El martes fue un día histórico. El último vestigio de la crisis bancaria chilena de los ochenta llegó a su fin. La Sociedad Matriz del Banco de Chile (SM Chile) pagó al Banco Central un monto equivalente a $90.299.886.695, que corresponde al remanente de la obligación subordinada contraída por Banco de Chile a causa de la crisis bancaria de 1982.
Uno de los protagonistas de este proceso fue Hernán Somerville, expresidente de la Asociación de Bancos, y uno de los negociadores de la deuda externa de Chile en los ochenta, quien de inmediato reclama su lugar a la hora de hacer el balance tras el fin de la deuda subordinada de la banca: "El único que no figura (en los artículos) es el que negoció con (Patricio) Aylwin y con Edgardo Boeninger".
Al repasar los hechos, busca dejar claro el objetivo que se buscaba con esta modalidad de pago: "Esto de que arreglamos para los bancos y para los dueños... Primero, los dueños perdieron todo, el día uno, pero no podíamos dejar caer los bancos, porque uno no puede dejar caer el sistema de pagos chileno, el ahorro de las AFP, de las familias, de los cuentacorrentistas. Era una locura, en ninguna parte del mundo han dejado caer los bancos, por razones de sentido común, no hay que ser economista para darse cuenta de eso".
Sin embargo, explica, la solución que se había dado "en el gobierno militar, no fue aceptable para el gobierno democrático de Patricio Aylwin". Confidencia que fue el mismo mandatario que se lo dijo en un viaje. Lo tomó con pragmatismo, dado que "las circunstancias políticas habían cambiado".
"Entonces me senté con Boeninger" para buscar una solución, relata Somerville. En ese instante se toma unos segundos para relevar la figura de Boeninger: "Lamento que este gobierno no tenga un Boeninger, porque creo que tendríamos muchas cosas. Boeninger era un genio de sentido común, un genio, frío e inteligentísimo, nada ideológico".
La solución alcanzada entre ambos fue que los bancos pagaban esta deuda con una tasa de interés.
Fue así que en 1996 la sociedad Banco de Chile cambió de nombre a SM Chile y se creó la filial Banco de Chile, quedando radicada en SM Chile la filial Sociedad Administradora de la Obligación Subordinada (SAOS), que se haría cargo de la deuda adquirida tras el rescate realizado por el Banco Central. Asimismo, en noviembre de ese año se firmó un nuevo contrato con el instituto emisor, estableciendo en UF 56 millones la deuda, a pagar en un plazo de 40 años, con una tasa de interés de 5% anual.
Tras el pago se procederá a la disolución de SM y de su filial SAOS, vehículo societario creado con el fin de pagar la referida deuda y mantener la prenda sobre las acciones del Banco de Chile, constituida a favor del Banco Central para efectos de caucionar su cumplimiento. Con esto el BC alzó la prenda.
Ese fue el último paso. ¿Cuál es la principal lección de toda esta crisis? Somerville no titubea en su respuesta: "Necesitamos bancos bien regulados y bien capitalizados". Algo que, a su juicio, sí ocurre hoy, pues "tenemos una regulación ejemplar".