El agua no facturada representa en promedio más del 30% del volumen del recurso producido en el país, valor que incluye, entre otros, las pérdidas físicas del recurso que ocurren en las redes de las empresas, que representa del orden de un 74% de ese indicador.
En 2018, según las últimas cifras disponibles de la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS), la producción alcanzó un volumen de 1.740 millones de m3, periodo en que el consumo, que está representado por los metros cúbicos de agua potable registrado por los medidores domiciliarios y facturado a los clientes de cada compañía, totalizó 1.201 millones de m3.
Son varias las causas del agua no facturada, entre ellas, las pérdidas físicas que corresponde al volumen que es producido y que no llega al consumidor final por fallas en los sistemas de distribución, principalmente en conducciones y redes. También considera otros ítems como problemas en la medición o conexiones clandestinas, o uso de agua para extinción de incendios por parte de Bomberos.
Lo cierto, es que en el contexto de sequía en gran parte del país y cuando la escasez hídrica es uno de los principales problemas que enfrenta la sociedad actual, reducir las pérdidas del recurso en las redes de distribución se vuelve un desafío mayor para las empresas sanitarias.
Este tema actualmente está siendo prioritario para las compañías, que están acelerando inversiones para controlar las pérdidas. Por medio de tecnologías para la detección y prevención de fugas invisibles de la red,
Aguas Andinas, firma que abastece a gran parte de la población de la Región Metropolitana, cuenta con un plan de eficiencia hidráulica, con una inversión por cerca de US$100 millones, el que considera tecnología de punta para detectar fugas nos visibles de agua potable.
“A través de la incorporación de estas tecnologías en la infraestructura, entre 2015 y 2019, logramos recuperar, un total de 14 mil millones de litros de agua al año, equivalentes aproximadamente al consumo anual de 330.000 personas”, comenta Franco Nicoletti, gerente de Distribución y Recolección de Aguas Andinas.
Desde el año pasado, la compañía puede monitorear en línea los 13.200 kilómetros de la red a través de un centro de control operativo, que inauguró recientemente, mediante información transmitida por miles de sensores instalados en la infraestructura. De esta forma, dice Nicoletti, buscan recuperan 70 mil millones de litros de agua anuales a 2026, lo que equivale al consumo anual de 1.490.000 personas.
Entre los adelantos que se utilizan destaca la tecnología satelital, cuya base es el análisis de imágenes, en las cuales logran identificar la presencia de agua potable en el contorno de las tuberías. A esto se suman la inyección de un gas inocuo al interior de las tuberías, que luego es detectado mediante equipos especializados recorriendo la red en superficie y permite localizar la fuga; sondas al interior de tuberías con cámara y sensores; y tecnologías acústicas que detectan el ruido que hace el agua al salir por la fisura, son las tecnologías que está aplicando Aguas Andinas para la detección y prevención de fugas invisibles de la red.
Otras empresas
Esval, empresa que abastece de agua potable a la Región de Valparaíso, en los últimos cinco años ha bajado en más de 5 puntos porcentuales sus pérdidas. Luis Riveros, gerente regional Esval, comenta que este trabajo se ha intensificado en las zonas donde la escasez hídrica es más intensa, por ejemplo, en Quillota donde han logrado reducir en 12 puntos en este período.
Desde 2013, la firma implementa un plan de reducción de pérdidas con inversiones por unos $7.500 millones. La sanitaria también está sumando tecnología y cuenta hoy con 9.400 sensores para monitorear 5.000 kilómetros de redes, que les permite anticipar la ocurrencia de eventos y gestionar de mejor manera las redes.
Desde Essbio, la sanitaria con mayor cobertura geográfica del país y que opera en las regiones de O´Higgins, Ñuble y Biobío; cuentan que en el contexto de sequía han intensificado este trabajo de disminuir el índice de pérdida, también por medio de tecnología para controlar a distancia puntos críticos.
Entre las medidas destacan un plan de gestión de presiones y modelos hidráulicos para mejorar el levantamiento de la información en terreno. De hecho, en los últimos dos años han aumentado la instalación de válvulas reguladoras que permiten reducir roturas y pérdidas de agua, especialmente en sectores con presiones excesivas.
Para el bienio 2019-2020, la firma planea completar un desembolso de $1.500 millones para reducir las pérdidas. Para este año, aspira a tener el 80% de la red con modelos calibrados, lo que permite incorporar datos de terreno como mediciones de caudal, presión y verificación de la infraestructura al modelo hidráulico. Ello, explican, permite tomar acciones de mejora en la gestión de presiones y optimizar inversiones en esta área.
“Por otra parte, también hemos invertido en renovación de medidores con sistema de precisión metrológica para una lectura más eficiente del consumo y sistemas de detección de conexiones irregulares”, explicar desde la firma.
En la misma línea, Essal, con operaciones en las regiones de los Ríos y Los Lagos, implementó obras de renovación de redes de agua potable para reducir las pérdidas. Durante 2019 se renovaron cerca de 10 kilómetros de tuberías, lo que implicó una inversión por $2.500 millones y para 2020 proyecta desarrollar inversiones similares en montos y extensión.
Con el mismo foco, Nuevosur, que sirve a la Región del Maule, cuenta que también ha invertido en tecnología para el monitoreo y control a distancia “de los más de 1.200 kilómetros de nuestras redes de agua potable, lo que va acompañado de una campaña para el buen uso de los grifos, factor que también evita pérdidas de agua por su extracción no autorizada”, indican.
“A su vez, estamos incorporando nuevos sistemas de regulación de presión, permitiendo que las tuberías no sean sometidas a presiones excesivas que fatigan el material y generan roturas”, añaden desde la empresa.