Sólo Ecuador tiene una jornada laboral de 40 horas en la región y en la Ocde quienes la han reducido cuentan con medidas de flexibilidad
Según un informe que se realizó en 2019 por la división de Estudios del Ministerio del Trabajo, Chile exhibe una jornada laboral similar al promedio de los países de Latinoamérica en cuanto a su duración máxima semanal. Para avanzar en la iniciativa a la que apunta el gobierno actual, de reducirla a 40 horas semanales, Jorge Hermann, uno de los autores de dicho documento, pone el acento en buscar mayores grados de flexibilidad para que no impacte en la productividad.
El gobierno tiene dentro de su programa el avanzar en la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales. La ministra del Trabajo, Jeannette Jara, ha enfatizado que será una prioridad dentro de la agenda laboral del gobierno, mientras que el ministro de Hacienda, Mario Marcel, ha sostenido que junto con avanzar en la reducción, también debe haber un avance en la productividad. El camino en paralelo de ambas materias es lo que debe cuadrar el Ejecutivo ante de ingresar esa iniciativa al Congreso.
En 2019, las diputadas PC Camila Vallejo y Karol Cariola impulsaron un proyecto que buscaba reducir la jornada laboral. La iniciativa fue aprobada en la Cámara, pero no logró avanzar en el Senado, dado el escenario de crisis que atravesaba el país por la pandemia. Ahora forma parte del programa de Apruebo Dignidad.
¿Pero cuál es la realidad comparada con la región y con los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económica (Ocde)?
Un informe realizado por la división de Estudios del Ministerio del Trabajo en momentos en que se discutía el proyecto bajo el gobierno de Sebastián Piñera (2019), analizó cuál era el estado de las jornadas laborales y cómo se han ido aplicando las reducciones de las horas trabajadas en el resto del mundo.
A nivel regional, Chile tiene una jornada laboral similar al promedio de los países de Latinoamérica en cuanto a su duración máxima semanal, y sólo Ecuador cuenta con una jornada de trabajo de 40 horas semanales. Por ello, si se avanza en el proyecto, Chile sería el segundo país de la región con una de las jornadas más bajas y sin mayores medidas de flexibilidad laboral.
Actualmente, el Código del Trabajo establece una jornada ordinaria máxima semanal de 45 horas efectivas de trabajo, distribuibles en no más de 6 ni menos de 5 días, como regla general. Asimismo, señala que la jornada ordinaria diaria no puede sobrepasar de 10 horas efectivas, con un máximo de dos horas extraordinarias por día, pagadas con un recargo de 50% del sueldo base convenido para la jornada ordinaria.
De acuerdo al documento, Chile presenta 45,7 horas habituales promedio trabajadas para aquellos trabajadores dependientes con jornada completa, lo que implica que un grupo realiza horas extras. En cuanto a la situación de los trabajadores part time, ellos trabajan un promedio de 17,5 horas habituales en promedio, inferior al máximo de la jornada a tiempo parcial (30 horas).
En el informe se muestra que, en 2005, año en que entró en vigencia la ley que rebajó la jornada laboral de 48 a 45 horas, cayeron los salarios medios mensuales reales. Por eso, para evitar que lo anterior se repita, Jorge Hermann, director de Hermann Consultores y en su calidad de exjefe de la División de Estudios del Ministerio del Trabajo, uno de los autores de dicho documento, plantea que ir ahora hacia una jornada de 40 horas, debiera ir acompañado de medidas de flexibilidad, para con ello tratar de evitar efectos contraproducentes en productividad y salarios.
“Al momento de debatir sobre una reducción de la jornada laboral, un punto fundamental es que dicha política pública no perjudique a aquellas personas que trata de beneficiar”, sostiene el economista. “Reducir la jornada laboral de forma rígida, sin introducir medidas de flexibilidad que permitan mejorar la productividad, como lo han realizado todos los países miembros de la Ocde, haría que el costo de la reducción de horas trabajadas incidiera negativamente en una mayor magnitud sobre los grupos más vulnerables de trabajadores del país”, advierte.
La situación en la Ocde
El concepto de flexibilidad es el que más se repite entre los países de la Ocde que han reducido su jornada laboral, de acuerdo al informe del Ministerio del Trabajo de 2019. De los 36 países que pertenecen a ese grupo, 25 tiene una jornada de 40 horas o menos, pero todo ello, lo han hecho con medidas adicionales.
Ese es el caso de Suecia, por ejemplo. Dicho país tiene un máximo de 40 horas ordinarias a la semana, pero se da la posibilidad a la empresa de calcular el límite máximo de jornada ordinaria en base a un promedio de 40 horas en un periodo de 4 semanas. Por acuerdo colectivo, el periodo de referencia puede extenderse en hasta 12 meses.
En Luxemburgo, en tanto, tienen un máximo de 8 horas diarias y 40 horas semanales, y también se permite a la empresa calcular el límite máximo de jornada en base a un promedio de 40 horas en un periodo de 4 meses. Y en Noruega, aplican un máximo de 9 horas diarias y 40 horas semanales, con la posibilidad, por acuerdo individual, de calcular el límite máximo de jornada en base a un promedio de 9 horas diarias y 40 horas semanales, en un periodo de hasta 52 semanas.
Hermann argumenta que con el proyecto de 40 horas, Chile tendría la jornada ordinaria semanal en el rango inferior de los países de la Ocde, pero sin contar con las medidas de flexibilidad que presenta buena parte de estas naciones.
Por esta razón, añade el experto, “sería aconsejable no solo enfocarse en rebajar la jornada laboral, sino que también en incorporar medidas voluntarias e individuales sobre adaptabilidad de jornada de trabajo”. Entre esas medidas sugiere aplicar “una jornada mensual de 180 horas, la que se podrá distribuir de forma diferente semana a semana según las necesidades de los trabajadores y empleadores, llevando a disminuir las horas trabajadas en alrededor de un 8%”. Otra idea sería establecer jornada laboral en 4 días y 3 días de descanso, o fijar una bolsa de horas extraordinarias por hasta 12 horas semanales y convenir horario de inicio y término de la jornada”.
¿Y la productividad?
El informe dice que los países con mayores índices de productividad de la Ocde, al momento de reducir sus jornadas laborales, incorporaron medidas de adaptabilidad que permitieron no poner en riesgo la continuidad de la empresa, el salario de los trabajadores, la productividad, la competitividad del país y, en definitiva, el empleo.
De acuerdo al mismo reporte, se menciona que el Fondo Monetario Internacional (FMI), al estudiar una serie de mejoras en el sector laboral con el fin de alcanzar economías desarrolladas, destacó los efectos positivos que trae la flexibilización del mercado laboral en la productividad: “El fortalecimiento de la capacidad de innovación, la mejora de la calidad de la educación y el capital humano, así como la profundización de la flexibilidad del mercado laboral impulsarían aún más la productividad, las perspectivas de crecimiento a mediano plazo y la diversificación”, dijo el FMI.
Según el documento, en materia de productividad por hora trabajada, “Chile presenta los menores índices de productividad laboral entre los países de la Ocde, ocupando el penúltimo lugar de la lista”.
Además, se señala que de acuerdo al International Social Survey Programme, el 45% de los trabajadores declaró estar sujeto a una jornada laboral inflexible en Chile, ubicándose entre los países de la Ocde con mayores índices de inflexibilidad de jornada laboral. “La inflexibilidad de jornada laboral en Chile, ayuda a explicar la baja productividad del país respecto a otros países de la Ocde”, completa el documento.
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