Fue la primera vacante de la industria del retail de este año. Es un cargo apetecido, de una empresa que vale en Bolsa más de US$5 mil millones, con presencia regional y un salario de alto vuelo. Tras el cambio de directorio de abril -salieron integrantes de las familias controladoras y el presidente de Falabella, Carlo Solari, fue reemplazado por Enrique Ostalé-, la administración también fue puesta en entredicho, tras los malos resultados de la empresa, que la llevaron esta semana incluso a perder su investment grade. Bastaron cuatro meses para la renuncia de Gastón Bottazini, un argentino que llevaba cinco años como gerente general de Falabella, pero que había hecho una carrera de larga data en la firma: llegó en 2008 desde McKinsey.

El directorio encomendó la tarea de búsqueda a la oficina local de Egon Zehnder, multinacional que en Chile es dirigida por Hernán Cubillos, Luis José Garreaud y Cristina Manterola, quienes se han apoyado en su oficina de Brasil para ampliar la lista probable de candidatos, en la que ya hay ejecutivos de toda la región. Hasta ahora, Falabella ha tenido sólo sucesiones internas, tras el largo período de Juan Cuneo que terminó en 1995. A él le sucedieron, en orden de aparición: José Concha, Pablo Turner, Juan Benavides, Sandro Solari y el propio Bottazzini. Todos provenían de las filas de la propia compañía, con especialidades que fueron intercalándose en el tiempo. Unos tenían un perfil más comercial; otros más financiero. La sucesión de Bottazzini será más compleja. La compañía requiere alguien que ojalá tenga dominio de la omnicanalidad y, como es habitual en estos procesos, que posea liderazgo, carácter para entenderse con el directorio y capacidad para entender lo que quieren los clientes del retailer, en una industria en plena transformación.

La búsqueda tiene plazos: aunque la salida de Bottazzini fue anunciada a comienzos de septiembre, ese mismo día se especificó que Bottazini dejaría la compañía recién el 1 de enero de 2024, colaborando en la transición del máximo puesto corporativo de la compañía. Para eso ya falta casi un mes.

La renovación de la posición de gerente general de Cencosud, igual que en los otros casos, no estaba planificada. A diferencia de Falabella, donde el cambio se originó más en la débil perfomance del negocio, Cencosud, otro gigante con una valorización superior a los US$5 mil millones, se vio obligada por un evento exógeno a buscar su nuevo CEO. El 4 de octubre, cuando la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) multó y sancionó al gerente general de Cencosud, Matías Videla, por uso de información privilegiada. Trece días después, y tras una presión de diversos frentes -cuestionamientos de las AFP, gremios empresariales y autoridades-, Videla renunció y terminó con 26 años en Cencosud y cinco como CEO. El cargo está vacante, aunque Cencosud debió, presionado por la CMF, nominar formalmente un gerente general interino: el gerente de control de gestión, Renato Gutiérrez.

Desde esa fecha, Cencosud inició un proceso de remplazo que pasó también por la contratación de una empresa especializada en fichajes de alto vuelo: Korn Ferry, multinacional que está realizando un análisis de los candidatos internos para reemplazar a Videla. Es, por decirlo de alguna manera, el primer anillo de sucesión que ha resuelto el comité de búsqueda formado en el directorio para decidir al reemplazante del ejecutivo argentino. Según varios especialistas del área, el candidato natural para el cargo que ocupaba Videla es el gerente general de Cencosud Shopping, Rodrigo Larraín, quien ha trabajado sucesivamente en casinos Enjoy y Cencosud. El ejecutivo, además, es cercano a Manfred Paulmann, uno de los dos hermanos que integran el directorio de la empresa. La otra es la presidenta, Heike Paulmann, quien dirige la empresa desde la salida de Horst Paulmann, quien dejó el cargo por problemas de salud a inicios de 2021 y el directorio en 2022.

Álvaro Jallaf Sánz (43 años) tenía una doble condición en el grupo Patio: era su máximo ejecutivo y accionista, como integrante de la familia fundadora. Su padre inició la compañía hace dos décadas, pero fue incorporando socios que hoy tienen participaciones relevantes. Los Jalaff tienen el 21%, Eduardo Elberg posee cerca de 22% y las hermanas Paola y Gabriela Luksic, otro 22%. Pero en 2023 ha habido movimientos relevantes. En abril asumió la presidencia Andrés Solari, ejecutivo del family office de Elberg, en reemplazo de Darío Calderón. Y el 25 de septiembre, Álvaro Jalaff anunció su salida de Grupo Patio, donde cumplió labores por casi dos décadas. Su renuncia se hizo efectiva el último día de octubre y fue acompañada luego por la salida de su hermana y su madre del directorio. La vinculación de los Jalaff con el caso Factop -sobre todo de los hermanos Antonio y Sergio- llevó a los accionistas a revisar la presencia de la familia en la empresa, para evitar efectos reputacionales.

Tras la salida Jalaff, la empresa encomendó la búsqueda de su sucesor a otra empresa de head hunting internacional: Kingsley Gate. Fundada en 2015 y con sede en Nueva York, Kingsley Gate reporta en su página web haber ayudado a más de 1.700 organizaciones a contratar a miles de ejecutivos. En la búsqueda chilena participa uno de los socios locales: Eduardo Antunovic, senior partner & chief client officer de Kingsley Gate desde hace cuatro años. Antes trabajó en otras reclutadoras: The Caldwell Partners y en Heidrick & Struggles.

El grupo Patio nació en 2004, con su primer strip center, en Ñuñoa. Hoy administra 158 activos inmobiliarios por un valor de US$3.200 millones. Un gran operador de real state que tiene un valor inferior al de los otros gigantes del retail: a comienzos de año la firma fue valorizada en unos US$700 millones, cifra que bajó por las altas tasas que han golpeado el valor de los activos de renta inmobiliaria. Entre medio, los Jalaff buscan vender parte o toda su posición en la empresa, en un rediseño societario que coincidirá con la búsqueda de un nuevo CEO para Grupo Patio.