Un escenario razonable de crecimiento es el que presentó el Ministerio de Hacienda y la Dirección de Presupuestos para 2020 y 2021. Esa es la impresión que tiene el exdirector de Presupuestos, Rodrigo Cerda. Pero su análisis cambia a la hora de poner el foco en las perspectivas de gasto y de deuda para el mediano plazo.

El ahora profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica e investigador de Clapes UC, argumenta que “el escenario que se está delineando para la deuda si bien es factible, es uno que supone que los crecimientos de gastos serán bien acotados, incluso negativos, y la pregunta ahí es si es factible de hacer políticamente”.

Advierte que los nuevos gobiernos tendrán necesidades nuevas de gasto y deberán financiar sus programas, por lo que “hay riesgos de que se vaya bastante más arriba” el gasto público.

Por ello sugiere que si el próximo año, el Producto Interno Bruto (PIB) crece en torno a 5%, el fisco debería empezar a contener el impulso fiscal desde ya.

Hacienda entregó sus supuestos macroeconómicos y para este año ve una caída de -5,5%, mientras que para el próximo lo situó en 5%, ¿es un escenario realista?

-Es un escenario base factible, puede variar un poco el crecimiento de este año, pero es bastante razonable. El rebote para el próximo año es una buena perspectiva que se puede perfectamente dar.

En materia presupuestaria, el gobierno prevé un gasto de 9,5% en comparación a la ley aprobada 2019, pero de 0% si se compara con lo que se ejecutara este año, ¿está bien ese diseño de mantener el impulso fiscal?

-Cuando se mira el presupuesto se ve es que se está cumpliendo el acuerdo que se dio entre el gobierno y la oposición hace unos meses, en torno a mantener el nivel de gasto 2020 para 2021, eso se está cumpliendo. Así y todo el presupuesto tiene un impulso fiscal importante que se refleja cuando se analiza lo que está pasando con el balance estructural, que se amplía de -3,2% a -4,7% en 2021. En ese escenario, no hay que perder de vista que el próximo año la economía va a estar creciendo de manera significativa, cerca de 5% y en ese sentido, uno se pregunta si la expansión del gasto público debió ser un poco menor para podertratar de controlar los niveles de deuda.

Entonces, ¿el impulso fiscal debió ser menos?

-Vamos a tener que observar cómo evoluciona la economía el próximo año. Si crece a tasas razonables como 5%, se debe pensar en una menor ejecución del gasto público para tratar de evitar los aumentos de deuda. Las presiones de gasto que vamos a tener hacia adelante serán muy difíciles de manejar, y por eso es importante que los presupuestos ahora crezcan de manera razonable, porque si eso no pasa, nos vamos a encontrar con presiones de gasto bastante complicadas.

En ese sentido, para el próximo año se prevé que la deuda suba a 36,4% del PIB y que para 2024 llegue a 44,6%, luego en 2025 comience a bajar levemente a 44%. ¿Es creíble esa ruta considerando que para que eso se materialice, el gasto debería contraerse en los próximos años?

-Si llega ese momento y efectivamente tenemos niveles de deuda altos será complicado seguir financiándola y deberían subir las tasas de interés de manera importante. Estar acercándonos a niveles de 45% ya es una luz amarilla pasando a naranja. Lo relevante es darse cuenta de lo siguiente: el escenario que se está delineando para la deuda si bien es factible, es uno que supone que los crecimientos de gastos serán bien acotados, incluso negativos, y la pregunta es si es factible de hacer políticamente. Y nuevamente volvemos al tema de las presiones de gasto y de que habrá un nuevo gobierno con su programa que deberá ser financiado. En ese escenario, el nivel de deuda de 45% al 2024 tiene un claro riesgo de que sea más alto.

¿En su escenario entonces ese nivel de 45% de deuda lo sitúa más cercano a 50%?

-No, no tengo ningún número, porque dependerá mucho de cuál será la elección que tomará la ciudadanía y el sistema político respecto de los próximos programas de gobierno. En ese sentido, lo que sí estamos viendo es que ese 45% es más bien un piso y esa es la complicación.

¿Por eso plantea la necesidad de comenzar a contener gastos ya el próximo año, ya que hacia adelante es poco factible la contención de gasto como lo proyecta Hacienda?

-Es complejo y también es improbable dado todas las presiones de gasto por la llegada de un nuevo gobierno. Cuando uno ve la historia, los nuevos gobiernos llegan con sus programas y esos se deben financiar y no son montos pequeños. Hay riesgos de que se vaya bastante más arriba ( la deuda) y por eso tenemos que ser cuidadoso con los aumentos de gastos y redoblar los esfuerzos para revisar los gastos públicos y tratar de rebajar lo que es ineficiente. Ya llegamos a cierto límite y si no empezamos a hacer ahora las revisiones estaremos complicados más adelante.

Esto va en línea con la necesidad de ir reduciendo el déficit estructural. Para el próximo año el gobierno proyecta un -4,7%, y luego una recuperación de -3,9% para 2022, ¿es una meta ambiciosa?

-Hay que ir reduciendo el déficit, porque ya llevamos varios años con importantes desviaciones de la meta y se está haciendo muy difícil ir reduciéndolo. Esto se traduce en que vamos a tener endeudamiento más altos y eso lamentablemente hay que ir pagándolos. Seguramente deberíamos ir cerrando más rápido, pero estamos con un shock muy grande que no permite ir más rápido.

¿Pero si no se hizo en años relativamente normales, es menos probable ahora en una situación de crisis?

-Nuestro sistema político, sobre todo el Congreso, tiene que darse cuenta de que se debe volver a la sostenibilidad fiscal. Las próximas discusiones presupuestarias que se vienen deben relevar la necesidad de revisar los gastos. Estamos en una situación donde se deben ir cerrando los déficit, porque si no vamos a estar en una situación compleja de deuda. El próximo año ya vamos a estar con niveles altos. Estamos con una mochila pesada que hay que ir pagándola hacia adelante. Ahí pueden salir opciones de financiamiento.

En cuanto al déficit fiscal efectivo la estimación para este año se redujo de -9,6% a -8,6% por una menor caída en los ingresos de la proyectada en junio (-16,1%) a -10,6%, ¿qué hay detrás de esta menor caída en los ingresos?

-Los niveles de gastos van en la misma línea de lo proyectado. Lo que pasa es que a principios de año, Hacienda tenía previsto un escenario de crecimiento bastante peor de lo que se está dando y eso permite tener mayores ingresos. De todas maneras estamos hablando de niveles de déficit súper grandes y a eso hay que sumarle que se deben financiar cosas que están bajo la línea presupuestaria, que son gastos que ocurren, pero no van dentro del balance fiscal, como por ejemplo el financiamiento de empresas públicas, Fogape, entre otros.

Para el próximo año también el gobierno espera un fuerte ajuste en el déficit fiscal efectivo a -4,2%.

-Se debe a que habrá mayores ingresos, y eso es porque la economía crecerá más y por esa vía habrá una mayor recaudación, y además hay medidas tributarias que se revierten en 2021. Pero así y todo seguimos con un déficit grande y se hará difícil ir cerrándolo en momentos en que la economía no muestra mayores crecimientos de tendencia. Una noticia algo más positiva dentro de todo es que el gobierno presentó las proyecciones de gasto hacia adelante y se observa algo de holguras.

¿Cuáles serán las nuevas fuentes de ingresos? ¿Una reforma tributaria podría estar dentro de las opciones a discutir?

-En este escenario lo que echo de menos es una buena discusión sobre cuál será la estrategia de crecimiento de mediano plazo y cómo vamos a echar a andar la economía. Nos estamos preocupando de la emergencia, de salir de la crisis pero no de cómo se pueden mantener tasas de crecimiento más sostenidas en el mediano plazo. Si no hacemos eso será muy difícil darle sostenibilidad a la política fiscal de mediano plazo. Una reforma tributaria se puede discutir, pero hay que ser cuidadosos porque eso puede resentir el crecimiento y la recaudación fiscal.

¿Se deberá discutir a fines del próximo año una nueva regla fiscal?

-Es algo que debemos empezar a revisar. La regla actual debería dar cierta credibilidad y un horizonte para la política fiscal, pero lo que ha pasado en varios gobiernos es que las metas fiscales propuestas muchas veces no se cumplen y se van cambiando a través de tiempo. Eso le va quitando credibilidad. Se puede entender que esas metas no se cumplan cuando hay escenario como el actual, y por ello se necesitaría una válvula de escape, pero no ha pasado sólo en épocas de crisis sino que en otros periodos.