EN las últimas dos semanas, tanto el Banco Central como el gobierno han hecho esfuerzos para ponderar el impacto que está teniendo y que tendrá para la economía este año y el próximo la crisis social de los últimos dos meses. Los datos son preocupantes: bajo crecimiento para este año y el próximo, con el consumo y la inversión deprimidos y desempleo en dos dígitos. Todo esto, sumado a un escenario fiscal estrecho con más deuda y más déficit.
Ese es el cuadro que analiza el economista y gerente general de Gemines, Tomás Izquierdo, quien, sin restar importancia a la coyuntura, tiene hasta el momento, una de las proyecciones más optimistas para el próximo año: 2,1%.
¿Cómo ve a la economía hoy?
-Primero, no es recomendable hacer proyecciones definitivas cuando estás en el fondo del pozo, difícilmente pueden tener algún grado de racionalidad y equilibrio. Segundo, lo que nos pasó es bastante inédito en los últimos 30 años. Se puede entender el impacto de un shock externo, pero aún no tenemos claridad de cómo la economía responde a un shock como el de estos dos meses.
¿Cuáles son sus proyecciones?
-En el cortísimo plazo, es como si la economía fuese un motor eléctrico que se desenchufó. Dos tercios del PIB son servicios en las grandes ciudades que estuvieron "desenchufados" porque no pudieron operar con normalidad. Ya vimos una caída de -3,4% en octubre, en noviembre puede ser entre -3% y -5% y yo veo diciembre entre -2% y -3%. El Banco Central asume un diciembre relativamente mejor y con eso llega a 1% para 2019. Yo lo veo en 0,8% para este año y 2020 en 2,1%, con un cuarto trimestre en 6%, no porque la economía esté volando, sino porque la base de comparación es menos exigente.
¿Con un desempleo en 10%?
-Ese es el efecto de segunda vuelta, difícil de dimensionar. Muchas medianas y grandes empresas han entrado en "modo de crisis" y empiezan a despedir personal, porque financieramente no estaban preparadas para esto. Asumen que van a enfrentar una economía más débil, con menos venta y no necesitan tanta fuerza de venta. Esto deteriora la capacidad de compra de las familias y el consumo crece muy poco. Estoy estimando un peak de 8,9%, del orden de 150.000 empleos menos.
¿Por cuánto tiempo?
-Ésa es la pregunta de fondo y la más preocupante por lejos. Uno puede discutir cuánto se crece este año y el próximo, pero todos sabemos que la economía va volver a crecer. La pregunta es cuánto hipotecamos nuestro potencial de crecimiento de mediano y largo plazo con las reformas que necesitamos hacer para tranquilizar la movilización social y aquietar los desmanes.
¿En qué sentido?
-Por ejemplo, si significa que vamos a tener un salario mínimo excesivamente alto que va a generar un desempleo más permanentemente alto como sucedió luego de la crisis asiática, cuando nos quedamos con una tasa de desempleo de 10% por dos o tres años, y si no hay claridad respecto del tema tributario.
¿Es necesaria segunda reforma tributaria?
-Todos sabemos que viene una reforma tributaria adicional. Necesitamos aumentar la carga tributaria del orden de 2 o 3 puntos del PIB de recaudación fiscal, porque necesitamos poner el pie en el acelerador en las transferencias, sobre todo en el pilar solidario.
¿Cómo debe abordarse?
-Sería bueno aprovechar que tenemos una cierta tranquilidad, que sabemos que el problema es mayúsculo y que queremos resolverlo políticamente bien, para que definamos en una mesa amplia, con un acuerdo comprensivo con todos los elementos, al que concurran todos los actores del espectro político democrático, las principales organizaciones sociales, el gobierno y los empresarios. Y de ella surgir preacuerdo para hacer una reforma tributaria que permita financiar el mayor flujo de gastos que va a significar la agenda social en los próximos años.
Con temas como...
-Aumentar la carga tributaria en 2 puntos, subir el impuesto al diésel, ampliar la base del IVA al sector servicios, terminar con la renta presunta, enfrentar a los grupos de interés que están detrás de la estructura tributaria para tener una base más amplia y no tener que subir el impuesto de las empresas. Y si lo haces con el compromiso de todas las agrupaciones sociales desde Bárbara Figueroa (presidenta de la CUT), empresarios y todo el espectro político, despejas la incertidumbre larga.
El ministro de Hacienda, Ignacio Briones, ha dicho que no es el momento...
-Briones se ha hecho un poquito el leso y se equivoca si piensa que abordarlo ahora es dispararse en el pie porque no podemos seguir financiando gastos permanentes con ingresos transitorios, eso es absurdo. No solo tiene que pensar en el crecimiento del PIB del próximo año y el impacto sobre el empleo, sino que también tiene que pensar en la velocidad de crucero del crecimiento. Las crisis son también oportunidades e invitan a que las conversaciones se materialicen en acuerdos, sobre todo porque vamos a estar dos años con la incertidumbre de la reforma constitucional.
¿Es la mayor preocupación?
-Sensatamente se podría decir que con 2/3 tendremos una constitución minimalista y no un listado de derechos garantizados. Sin embargo, cuando se empiece hablar del derecho a la salud, por ejemplo, vamos a tener 500 mil personas en la Plaza de la Dignidad demandándolo. Entonces, vamos a tener a los constituyentes tomando decisiones con la pistola en el pecho por la presión de la calle. Esta incerteza regulatoria, desde el plano micro al gran plano constitucional y el impacto en la inversión es la gran pregunta hoy en los directorios de las grandes corporaciones. Por eso hay que ir despejando incertidumbre. Y hay que hacerlo ahora.