El próximo 17 de diciembre, Ricardo Mewes Schnaidt (62) dejará de ser presidente del gran empresariado. Asumió la testera de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) el 15 de diciembre de 2022 y con él la Cámara Nacional de Comercio llegó por primera vez a liderar la cúpula de la multigremial empresarial.
Desde ese rol tuvo que hacer frente a las políticas y, como el mismo describe en esta entrevista, “el sesgo antiempresarial” con el que llegó la administración del Presidente Gabriel Boric a gobernar. No obstante, enfatiza que ahora esa mirada contraria hacia los empresarios va de salida, ya que se dieron cuenta, señala, “que necesitan a los privados”.
El martes en la noche, su padre de 91 años sufrió un violento portonazo. Tuvo que ser intervenido por algunas heridas que le dejó el asalto. Lo sucedido ese día no hizo otra cosa que relevar un tema que para Mewes siempre ha sido de preocupación: la seguridad ciudadana. Por ello, insta al gobierno y al Congreso a avanzar en las leyes que se necesitan para enfrentar los distintos tipos de delitos que se están cometiendo en el país. Si no se actúa pronto, advierte, en un unos años más el Estado habrá perdido la batalla contra la delincuencia.
De su gestión hace un positivo balance y destaca las iniciativas de Gremios por Chile y Empresas por Chile, dos instancias que le permitieron recorrer el país. Agradece el respaldo que tuvo de las seis ramas que integran la CPC y el trabajo mancomunado con la aún vicepresidenta y próxima presidenta de la entidad, Susana Jiménez, y del secretario general también saliente, Fernando Alvear.
Pero más allá del fin de su período en la CPC, Mewes quiere mantenerse en la “vida pública” y transmitir todo lo que aprendió liderando al gran empresariado. Cuenta que una forma de hacerlo es a través de una fundación, con gente de pensamiento transversal donde se discutan los temas de política pública. “Soy bastante liberal en mis pensamientos. Me gusta siempre tener gente con distintas miradas, porque así se construye el país”, afirma. Y su interés nace también porque ve al país “polarizado”, y su idea es unir a través de las ideas.
¿Una carrera política como diputado o senador? “No lo sé” responde. Pero lo que sí tiene claro es que le interesa el tema público.
¿Cómo define la relación con el gobierno en estos dos años?
-A pesar de las diferencias que tenemos en distintos temas, en cómo abordarlos y en la mirada de la sociedad, para mí la señal más clara de que tenemos una relación de amistad cívica son las muestras de cariño y de afecto que he tenido a propósito de lo que sucedió con mi padre y el asalto. Recibí el llamado de muchos ministros y subsecretarios. También de parlamentarios. Eso demuestra que hemos ido generando una relación humana de confianza, de amistad cívica, a pesar de que no estemos de acuerdo en los temas.
Sin embargo, en estos casi tres años que lleva el gobierno y dos siendo usted presidente de la CPC, el Presidente Boric cada tanto los ha emplazado públicamente. De hecho, la semana pasada les dijo que tenían un “pesimismo ideológico”.
-Pero me quedo con algunas cosas que para mí han sido importantes. Por ejemplo, a propósito de nuestra iniciativa de Empresas por Chile. Nosotros la lanzamos y de inmediato la ministra de Salud, Ximena Aguilera; del Interior, Carolina Tohá, y el ministro de Educación Nicolás Cataldo, engancharon con esa idea y pasó a ser una política público-privada. Entonces, hay distancia en los temas donde no hay acuerdo, pero mucha unión en los temas donde tenemos puntos de vista similares.
Pero, dados los varios cruces públicos entre el gobierno y el gran empresariado, pareciera que son más los temas que los distancian que los que los unen…
-Si los enumeramos puede que sí. Lo que puedo reconocer es que como el gobierno ha ido poniendo la agenda, nosotros quizás podríamos haber fijado nuestra propia agenda de temas antes, lo que nos hubiera unido.
¿Cuál es su juicio personal de los dichos del Mandatario que aluden a empresarios o al sector privado en general?
-Yo se lo he dicho al Presidente Boric: aquí no hay ningún pesimismo ideológico. A nosotros nos interesa, en cualquier gobierno, que al país le vaya bien. A nosotros nos interesa que nuestras empresas crezcan, porque si lo llevamos solamente al tema monetario, si crecen vamos a ganar más plata, pero no es solo eso, porque si podemos desarrollarnos más, vamos a poder hacer crecer a nuestras empresas, a los trabajadores, e ir invirtiendo en otros negocios. Por eso le hemos dado duro al tema de la inversión y al crecimiento económico, porque en la medida que se va creciendo se pueden pagar mejores sueldos. Eso no tiene que ver con ideología, sino que son realidades, y las realidades están a la luz de las cifras, y esas nos dicen que en los próximos diez años vamos a crecer a 1,8%. Esa cifra es insuficiente, Chile necesita crecer al 4% o 4,5%. El Presidente Boric también dice que no se conforma con crecer al 2% y ahí tenemos un punto de convergencia, tenemos que trabajar juntos para mejorar el crecimiento.
El Presidente Boric también hace la distinción y recalca que los inversionistas extranjeros son más optimistas respecto del país que los chilenos. ¿Eso es así?
-Cualquier empresa extranjera que invierte en Chile, no lo hace por bolitas de dulces. Esa empresa está buscando una oportunidad. Una forma es comprando una empresa en un menor precio o está viendo una oportunidad y la compra. Sin embargo, lo que nosotros hemos planteado es que la formación bruta de capital fijo, que es la que permite que la inversión crezca y genere empleo con mejores salarios, es la que está estancada. Entonces, debemos separar ambas inversiones, porque la que nos mueve la aguja está paralizada. También nos hemos encontrado con empresas que están mirando con cautela las incertezas que se empiezan a producir. Una de ellas es lo que pasó con el sector eléctrico por los temporales, donde el gobierno dijo que iba a caducar la concesión. La ley de pesca genera poca certeza. El tema tributario también genera incertezas.
Entonces, ¿hay todavía muchas incertezas abiertas para el inversionista?
-Todavía hay muchas incertezas y temas abiertos. De hecho, mientras no se apruebe la ley de permisos sectoriales no hay certeza en los plazos, porque hay un stock muy grande de proyectos esperando los permisos. Incluso una vez aprobada la ley costará mucho disminuir el actual stock de proyectos. Entonces, una vez terminado con ese stock se podrá ver si efectivamente la nueva institucionalidad logró reducir en un 30% los plazos de esos permisos.
¿Ese proyecto lo apoyan?
-Estamos apoyando el proyecto de los permisos sectoriales. Hemos trabajado junto con el ministro Grau, pero no nos gusta el proyecto que reformula el sistema medioambiental. De hecho, somos de la idea de que, una vez que se apruebe el proyecto de los permisos sectoriales, se pueda repensar el sistema de permisos medioambientales, sin bajar el estándar que nos exige hoy día la sociedad.
Mirando hacia atrás, ¿ve que el gobierno cuando asumió tenía una visión antiempresarial?
-El tema empresarial no estuvo en el discurso inicial del gobierno. Y les costó mucho tener una buena relación con el sector privado. Eso con el tiempo fue cambiando.
¿Los miraban con desconfianza?
-Yo creo que sí. En el discurso de campaña había mucho de que los empresarios eran depredadores, que eran extractivistas, incluso hasta los agricultores decían que eran extractivistas. Pero cuando uno va a ver, por ejemplo, que ahora Chile se ha convertido en el principal exportador de cerezas del mundo, y ve la tecnología que hay aplicada a los campos, bueno, yo digo ¿es extractivismo eso? No, hay inversión en tecnología, en energía, en desarrollo. Había un sesgo importante en los discursos de campaña.
¿Un sesgo antiempresarial?
-Si, había un sesgo antiempresarial del gobierno, pero eso ha ido cambiando. Lo mismo que el concepto del crecimiento. El propio Presidente Boric se dio cuenta de que era importante y empezó a organizar el gabinete procrecimiento y empleo. El ministro de Economía, Nicolás Grau, empezó a salir a regiones, y a estar con los titulares de los proyectos para ver cómo destrababa sus inversiones. En los hechos se dieron cuenta de que necesitaban al sector privado. Todo eso es supervalorable. Costó mucho que este tema permeara dentro del gobierno, pero ese cambio es positivo para el país.
¿Y este giro lo ve como genuino?
-El Presidente entendió que el crecimiento era importante, porque también necesitan recursos que vienen del crecimiento.
Por lo tanto, pese a ciertos dichos de vez en cuando, ¿usted diría que esa mirada poco favorable hacia los privados quedó atrás?
-Creo que se modificó, pero costó cambiar esa mirada que tenían cuando el Presidente era candidato. Toda la gente que lo rodeaba venía con un discurso que es difícil cambiarlo, y probablemente hay muchos que todavía lo tienen. Se demoró dos años por lo menos. Ahora está tratando de avanzar, pero todavía hay incertezas en algunos sectores como el eléctrico, el agua, de servicios básicos, donde hay inversiones extranjeras importantes. Hay un portafolio grande de inversiones en Obras Públicas, pero se tienen que materializar y avanzar de manera mucho más fluida. El Estado tiene que acompañar mucho más a la empresa, ir mucho más de la mano, pero no esta relación que es medio trancada.
¿El cambio entonces no ha sido suficiente para reencantar la inversión e impulsar el crecimiento económico?
-No, hay que ser más profundo y más creativo en las medidas que generen mayor inversión y crecimiento.
Usted dijo que el tema tributario sigue generando incertezas en el sector privado. ¿Por qué?
-Sí, porque (respecto del proyecto de impuesto a la renta) no tenemos claridad todavía cuál será el contenido, más allá de lo que hemos leído en la prensa.
Pero el gobierno recogió la propuesta de bajar el impuesto de las empresas a 25% y creará dos tasas para el retiro de utilidades…
-Nosotros planteamos una cosa distinta. Una tasa de retiro de dividendo y retiro de utilidades, pero con una tasa corporativa de 23% y un sistema integrado. Tenemos que ser competitivos tributariamente, porque, además, ese mecanismo es el que le hizo bien a Chile en una época. Entonces, este afán del ministro de desintegrar tendrá un efecto nocivo en las medianas y pequeñas empresas. Si bien nosotros pedimos bajar a 23%, no necesariamente tiene que ser de una sola vez, puede ser gradual, pero ir cerrando este tema impositivo.
Si se baja la tasa de impuesto a las empresas al 23% en un sistema integrado, ¿cómo se logra la mayor recaudación para que el proyecto sea fiscalmente neutro?
-Habría que hacer los números, y para eso está el trabajo de los técnicos, que nos van a calcular cuánto es lo que se requiere.
El sector privado siempre dijo que había que bajar la tasa corporativa y se opusieron a cualquier alza de impuestos. ¿Ganó su visión?
-Más que ganó la postura del sector privado o no, está la evidencia empírica de lo que pasa en el mundo, principalmente en los países OCDE. Y por ello me parece que es sano que si nos comparamos con ese grupo de países, nos pongamos a la par con ellos para ser competitivos.
“No es posible que a las 10 de la noche la gente tenga que esconderse en su casa”
¿El Estado se ha ido quedando atrás en cómo combatir la delincuencia?
-Cuando uno empieza a ver que este tipo de situaciones se van repitiendo en varias partes del país, eso nos muestra que tenemos un problema muy serio que se ha ido acrecentando en el último tiempo con altos grados de violencia. Lo que tenemos que hacer acá es utilizar las herramientas que la tecnología nos permite hoy en día, como el reconocimiento facial o la interconexión de todo el sistema de cámaras que existe en el país. Insisto en este punto, porque si eso estuviera funcionando, en el portonazo que tuvo mi padre las cámaras hubiesen visto a cuatro personas encapuchadas caminando y hubiesen saltado algunas de las alarmas en las oficinas de seguridad de la municipalidad.
¿Falta avanzar más rápido en los proyectos de ley que regulan los temas de seguridad?
-Sí, se debe impulsar un par de leyes de las que están pendientes en el Congreso, como la de inteligencia económica, y se deben aprobar los cambios legales para fijar las reglas del uso de la fuerza en infraestructuras críticas. Esto, para que las Fuerzas Armadas puedan ayudarle a Carabineros y de esa manera liberarlos y así hacer rondas en las calles y dar más seguridad. No es posible que a las 10 de la noche la gente tenga que, en cualquier parte de Chile, esconderse en su casa.
¿Hay una mayor preocupación en los temas de seguridad por parte de los inversionistas externos?
-Sin duda. Tengo varios amigos que a propósito de los que nos pasó me han escrito. Ellos históricamente vieron a Chile como un país seguro, y creo que nosotros tenemos que hacer la comparación con lo que éramos hace relativamente poco tiempo. Chile era más seguro que los países vecinos. Antes daba garantías de seguridad, y es un deber como país volver a dar esa garantía de seguridad.
¿Hoy en Chile no hay garantías en materia de seguridad?
-Chile ha ido perdiendo o debilitando la garantía de seguridad que tenía. Me parece a mí que nos ha ido sobrepasando. Si bien hay que reconocer los esfuerzos que ha hecho el gobierno y se ha ido avanzando, las organizaciones van mucho más rápido que el Estado. Y ahí es donde uno dice, bueno, ¿cómo actuamos para que el Estado vaya más rápido que las bandas delictuales? El Estado tiene que ser más eficiente, más ágil, con más creatividad y también con un nivel de decisión más que los delincuentes.
¿Chile se está quedando atrás?
-Si no se resuelve pronto el combate contra la delincuencia y la situación se mantiene tal como está ahora, es probable que en un par de años más debamos decir que el Estado perdió esa batalla.P