalecer sus posiciones en la economía globalizada. Esto les ha permitido tener un crecimiento constante de la manufactura, alcanzando en la OCDE un promedio de un 16% del PIB. Chile tuvo un desarrollo industrial importante, pero en la actualidad la mayoría de nuestros socios comerciales nos aventajan, y trabajan sostenidamente en construir el puente entre la Industria 3.0 a la 4.0. Adoptar esta revolución industrial no significará para Chile una pérdida de empleos, sino que al igual que en los países desarrollados, recuperará los puestos de trabajo de calidad que hemos perdido en los últimos años.