La necesidad de aumentar ingresos es una de las principales motivaciones detrás del inicio de un emprendimiento en Chile, según reveló la Décima Encuesta Ecosistema Emprendedor, que realiza trimestralmente la Universidad Gabriela Mistral (UGM).

Según la medición, realizada entre el 17 y 21 de marzo de 2025 a más de 300 mil personas mayores de 18 años de todo el país, entre quienes requirieron financiamiento para poner en marcha su negocio, un 58% utilizó ahorros o recursos propios. Y si bien la mayoría no mantiene deudas con sus emprendimientos, declaran que la incertidumbre económica es la principal restricción para crecer.

¿Qué ocurre al analizar el emprendimiento por género? En esta edición, la encuesta agregó un capítulo especial acerca de la realidad femenina en el mundo de los negocios, donde el 59% de las mujeres que dijo tener o haber tenido un emprendimiento considera que existen más barreras para ellas, en comparación a los hombres.

En este sentido, un 32% de las consultadas consideró que la principal valla que afrontó se produjo en la conciliación entre el trabajo y sus responsabilidades familiares. Otra complejidad que destacaron a la hora de emprender es el acceso al financiamiento (29%) y el miedo al fracaso o la falta de confianza en sus capacidades (15%).

Ahora bien, cuando se les pregunta específicamente cómo influye compatibilizar la vida personal con la de su empresa a la hora de decidir por poner en marcha un proyecto, el resultado es tajante: un 89% cree que es fundamental.

Por qué las mujeres empreden menos en Chile

“Detrás de cada mujer que emprende hay una historia de equilibrio forzado entre el hogar y su proyecto. Si la gran mayoría señala la conciliación como decisiva para emprender, es hora de construir un entorno que no haga elegir entre familia y desarrollo profesional”, destaca Paula Rodríguez, decana de la Facultad de Negocios y Tecnologías de la Universidad Gabriela Mistral.

Un análisis similar esboza María Elba Chahuán, socia fundadora y vicepresidenta de Unión Emprendedora (UE). “Los desafíos se multiplican cuando una mujer tiene su propio negocio. Desde el financiamiento, que sigue privilegiando a proyectos liderados por hombres, hasta la falta de redes de apoyo y la carga del hogar, que limita el tiempo y la energía para hacer crecer un negocio”, destaca. Y agrega: “si a eso sumamos los salarios más bajos y la centralización de oportunidades, especialmente para quienes emprenden en regiones, queda claro que la cancha no está nivelada”.

Al hacer un zoom a la encuesta, se vislumbra que un 27% de las encuestadas que declaró tener o haber tenido un emprendimiento, admite no tener redes de apoyo, mientras que un 35% asegura que debió pausar su negocio por responsabilidades familiares.

En cuanto a las iniciativas de apoyo para sus empresas, un 66% de las encuestadas dijo no haber participado en programas de mentoría o de emprendimiento, aun cuando existe un alto interés por hacerlo. Las razones para no participar, destaca el estudio, fueron: no conocer los programas vigentes, no creer que estaba apta para el curso y no saber cómo postular.

Justamente esta es una de las líneas que aborda Mujeres Empresarias (ME). Para Nicole Forttes, gerenta de emprendimiento, a la hora de definir las trabas para abrir un negocio desde el liderazgo femenino, hay que establecer dos grupos: las pymes y las startups. Respecto a las primeras, la principal complejidad es el acceso a financiamiento. “El 2024 pudimos identificar 10 proyectos con los que trabajamos y ninguna emprendedora estaba dedicada al 100% en su proyecto, principalmente porque éste era una fuente de ingresos. Cuando logran acceder al financiamiento ahí recién se convierten en emprendedoras full time”, destaca Forttes.

En relación a las startups lideradas por mujeres, “resuelven problemas que están en su entorno o que ellas mismas lo tuvieron, comienzan su desarrollo mediante bootstraping (propios recursos), luego muchas captan financiamiento en etapas tempranas y una vez que comienzan a validarse y a generar tracción, lo más complejo es conseguir inversión para escalar y dar el siguiente paso”, explica la ejecutiva de ME.

Paola Báez, gerenta regional de Bci, explica que “pasa mucho que cuando los emprendimientos comienzan a escalar, especialmente a nivel internacional, aparecen las barreras al financiamiento. Ahí es donde entran esos sesgos sobre si una mujer es capaz de liderar una empresa grande e internacional. Esto se ha mitigado bastante en los últimos años, pero aún existe”. Como una forma de impulsar el emprendimiento femenino, Bci abrió un fondo para startups y scaleups por USD $100 millones en 2025, estableciendo que, al menos, un 40% de ese monto debe ir a empresas lideradas por mujeres.

Báez explica además que “otro de los grandes problemas es que las mujeres generalmente parten con sus propios recursos”. Según estudios internos del banco, el 77% de ellas lo hacen con sus ahorros o el de sus familiares y sólo el 14% accede al financiamiento público-privado.