El mercado esperaba que el Banco Central recortara fuertemente sus proyecciones de crecimiento debido a los efectos de la crisis social. Y así fue: para 2019, la previsión pasó de un rango de 2,25%-2,75% de septiembre, a apenas 1%, mientras que para 2020, la reducción fue del rango de 2,75%-3,75% previo hasta un magro 0,5%-1,5%. Para 2021 se volvería a tasas mayores de 2,5%-3,5%, pero siempre inferiores a la previsión anterior (3%-4%). Con este ajuste, el país completará una expansión promedio de 2% entre 2014 y 2021.

Para ejemplificar el daño a la producción que ha ocasionado la crisis social, el instituto emisor señaló que el mal desempeño en el último trimestre de 2019 (-2,5%) entregará un bajo nivel de partida para la economía en 2020.

De hecho se espera que si bien trimestre a trimestre vuelva a crecer, su tasa de variación anual nuevamente sería negativa en el primer trimestre del próximo año.

El impacto de la agitación social se sentiría además con fuerza a lo largo de todo 2020 en dos variables clave: la demanda interna pisaría terreno negativo con -1,6%, recogiendo la proyección de desempleo a tasas de 10% en el primer trimestre del año y un débil desempeño en el año, y también la inversión (Formación Bruta de Capital Fijo) que caería un -4%, debido al deterioro de las expectativas y la incertidumbre. El consumo total pasaría a crecer 1,1% este y el próximo año.

En línea con ello, las importaciones caerían 3,8% y 7,3% en 2019 y 2020.

Según el Central, de mantenerse la relación histórica entre la demanda de trabajo y la actividad, y de no producirse cambios significativos por el lado de la oferta, la tasa de desempleo podría superar el 10% a inicios de 2020. "En la medida que la actividad mejore de acuerdo a lo previsto durante el próximo año, esta cifra se reduciría gradualmente, en lo que también cooperaría el apoyo de la expansividad monetaria y fiscal".

De acuerdo al Central, "el aumento de la incertidumbre derivada de disturbios sociales violentos afecta los mecanismos tradicionales a través de los que opera la política monetaria, por lo que puede reducir su efectividad. En situaciones como esta, otras herramientas de impulso macroeconómico, que incidan más directamente en la demanda agregada son más efectivas. Un ejemplo de ellas, es una política fiscal contracíclica, como la recientemente anunciada por el gobierno".

Para el Central, el actual escenario presenta un grado de incertidumbre mayor que el habitual, tanto por las dudas respecto de la duración de las disrupciones, como por la evolución de la situación política y los fundamentos de mediano plazo".