La población extranjera que vive en Chile llegó a 1.736.691 de personas en 2022, alcanzando a un porcentaje de 8,7% respecto a la población total, según los datos de la última encuesta Casen. De ellas, 1.019.767 tienen empleo formal o informal de acuerdo a los antecedentes del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), lo que refleja que la mayoría de los inmigrantes que llegan al país lo hacen por motivos laborales.
Otro indicador relevante para el mercado del trabajo extranjero son las visas laborales que entrega el Servicio Nacional de Migraciones. El año pasado se entregaron 71.057 de estos permisos, los que fueron un 69,9% menos que los otorgados en 2022, cuando se concedieron 235.824 visas laborales.
Para analizar y entender esta fuerte caída se debe considerar que la base de comparación de 2022 es alta, debido a que se mantuvo vigente el proceso de regularización que comenzó en 2021.
En este contexto de la presencia de extranjeros en el mercado laboral, un porcentaje importante de los ingresos que ellos generan lo envían a sus países de origen, en lo que se denomina remesas. La magnitud de dichas operaciones se ve reflejado en las cifras que anualmente publica el Banco Central (BC), las que esta vez mostraron que en 2023 se enviaron al exterior US$2.267 millones por este concepto de remesas. Este total representa una caída de 3% en comparación a 2022, cuando se remesaron US$2.344 millones.
Al mirar las cifras se observa una cierta estabilización entre 2022 y 2023, por debajo de los US$2.50 millones y representa, además, una caída de 25,8% desde el peak alcanzado en 2021, cuando se enviaron desde Chile al extranjero US$3.054 millones, proceso favorecido por los retiros de los fondos de pensiones y por el IFE universal que entregó el gobierno para paliar los efectos de la crsis generada por el Covid-19.
Al analizar los datos hacia atrás, en 2020 hubo US$1.982 millones de remesas y en 2019 US$1.685 millones.
Rodrigo Sandoval, exdirector del Departamento de Extranjería y Migraciones, sostiene que “sin el detalle de la cantidad de remesas ni del país de destino de las mismas, no se pueden formular hipótesis de forma precisa, sin embargo, sí se pueden proponer algunas explicaciones que, con distintas intensidades de causalidad, aparecen como incidentes en esta evolución”.
Así, de acuerdo a Sandoval, una primera explicación requiere alguna contextualización previa: “La remesa da cuenta de la intensidad de un vínculo, principalmente afectivo, que el extranjero mantiene con personas que quedaron en su comunidad de origen. Cuando el extranjero recién llega a Chile, ese vínculo es muy estrecho y, en razón de ello, él destina un importante porcentaje de sus ingresos a apoyar económicamente a esos familiares y dependientes”.
Sin embargo, puntualiza que “a medida que el extranjero se integra a Chile, este vínculo va disminuyendo en intensidad, sea porque desarrolla afectos y responsabilidades económicas en el país, o porque logra traer a Chile a quienes eran los destinatarios de esas remesas. De esta forma, el porcentaje de los ingresos de los migrantes destinado a las remesas se va haciendo menor, terminando por desaparecer, a medida que asienta su residencia en Chile”.
Otra hipótesis que plantea Sandoval es que estas cifras oficiales estén invisibilizando flujos de remesas canalizadas mediante sistemas alternativos, gestionados por entidades clandestinas transnacionales. “Aunque ha existido una moderación de los ingresos regulares, lo cierto es que en estos años el número de personas que ha ingresado en forma clandestina supera las 150 mil, considerando solo aquellas que se han autodenunciado”.
Otro exdirector del Servicio Nacional de Migraciones, Álvaro Bellolio, plantea que “es posible que las remesas se estabilicen en el rango de los US$2.200 a US$2.300 millones. La incertidumbre económica global, las fluctuaciones en los flujos migratorios, la falta de fiscalización ante la creciente informalidad laboral de extranjeros y la evolución de los mercados laborales, tanto en Chile como en los países de origen de los migrantes, podrían influir significativamente en las tendencias futuras”.
Por ello, a juicio de Bellolio “es crucial monitorear continuamente una variedad de indicadores como la implementación de políticas que faciliten la integración económica de los migrantes que llegan a Chile con visa otorgada y evitar perdonazos que fomentan trabajar ilegalmente, y el seguimiento de los flujos de remesas a través de canales formales e informales. Estas son las variables fundamentales para comprender y apoyar las remesas en los próximos años”.