“Trabajé 20 años con Sebastián Piñera. Saliendo de la universidad, alcancé a estar dos meses en Copec y me fui a Bancard, que en ese minuto ya era un family office, porque habían vendido el negocio de tarjetas hace muchos años. Ahí estuve tres años como analista y me fui a hacer mi MBA a Harvard. Pasó que, mientras estaba allá, Juan Luis Rivera, que era el gerente general, se fue a Moneda Asset Management, así que al momento de volver, Sebastián me ofreció reemplazarlo (...) Fue muy gratificante, fueron años de mucho crecimiento profesional y muy desafiantes”.
“Hubo momentos difíciles, momentos felices, en el fondo hicimos grandes cosas en conjunto, grandes cosas para él, cuando él tuvo dedicado a la política”.
“Efectivamente, él era muy exigente. A Sebastián, en el fondo, le gustaban los argumentos construidos con racionalidad y conocimiento. No le gustaba la especulación respecto de los argumentos a la hora de tener conversaciones formales sobre trabajos, inversiones, etcétera. Entonces, eso hacía que fuese normalmente exigente y desafiante. Había que estar preparado. Lo peor, lo peor era tratar de chamullar una respuesta. Y siempre te pillaba. Por eso, yo siempre le decía: Sebastián, ¿quieres que te diga lo que yo creo o quieres que averigüe y te respondo después, con más certeza? Normalmente, te decía, averigüe y me dice después. En el fondo, no tenía tiempo para escuchar una tontería que quizás no era la verdad oficial”.
“No era para nada mal genio. Era irónico, era exigente, era duro, te hacía trabajar mucho, le preocupaba que estuvieses siempre exigido, siempre trabajando, siempre rindiendo. Te llamaba a la hora del almuerzo, te llamaba a las seis de la tarde. Pero no era mal genio y, como lo han dicho todos muchas veces, no era rencoroso. Esa era una gran característica de él”.
Gerente a los 28 años
“Una tremenda escuela. La verdad que aprendí muchísimo. Le agradezco muchísimo a él, a su familia, a todos, esa experiencia. Me dio una oportunidad siendo muy joven también. Yo volví del MBA. Me ofreció ser gerente general de Bancard a los 28 años. Hoy día lo miro, digo, no puedo creer en el fondo lo que estaba metido a los 28 años”.
“El primer gobierno, me tocó con 32 años, que fue cuando él se desprendió de los negocios y ahí me quedé yo a cargo. Como se hizo un fideicomiso respecto de los activos locales, entonces el family office siguió activo fuera de Chile. Ahí hay un cambio importante, porque empiezas a relacionarte más con inversiones fuera de Chile y ahí hicieron algunas innovaciones interesantes, como los activos alternativos”.
“Hasta la crisis subprime, hasta el año 2008, para un family office chileno acceder a invertir con managers de activos alternativos de primer nivel era absolutamente imposible. los Ellos tenían filas de capital afuera esperando entrar y lo que pasó con la crisis subprime es que los managers en el fondo decidieron diversificar su base de inversionistas: ya no les gustaba tener solo clientes americanos y salen a buscar capital. Y Chile es un país muy atractivo porque tenía un mercado de capitales desarrollado y un sistema de pensiones en el fondo sofisticado. Entonces era una tierra fértil para abrirse”.
“Por otra parte, nosotros habíamos hecho liquidez como grupo, porque tuvimos que vender muchas cosas, dentro de ellos las acciones de Lan, Blanco y Negro, la Clínica Las Condes, Chilevisión. Entonces teníamos liquidez, no podíamos invertir en Chile y se nos abrieron las puertas a este mundo maravilloso de los activos alternativos. Estudiamos cómo había que hacerlo para invertir bien en el mundo de los activos alternativos y partimos con un programa muy disciplinado de inversiones de estándar internacional”.
La salida a los 43 años
“Mi salida tiene que ver con varias cosas. A los 43 años, cuando decidí salirme, llevaba 20 trabajando ahí. Es un momento donde se entra en una etapa de más madurez profesional y tú dices: ‘bueno me quedan 25 años más, pero si no me cambio ahora, si no hago un cambio ahora, se hace cada vez más difícil cambiar’. Por otro lado, con mis socios, habíamos empezado GSI como una cosa muy pequeña, superenfocada en un nicho que era con prestaciones de servicio y se dieron varias cosas. Uno, nos fue muy bien. El primer fondo GSI probablemente debe ser el mejor fondo de su camada y uno de los mejores fondos de ese tipo de rentas comerciales que ha habido. Por otra parte, nos llevamos muy bien los socios y además yo creía que había una oportunidad de hacer algo diferente en el mercado chileno”.
“En algún momento, Sebastián me dice que no puedo seguir haciendo las dos cosas. Pero cuando tomé la decisión de salirme, él estaba en la Presidencia y me costó meses juntarme con él para contarle mi decisión. Yo creo que después se le olvidó, porque cuando finalmente llegó el momento de optar, él me dijo que mejor siguiera haciendo las dos cosas, pero yo ya me había comprometido con mis socios y con mis aportantes a elegir”.
“Trabajamos 20 años juntos, pese a que éramos muy distintos somos muy distintos de personalidad, pero profesionalmente nos entendíamos muy bien, nos complementábamos. Y después de tanto tiempo, yo sabía perfecto lo que pensaba él, lo que le gustaba o le molestaba”.