La contingencia que ha debido enfrentar el gobierno lo forzó a cambiar su eje fiscal. Si ya con la crisis social de octubre de 2019, el escenario de convergencia se complicó debido a los mayores gastos que se comprometieron para las medidas sociales, la llegada de la pandemia no hizo otra cosa que agravar la situación.

Un ejemplo de aquello es el tamaño del Estado: si antes de la pandemia se esperaba que este año el peso del Presupuesto llegará a 25,1% del PIB, ahora esa medición se disparó a 28,5% del PIB. Para el próximo año, de acuerdo a cálculos de Clapes UC se espera una leve reducción a 26,7% del PIB.

La disminución del tamaño del Estado el próximo año se debe al crecimiento económico esperado para 2021 de 4,5%, ya que el nivel de gasto es igual al de 2020, es decir, de US$73.234 millones.

Este salto rompe la tendencia de estabilización que había experimentado durante los cinco últimos años, en que se había mantenido en torno a 23% del PIB. Y además es el mayor desde 1990.

Hermann González, coordinador macroeconómico de Clapes UC explica que “este aumento tiene que ver con la respuesta de la política fiscal para hacer frente a la pandemia. Dada la magnitud de la crisis se necesitaba un impulso fiscal grande, pero esta crisis es transitoria y por ello, lo que se debería esperar es que este impulso fiscal se vaya retirando desde 2022 en adelante”.

Para el economista, es clave ir reducir el crecimiento del gasto. Para este año se espera un alza de 11,4%, mientras que para el próximo una expansión de 9,5%, en comparación a la ley de Presupuesto aprobada 2020, pero en torno a 0% si se compara con lo que se ejecutará este año, ya que lo que se ha transmitido es que se mantendrá el nivel de gasto, entregando un impuso fiscal similar al actual. “Este gasto público hay que financiarlo, y para ello se han usados los ahorro, que se van reduciendo y con endeudamiento. Sabemos que la deuda pública ha ido subiendo fuertemente en los últimos años y esa trayectoria hay que frenarla”, comenta González.

De hecho, para el próximo año se prevé que la deuda suba a 36,4% del PIB y que para 2024 llegue a 45,1%, luego en 2025 comenzar a bajar levemente a 44%. En tanto, el déficit fiscal efectivo pasa de 9,6% a 4,3% del PIB, favorecido por el mayor crecimiento esperado, mientras que el déficit estructural sube de 3,5% a 4,7% del PIB, afectado por la caída de los ingresos de largo plazo. Este será el mayor desde que se creó la regla fiscal.

El también excoordinador macroeconómico de Hacienda subraya que para que este escenario se cumpla es altamente probable que el gasto público desde 2022 en adelante registre caídas. “El Fondo Covid 19 es transitorio, por lo tanto los gastos se tienen que ir retirando a medida que la crisis vaya pasando, es bien importante que eso ocurra”.

La mirada de Fitch

Desde la clasificadora de riesgos Fitch, si bien esperan tener más detalles del presupuesto anunciado afirmaron que “el déficit efectivo delineado en el discurso de 4,3% del PIB es un ajuste significativo desde el 9,6% del PIB esperado para este año”. En cambio, agregan que “el déficit estructural, sin embargo, es significativamente más alto en 2021 de 4,7% del PIB frente al 4.1%% del PIB previsto en junio”.