Una constructora pierde muchas horas/hombre en procesos repetitivos de poco valor al gestionar cada una de las órdenes de compra para los distintos proveedores”, comenta Camilo Muñoz, CEO de Talo, planteando desde el principio el problema a solucionar de esta startup. Así continúa haciendo su pitch: “Con nosotros se puede reducir en 42% las horas mensuales dedicadas a generar órdenes de compras. Incluso, ahorrar entre 4 a 5 horas en tiempos de carga y descarga, búsqueda de personal, disponibilidad de stock y traslados”,
Talo es la abreviación de “Todo a la Obra” y su historia comenzó en plena pandemia. Los ingenieros civiles industriales Aníbal Pastor y Camilo Muñoz estaban en sus respectivos trabajos. El primero tenía su propia startup de bolsas reutilizables, y el segundo había estado por un tiempo en Lipigas, pero también había incursionado en un emprendimiento de venta de pizzas en el barrio Bellavista, que terminó muriendo entre estallido social y pandemia. Conversando, ambos detectaron que había una oportunidad de negocio en el mundo de la construcción, muy apalancada por las alzas de precio y la falta de stock de materiales. “Pasábamos por cualquier centro ferretero y las filas eran terribles. Además de pedir permisos y pases de movilidad”, recuerda Muñoz.
Por su parte, Aníbal Pastor, Chief Operating Officer (CCO) de Talo, agrega: “Nos dimos cuenta que podíamos armar un negocio logístico digital para solucionar el problema de las constructoras que se van quedando sin materiales cuando los requieren. En un principio, muy apalancados en constructoras más pyme y en contratistas orientados al mejoramiento del hogar”. En abril de 2020 comenzaron el testeo y armaron un prototipo con la constructora Socovalle.
“Al principio trabajábamos sólo con amigos. Nos subíamos en mi camioneta e íbamos a la obra que estaba en Vitacura a preguntar qué necesitaban. Lo anotábamos y partíamos a Yolito (centro ferretero), Construmart o Sodimac para entender cómo estructurar el proceso de manera escalable. Todo era análogo. Escribíamos los materiales en una hoja de cuaderno, tratando además de entender qué es realmente lo que necesitaban los ‘viejos’, ya que es un rubro donde trabajan personas de varias nacionalidades y se referían a las cosas con diferentes nombres”, recuerda Pastor.
Al año siguiente lograron que un inversionista corporativo, el grupo Lipigas, les aportara US$700.000 y al principio de 2022 comenzaron las ventas, además de la incorporación de tecnología. Ese año, el mismo inversionista les pasó US$600.000 más y el 2023, otros US$600.000.
“El corazón de Talo está construido de tecnología y logística de punta a cabo. Esa es nuestra receta. Y aunque utilizamos inteligencia artificial y machine learning, la clave es poder estructurar una base con más de 30.000 productos diferentes, que es alimentada por todos los proveedores disponibles en el mercado”, explica Muñoz, insistiendo que son más que un marketplace.
Desarrollaron un algoritmo para administrar las solicitudes que llegan de los clientes y buscarles dónde están disponibles, además de encontrar el mejor precio. Incluye una serie de variables como distancia, calidad y con un stock “multifuente”, como indican. Además de buscar al mejor shopper. “Lo metemos todo a la juguera del algoritmo y el cliente recibe lo que quiere y cómo quiere”, señala Muñoz.
Tienen shoppers propios y además trabajan con una empresa externa. “La ventaja para los clientes es que, en vez de trabajar con varios proveedores, sólo trabajan con uno”, dice Pastor, haciendo referencia a Talo. Por otro lado, ayudan a muchos proveedores siendo el “canal digital” para las constructoras.
El modelo negocio de Talo está basado, por un lado, en un porcentaje de entre un 12% a 15% de la venta de los productos, que es cobrada a los proveedores. Y por el otro, un fee de entre 3% a 5% por cada transacción que se le cobra al cliente/usuario (constructora), el que incluye la logística. O sea, rentabilizan por ambos lados.
Un rubro complicado
En su poco tiempo de vida han tenido como clientes a más de mil constructoras (entre ellas Echeverría Izquierdo, Constructora Ingevec y De Vicente Constructora), con unas 1.600 obras, llegando a más de 6.000 pedidos. El 80% de estos son entregados en el mismo día desde una red de más de 160 proveedores, “lo cual también es una ventaja competitiva. Por lo general, entregamos durante el mismo día o en menos de tres horas”, asegura Muñoz y agrega: “Tenemos tres tipos de clientes: las constructoras grandes, las pymes y particulares, como por ejemplo, un maestro que está haciendo la ampliación de una casa”.
Y aunque aún no están en breakeven, su facturación del 2022 fue de US$1 millón y la proyección es cerrar 2023 con US$3 millones. “En 2024 tenemos un plan de crecer 2,5 veces, para lo cual estamos en la preparación de un levantamiento de capital de unos US$3 millones, enfocado principalmente en desarrollo tecnológico”, explica Pastor.
Si bien la mayor parte de su negocio está sólo en la Región Metropolitana, ya comenzaron a expandirse a la Región de Valparaíso y avizoran otras regiones de Chile y planes de expansión en Latinoamérica, partiendo por Perú, Colombia y México.
Pero no hay que olvidar que la construcción, la que representa cerca del 7% del PIB, está sufriendo una importante crisis. Sin ir más lejos, más de 60 empresas de este rubro han quebrado en el último año. Al respecto, Aníbal Pastor responde: “Es ahí donde Talo, ya involucrado en este ecosistema, ha ido apoyando en el aumento de la productividad y eficiencias en la cadena de abastecimiento. Nuestro objetivo es evitar que una obra en curso se detenga, eliminar los traslados y el recorrido de tiendas, no tener obreros sin materiales y eliminar el reproceso administrativo que genera la búsqueda de varios proveedores y su coordinación. En base al conocimiento de nuestros clientes ya vemos que se empieza a ver una estabilidad en sus proyectos y uno apuesta que ya para la segunda mitad del 2024 empiece a mejorar”.