En una semana en que Hacienda sorprendió al mundo económico y político con la designación de Javier Etcheberry al mando del Servicio de Impuestos Internos (SII), en reemplazo del economista socialista Hernán Frigolett, el exdirector del organismo fiscalizador, Ricardo Escobar, entra de lleno en el debate sobre los desafíos del servicio.
El socio de Bofill Escobar Silva Abogados cree que el regreso del ingeniero civil al SII podría gatillar cambios en su estrategia para enfrentar lo que considera el mayor problema económico en la actualidad: el incremento de la informalidad. “El SII tiene el desafío brutal de salir más a la calle y hacer fiscalización para combatir la informalidad”, dice Escobar.
Hacienda designó en el SII a uno de los representantes más genuinos de los 30 años concertacionistas. ¿Cuál es la señal que nace de esta designación de Etcheberry?
-Etcheberry es la mejor personificación de lo que fue la gestión de la Concertación. Una persona altamente competente, con experiencia en el sector privado y en el sector público, con un compromiso por el servicio público a toda prueba. Es una persona intachable, con un manejo muy serio. Se atrevió en su momento a hacer cosas sin ingenuidad o improvisación; se atrevió a partir de la técnica y de lo que había disponible. Apostó a que internet iba a crecer y Chile fue de los primeros países que utilizó las tecnologías de la información para hacer declaraciones de impuestos, algo entonces totalmente novedoso. Ese es el tipo de liderazgo que se echaba de menos. Es una tremenda señal que Hacienda haya optado por dar un paso pragmático y muy serio. Sólo puedo felicitar al gobierno por haber tomado la decisión y a Javier Etcheberry por la valentía de llegar al SII.
¿Cuál cree que va a ser la principal misión de Etcheberry en el SII?
-Una de ellas es ayudar a mejorar la recaudación dentro de las competencias de Impuestos Internos, facilitando el servicio a los contribuyentes y mejorando la calidad de la fiscalización para inducir a que los contribuyentes paguen sus impuestos. El mayor problema que tenemos hoy en Chile, aparte de una economía estancada que no genera recaudación, es la informalidad. Ese es un tema donde se necesita creatividad y a alguien con liderazgo como el que tiene Javier Etcheberry, que puede ayudar a coordinar a los demás entes de gobierno que se necesitan. Aquí Impuestos Internos no puede hacer el trabajo solo. Esto lo tiene que hacer de la mano con el Ministerio de Desarrollo Social, con la Tesorería General de la República, con los diferentes organismos que están involucrados en dar subsidios a la gente, por ejemplo. Se pueden tomar medidas que vayan a estimular la formalización de la actividad económica y que se combina, además, con otros grandes temas como la delincuencia, el crimen organizado, el narcotráfico.
Su segundo desafío es hacer avanzar alguna reforma tributaria, porque de lo contrario sería un tremendo fracaso para el gobierno que no hubiera algún progreso en materia tributaria. Esto supone rediseñar algunas cosas y, respecto de la actual reforma en trámite, ajustarla para aprobar aquellas normas que son útiles, o cambiarlas para que sean mejores. Etcheberry tiene la experiencia para escuchar las críticas, hacer los cambios que se necesitan y lograr acuerdos.
Es decir, ¿considera que la llegada de Javier Etcheberry es una señal que podría allanar la aprobación de parte del pacto fiscal?
-Parte de eso sí, porque hay cosas que se deben revisar. En estos días ha habido una tremenda discusión sobre el tema del secreto bancario, por ejemplo. Ahí nadie está haciendo distinciones. El proyecto tiene partes que tienen todo el sentido del mundo y, otras que no. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con que se abra el secreto bancario a propósito de investigaciones de grupos económicos, de precios de transferencia y de cosas por el estilo, no tiene mucho sentido porque las empresas tienen sus cuentas bancarias registradas en la contabilidad; a menos que alguien piense que hay un riesgo importante o frecuente de que las empresas del IPSA o las mineras internacionales tengan cuentas corrientes bancarias ocultas, no auditadas, en una contabilidad negra. Es un poco absurda esa parte de la propuesta.
Sin embargo, sí tienen todo el sentido las normas para que los bancos informen transacciones sospechosas, como, por ejemplo, cuando la gente recibe muchos depósitos dentro de un cierto plazo. Si una persona tiene 100 depósitos en su cuenta corriente en un mes, lo más probable es que esté dedicada a vender productos por Instagram, no tenga inicio de actividades y esté evadiendo impuestos.
Evidentemente, se trata también de proteger la privacidad de las personas y no debería ser al arbitrio de cualquier fiscalizador en Linares o en La Ligua, que busque abrir cuentas cuando se le ocurra. Sí tiene sentido que el SII tenga alguna facilidad para acceder cuando se justifica. La discusión es esa. Aquí hay muchas pasiones ideológicas y poca calma, y en eso la mente de un ingeniero con experiencia como la de Etcheberry puede ser una buena ayuda, aparte de la confianza que él transmite.
Algunos han pedido mejorar el gobierno corporativo del SII a cambio de flexibilizar el levantamiento del secreto bancario…
-Ahí se están mezclando cosas. La primera discusión es si se necesita una facultad irrestricta del SII para acceder a la información el día que se le ocurra y respecto de quién quiera. Eso es una discusión independiente de cómo sea el gobierno corporativo y requiere un mejor diseño. La segunda es el problema teórico en Chile, pero que ha ocurrido en otras partes como Argentina, de que algún gobierno nombre a un director y que, contra la institucionalidad del servicio, pueda usar las facultades y el acceso a la información que tiene para hostigar a adversarios políticos.
¿Ese potencial riesgo se puede combatir con un mejor gobierno corporativo? Sí, pero me parece que es una sobrerreacción centrar el diseño de la legislación de acceso a información bancaria en eso. Lo que sí tiene sentido es volver a pensar un gobierno corporativo, pero dentro de un proyecto mucho más ambicioso.
Apostemos a modernizar el Estado. ¿Qué sentido tiene que tengamos Aduanas, el SII y la Tesorería separados? Tres servicios que compran computadores, tres servicios que tienen subdirectores de administración; todo hoy está triplicado y podrían perfectamente ser un solo gran servicio. Podríamos ahorrar plata en Chile. Por supuesto, es traumático el cambio, va a haber gente que se oponga, pero sabemos que siempre va a haber oposición a modernizar el Estado.
Javier Etcheberry fue un pilar del cambio de modernización en el servicio. Pero eso fue posible porque él estuvo 12 años en el SII. Si lo hubieran cambiado cada 3 o 4 años como suele ser, no se llega a ninguna parte. Eso es precisamente el cambio que necesitamos para hacer en gestión. Busquemos gente buena que pueda dirigir los servicios del Estado por un largo tiempo, con plazos, con planes que tengan sentido y que no dependan del gobierno de turno, sea de derecha o izquierda.
¿Cuál es su diagnóstico respecto de lo que es hoy el SII en términos de gestión, fiscalización, controles internos…?
-El SII necesita reforzar fuertemente su área de estudios. Es crucial que el Estado tenga buenos datos y nosotros no tenemos buenos datos. La mejor demostración de eso es que el SII tuvo que encargar afuera un estudio básico, que antes se hacía dentro de Impuestos Internos, sobre estimaciones de evasión, donde además incluyeron elusión. Este sólo ha dado problemas, porque no hay ninguna claridad sobre la calidad técnica del estudio, ni su aproximación metodológica.
También el área de fiscalización debe tener un mejor trabajo con el área normativa de Impuestos Internos, eso está desconectado hoy; hay que volver a conectarlo, ese es un trabajo importante. El SII tiene el desafío brutal de salir más a la calle y hacer fiscalización para combatir la informalidad. Eso requiere una estrategia distinta a como Impuestos Internos había estado trabajando en el último tiempo, que es en forma remota, con todos los funcionarios desde su casa, operando con su notebook, o en la oficina. Eso tiene que cambiar: tiene que haber una operación mucho más en terreno, de la mano con la policía, Carabineros. La percepción social que eso genera induce inmediatamente un cambio de conducta.
¿Cree que ha caído el estándar ético al interior del SII, a propósito de casos de corrupción que se investigan y que involucran al servicio?
-Esa visión es un error. En un servicio de 5.000 funcionarios por supuesto que puede haber un sinvergüenza cada cierto tiempo. Pero el SII siempre está controlando ese tipo de cosas y, cuando ocurren, se querellan y echan a los funcionarios. El caso Audios del año pasado fue bien lamentable porque, hasta donde se sabe, no había nada. Impuestos Internos no tenía nada que ver en la situación. A veces hay un aprovechamiento político de las situaciones, se exagera y se pone en duda una institución que es crucial para el éxito de cualquier país. Un país que no recauda, es un país que no va a ninguna parte.
¿Cuál es su opinión sobre la administración que tuvo Hernán Frigolett al mando del SII?
-Le correspondió un período difícil, porque lamentablemente tuvo que dirigir Impuestos Internos cuando el gobierno había comprometido un plan bastante absurdo en materia tributaria. Le tocó tener que administrar un montón de promesas incumplibles, que parten de fundamentos erróneos. Era bien difícil que lograra algún éxito. Tuvo la mala suerte de tener que dirigir Impuestos Internos justo con el peor programa de gobierno que se ha presentado en muchos años.
Dadas las demandas sociales que ya están y las que se vienen, el Estado necesita urgentemente mejorar su eficiencia y sus niveles de recaudación…
-Llevamos alrededor de ocho reformas tributarias, o algo por el estilo, en 12 años, y la recaudación está exactamente donde mismo. La pregunta es si más reformas tributarias, incluyendo su dirección, son la solución. Las reformas tributarias que hubo van en dos sentidos: incrementar el impuesto de primera categoría y el impuesto global complementario, y darle más facultades a Impuestos Internos. Se ha hecho eso consistentemente y la recaudación está donde mismo. ¿Qué se proponía este gobierno? Hacer de nuevo lo mismo. Entonces uno dice: ‘Aquí hay un problema, parece que eso no es lo que se necesita’.
Nuestros problemas hoy tienen que ver con los niveles de complejidad que se le ha agregado al sistema tributario para una sociedad que es relativamente básica. El grueso de nuestras empresas son medianas o chicas, que difícilmente cuentan con los contadores, con los asesores, con las gerencias, y con las inversiones que se requieren para administrar la complejidad tributaria de hoy. Es absurdo seguir incrementando la complejidad tributaria. Eso sólo hace que la gente se mueva a la informalidad. Hay un error en ese concepto. Lo otro es que a nuestra economía le ponemos reglas como si fuera Alemania o España, y nosotros somos más parecidos, con suerte, a Hungría o a Letonia. Nuestro diseño tiene que ir de acuerdo con lo que somos. Eso va por la vía de simplificar, no por complejizar. Nuestra productividad, además, está estancada y no estamos haciendo cambios en esa materia.