Hace dos semanas se conoció la minuta de la última reunión del Comité de Política Monetaria de la Fed (FOMC), la cual sorprendió con un tono del que puede desprenderse una cierta inclinación a transitar por un proceso de normalización monetaria algo más lento que el que se pensaba. Si bien se reconoce que la economía crece por sobre tendencia -lo que se continuó afirmando en los indicadores adelantados de mayo, aunque la semana pasada se revisó a la baja el PIB del primer trimestre- y que el desempleo permanece por debajo de su nivel de largo plazo, señala la importancia de que la inflación se ubique de manera sostenida en torno a la meta de 2%.
Incluso más: varios miembros del FOMC ven como algo deseable que la inflación pueda ubicarse transitoriamente por sobre la meta, de manera de reafirmar el carácter simétrico del objetivo, lo que también ayudaría a anclar expectativas de largo plazo. Si esta postura prevalece, podríamos observar una inflación subyacente por encima de 2% por un buen tiempo sin que ello genere incomodidad en los miembros del FOMC, habida cuenta de que su promedio fue de 1,6% en los últimos diez años. Extremando el punto, la inflación subyacente en la próxima década debería ser 2,4% para que el promedio sea precisamente 2%. Esto probablemente no sucederá, pero sí veremos una mayor tolerancia a inflaciones por encima de la meta.
Que la inflación subyacente se haya acelerado sostenidamente en los últimos meses y se haya ubicado en 1,8 en abril, muestra que las presiones de precios se han movido al alza. Sin embargo, a pesar de que el desempleo se ubica en un nivel particularmente bajo, los salarios crecen apenas 2,7% por lo que los costos laborales unitarios -determinantes relevantes de la inflación- se expanden sólo 1,1% anual en el primer trimestre del año.
Lo anterior ha supuesto algunos cambios relevantes en los precios de los activos financieros. Hasta antes de la minuta de la Fed, el mercado venía apostando cada vez con más fuerza a la posibilidad que el FOMC subiese en tres ocasiones adicionales este año su tasa de referencia. Sin embargo, después de la publicación, la probabilidad de que haya tres alzas ha disminuido, en tanto que la posibilidad de que haya solo un incremento adicional este año se incrementó.
En consecuencia, los rendimientos de los bonos del Tesoro norteamericano a 10 años pasaron de 3,11% -lo que supuso un máximo no visto desde 2011- hasta 2,91% en los últimos días. Esto último, ha traído cierto alivio a los precios de los activos financieros de los países emergentes, que habían estado sometidos a un importante estrés. No obstante, aún existen riesgos importantes.
Las tensiones geopolíticas no han amainado y aunque las recientes noticias desde Europa muestran un cierto alivio, la situación todavía debe ser monitoreada con cautela.
Una normalización monetaria más pausada en EE.UU. como la que está comunicando la Fed, contribuirá a que los países emergentes puedan ajustarse de modo más ordenado a las nuevas condiciones financieras globales.