Con las elecciones legislativas de noviembre en la mira, los republicanos han preferido no criticar las políticas de Donald Trump, considerando su importante arrastre de votos. Sin embargo, la última escalada de la guerra comercial terminó por colmar la paciencia de los líderes oficialistas, que tradicionalmente han respaldado la apertura económica.
"Nos arriesgamos a que los productos estadounidenses queden excluidos de los nuevos mercados, los empleos trasladados al extranjero y la disminución de la influencia estadounidense", señaló ayer Paul Ryan, vocero de la Cámara de Representantes.
Sin ambiciones de repostularse en noviembre, el congresista de Wisconsin, que durante el gobierno de Barack Obama calificaba como el republicano de más alto rango de la oposición, esta vez decidió ignorar lo que dicen las encuestas. Particularmente, en último sondeo de Gallup muestra que el 62% de los estadounidenses considera injusto el comercio de China con su país.
Ryan, en cambio, está más preocupado del liderazgo de EEUU a nivel internacional. "El libro de reglas para la economía global en el siglo XXI se está escribiendo ahora: la cuestión es si EEUU transferirá esa autoridad a regímenes no liberales y antidemocráticos", sostuvo en el Economic Club of Washington.
Hasta ahora, entre las grandes figuras del Grand Old Party, el único que había criticado directamente el enfoque comercial de la Casa Blanca era el senador y ex candidato presidencial John McCain. Díscolo desde que Trump asumió la presidencia, la semana pasada se dirigió a los "aliados" a través de twitter, donde escribió: "las mayorías bipartidistas estadounidenses siguen siendo partidarios del libre comercio, proglobalización y las alianzas basadas en 70 años de valores compartidos. Los estadounidenses están de su lado, incluso si nuestro presidente no".
El quiebre del silencio del liderazgo republicano puede ser el primer paso para ejercer una presión más contundente a sobre el proteccionismo de Trump. El miércoles, con apoyo del oficialismo, se aprobó una moción no vinculante donde se deja de manifiesto que el Senado no respalda la política comercial del presidente, pero una coordinación que impidiera el avance de la agenda legislativa, particularmente del presupuesto, parece ser la mejor arma del Congreso en su defensa del libre comercio.