El teletrabajo o trabajo a distancia fue una de las medidas fundamentales que implementaron las empresas, en el mundo y en Chile, para poder seguir funcionando en medio de la pandemia del coronavirus. Y a decir de los analistas, apuró en el tiempo el avance natural de esta modalidad laboral. A nivel nacional, en su mayor apogeo, que se produjo en el trimestre móvil junio-agosto de 2020, llegó a superar el 20% del total de los trabajadores asalariados, es decir, de aquellos con contrato de trabajo, equivalente -en ese momento- a 1.105.391 personas.

Esa tendencia, a medida que la economía se comenzó a desconfinar fue bajando, y de ahí en más se movió en paralelo a los aumentos o retroceso en los casos de Covid 19 y de las restricciones a la movilidad asociado a ello que impuso la autoridad.

Así, el trabajo a distancia luego de su peak del 20,3% en el peor momento de la pandemia, se mantuvo en niveles similares hasta el trimestre septiembre-noviembre de 2020, cuando marcó un 15,2% del total de asalariados, y ya hacia fines de ese mismo año se aceleró su reducción en cuanto comenzaron a levantarse las restricciones, cerrando el ejercicio con una participación de 13,3%. Luego, tuvo un repunte pasajero durante la segunda ronda de cuarentenas masivas del segundo trimestre de 2021, pero llegando a un máximo de 14,4%. Nuevamente, cuando volvió a reabrirse la economía, a partir de julio de 2021, continuó la tendencia bajista del teletrabajo hasta llegar a los niveles actuales.

Hoy, a dos años del inicio de la pandemia y considerando que la situación sanitaria está bastante controlada -de hecho, desde el 14 de abril se autorizó a no usar mascarillas en exteriores-, las personas que se mantienen en la modalidad de trabajo a distancia en Chile representan el 6,7% de los asalariados en el trimestre móvil diciembre 2021-febrero de 2022, de acuerdo a un informe del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (UDP). Según sus cifras, en base a datos del INE, esto significa 430.958 trabajadores, de un universo de 6.449.284. Este mismo nivel se ha mantenido estable en los últimos tres meses.

De todos modos, si bien el número es bastante más bajo de lo que se registró durante el peak y buena parte del segundo semestre de 2020, es mayor a lo que había antes de comenzar la pandemia: en el trimestre diciembre 2019-febrero 2020, apenas 40.974 trabajadores estaban bajo esa condición laboral, lo que se traduce en un 0,6% del total.

Juan Bravo, director del Observatorio del Contexto Económico de la UDP, afirma que “el análisis es que con las restricciones a la movilidad muchas organizaciones se vieron forzadas a tener que implementar el teletrabajo para seguir operando, pero que una vez levantadas dichas restricciones, la mayoría ha optado por volver al formato presencial, porque ha evaluado que los beneficios de la presencialidad son superiores a sus costos”.

En el desglose de las cifras, se muestra que las mujeres son quienes más desempeñan labores a través de este sistema, con un 8,4% del total de mujeres asalariadas, frente al 5,4% de los hombres.

Otra característica es que quienes más desempeñan trabajo a distancia son personas con estudios universitarios completos, llegando en el trimestre diciembre 2021-febrero de 2022 al 77,2% del total. Mucho más atrás están quienes poseen estudios secundarios completos, con 12,6%; educación secundaria incompleta representa un 8,3%, y quienes no tienen educación secundaria completa sólo un 2%.

Bravo explica que la razón de que sean personas con mayores estudios quienes realicen más teletrabajo se debe a que “la naturaleza de las labores que realiza este segmento de trabajadores son más aptas para ello, ya que suelen ser labores que pueden realizarse mediante medios tecnológicos. En la mayoría de los empleos de mediana y baja calificación esto no es posible, ya que requiere un esfuerzo físico y presencial del trabajador”. Añade que ese fue un factor clave a hora de analizar el por qué los trabajadores con este nivel educativo fueron mucho menos perjudicados en lo que se refiere a destrucción de empleo, en comparación con el resto de los trabajadores durante la pandemia.

Por área productiva, el informe muestra que los sectores que lideran en teletrabajo son Información y Comunicaciones (35,5% del total); Actividades Financieras y de Seguros (33,3%); Actividades profesionales, científicas y técnicas (28,7%) y Actividades de Servicios Administrativos y de Apoyo (16,6%).

Cambios forzados

Pese a que se ha ido desacelerando su utilización, el balance que hace Bravo del trabajo remoto es positivo. “La pandemia forzó a muchos empleadores a tener que utilizar este formato laboral, pues era la única manera de seguir realizando las actividades productivas. Esto permitió probar cómo funciona el formato, lo cual, en muchos casos, no se hubiese intentado de no haber existido la pandemia, ya que hay motivos culturales que inhibían la implementación del teletrabajo. Hoy existe más conocimiento de las ventajas y desventajas en la práctica de esta modalidad laboral, lo que permite tomar decisiones con mayor información”.

Otro cambio que provocó la pandemia fue una mayor regulación para el trabajo a distancia. “Antes de la pandemia existía incerteza jurídica debido a la ausencia de una regulación acabada de este formato laboral. Ahora esa regulación existe, porque forzó a los parlamentarios a tener que aprobar esta legislación. Costó muchos años lograr que el teletrabajo se regulara detalladamente y lo más seguro es que, de no haber existido la pandemia, aún no tendríamos regulación. Ambos aspectos implican facilitar la utilización de esta herramienta”, puntualiza el economista.

Por ello, dentro del análisis, la irrupción de la pandemia “sí permitió generar un avance en esta materia. Es una alternativa que antes era virtualmente inexistente y que hoy está dentro del abanico de opciones, más allá de que no sea un formato mayoritario, y siempre es positivo que haya más posibilidades de adaptabilidad laboral”.

Además, menciona que “la sola existencia de este formato laboral demostró ser una herramienta potente para salvar cientos de miles de puestos de trabajo en una situación de restricciones a la movilidad y, en el futuro, puede volver a ser necesaria para permitir la realización de actividades productivas. Por eso es tan importante que ya contemos con una regulación de este formato”.

Enfatiza que, aunque el formato de teletrabajo no sea mayoritario entre los trabajadores asalariados, “sí es importante que exista como alternativa y que esté regulado, pues es un formato que para ciertos segmentos de personas es el único que le permite ser parte de la fuerza laboral y que, de no estar esta opción, simplemente se tendrían que restringir de participar en el mercado laboral”. Finalmente resalta que “el teletrabajo, tras la pandemia, será más alto que en la situación prepandemia, puesto que hay organizaciones en donde los beneficios del formato son superiores a sus costos”.