"Two minutes to midnight. The hands that threaten doom". Iron Maiden.
Así canta Bruce Dickinson con su voz de sirena de ataque, señalando los brazos del reloj que marcarán el fin de la humanidad. El "Reloj del Apocalipsis", inspiración de la canción, es algo real.
Fue conceptualizado como una manera de dramatizar la probabilidad de un enfrentamiento nuclear. Emitido por el Boletín Científicos Nucleares desde 1947, nos muestra si estamos más o menos cerca de un "gran finale".
Hace casi un año se determinó que estábamos a 2 minutos de la Medianoche, el mayor peligro desde 1953, producto del enfrentamiento entre Kim Jong Un y Donald Trump.
A pesar de eso, una catástrofe nuclear no es la amenaza más compleja que pende sobre la cabeza del mundo este año. Desde que el 1 de diciembre el mismo Donald Trump y Xi Jin Ping se dieron la mano en el Palacio Duhau de Buenos Aires, los segundos están corriendo.
Uno a uno, el reloj deja sentir sus tics, que van extinguiendo los 90 días de plazo para resolver la guerra comercial. El 1 de marzo sería, según supimos esta semana, una "fecha dura". De no haber acuerdo, los aranceles de las exportaciones chinas a EEUU pasarán de 10% a 25%. Tal como la canción de Iron Maiden, estamos a dos minutos de la medianoche.
Si el jupiteriano Trump cumple su amenaza, es posible encadenar una serie de consecuencias que nos harían pasar un buen revolcón, quizás con efectos permanentes.
Son fáciles de imaginar: aumento de precios en EEUU para todos los productos importados primero. Presión inflacionaria en EEUU después. Debido a ello, la Fed debería subir las tasas de interés, deprimiendo aún más la economía americana. Aumentaría entonces la presión sobre las economías emergentes, devaluando el precio de sus acciones, bonos y monedas.
China sufriría en sus exportaciones y su crecimiento. Importaría menos desde los emergentes, que sufrirían así un doble golpe. Las cadenas logísticas se replantearían en forma definitiva y China debería dejar de ser el origen preferido para construir piezas de iphones, computadores, chaquetas y calzoncillos. Todo lo que dice "Made in China", que ha pasado a ser tan parte de lo cotidiano, se encarecería.
Una desaceleración coordinada de las dos mayores economías del mundo es un gran incentivo para sentarse a la mesa, negociar y cerrar un buen acuerdo. Habrá que prepararse para pedir pizzas y largas jornadas de conversación. La liberación de la CFO de Huawei y el aumento de las compras de soya por parte de China son buenos augurios de acuerdo.
EL PIB de China es ya más del 60% de EEUU y puede ser una de las últimas oportunidades para lograr un acuerdo de grande a chico para los americanos, especialmente en los temas de propiedad intelectual y tecnología, donde está la real batalla por el liderazgo mundial.
El reloj corre. La medianoche se acerca. La guerra comercial debe terminar antes que marzo llegue a nuestros calendarios.