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Un conserje de un condominio en Marbella (Valparaíso), quien fue superado por la presión de una larga fila de autos tratando de entrar, fue el punto de inicio para Safecard, el emprendimiento que en unos meses comenzará su primera ronda de financiamiento en EEUU.
En 2014, -Alberto Rochet, socio fundador de Safecard, sentía que el ingreso mediante un registro de lápiz y papel no era muy eficiente, como tampoco lo era, que el encargado de seguridad se viera presionado por los bocinazos. Le comentó esto a Claudio Juliá, actual director ejecutivo y cofundador de esta startup y juntos pensaron en una solución que, por medio de dispositivos tecnológicos, permitiera crear una plataforma de acceso fácil, seguro y rápido a los edificios o condominios.
A través de una app, el sistema garantiza el acceso a las personas una vez que el torniquete escena el código que aparece en pantalla. La plataforma también ofrece la opción de abrir cerraduras y un escáner de patentes que permite el acceso a los autos, entre otros servicios.
Pese a que ambos socios tenían oficinas, todo el proceso fue desarrollado sin grandes lujos: las primeras ideas bosquejadas en un restaurante, en reuniones en casas de amigos o cualquier espacio desocupado que encontraban.
Pero en un momento tuvieron que parar y decidir si seguían con sus empresas de varios años, o gastaban todas sus energías en este emprendimiento que en 2018 facturó cerca de US$2 millones y que para este año prevé duplicar los ingresos.
Hora de dar el paso
La decisión fue ir "a fondo" y en una vez que lograron reunir el capital inicial para su proyecto dejaron sus empresas de lado. El destino para lograr el financiamiento los llevó a Perú. "No teníamos idea de cómo se hacía este proceso y Alberto le pidió ayuda a un conocido que era gerente general de una banca de inversiones y en ese minuto se encontraba trabajando allá", comenta Juliá.
Hugo Horta, quien actualmente también es socio de la compañía, los ayudó a preparar una presentación que fuera atractiva para atraer inversionistas y que tuvo como resultado que Safecard levantara su primer millón de dólares en 2014.
Una vez que el prototipo estaba listo presentaron el proyecto a un comité de un condominio que no eran más de cinco personas. "Con ellos nos equivocamos, pagaron los platos rotos y estamos súper agradecidos de la confianza que nos entregaron, nos pudieron haber liquidado, pero yo creo no lo hicieron porque veían algo potente", apunta Juliá. Hoy, están presentes en más de 120 edificios.
Pese a que en 2014 lograron poner el emprendimiento en marcha, la parte del financiamiento no fue sencilla. Corfo les cerró las puertas por ser un desarrollo "que no era de innovación tecnológica" y el cofundador comenta que han tenido suerte, porque en el proceso inicial muchos del sector privado tampoco los cotizaron.
El salto a EEUU
Al principio registraban pérdidas por US$1 millón, después por US$300 mil y este año llegaron a la estabilidad financiera. Los principales costos para la empresa han sido el pago de sueldos, ya que de las cerca de 27 personas que trabajan ahí, son ingenieros. Ahora uno de los objetivos de la empresa es internacionalizarse, y para eso sumaron al presidente y CEO de Object Management Group, Richard Soley, como presidente del directorio para abrirse espacio en el mercado de EEUU.
En esa línea, Safecard cambiará de nacionalidad a la norteamericana para facilitar que los fondos de inversión aporten en la empresa. Otras de las condiciones es que tenga una sede en ese país y que su servicio sea utilizado por estadounidenses. Esto lo cumplirán en una alianza con una empresa del Estado de Florida que administra cerca de 5 mil edificios y que va a comenzar a instalar el servicio en los primeros inmuebles. El siguiente paso, es comenzar a recibir financiamiento para expandir el proyecto a nivel global por medio del sistema de franquicias.
Si bien Juliá dice que las metas en la innovación nunca terminan, espera que en algún momento Safecard entre a la lista de reconocimiento que hoy gozan empresas como Cornershop y NotCo y que su sistema se masifique a tal punto que la gente recuerde como anecdótico lo ineficiente que era el ingreso a un edifico, casa o condominio con un lápiz y papel.
Además, están ampliándose a otros servicios relacionados, como el pago automático mediante código QR, que ya lo comenzaron a aplicar en una flota de taxis en Maipú. Todo, sin necesidad de Transbank. Otro negocio es el control de acceso de pago a servicios como estacionamientos por medio de los celulares, donde están a punto de cerrar un convenio con Mallplaza.