Quisiera compartir dos interesantes definiciones del Ministerio de Economía de Alemania. El hecho de que aparezcan como declaración para el país - publicada en el sitio oficial del ministerio -, da un lineamiento nacional tangible que es interesante analizar y que puede ser un aporte para Chile. Se expone que: 1) Alemania define su modelo de “economía social de mercado” como la base para el desarrollo económico, fijando como objetivo nacional cuidar la libertad de emprender y, a su vez, ir regulando el mercado en su desarrollo para mantenerlo competitivo, fomentando el bienestar común y la seguridad social. 2) Al mismo tiempo, en su “política de Innovación”, definen como fundamental que el mercado invierta en investigación, innovación y capacitación, para así mantener las empresas competitivas, generando crecimiento económico de largo plazo, bienestar y buenos empleos.
Actualmente Alemania invierte algo más del 3% del PIB en I+D, y espera reforzar su liderazgo innovador en nuevas tecnologías, con diferentes programas e incentivos. Aunque este país también tienes muchos desafíos y pendientes, me pareció valioso tener una definición pública y de conocimiento general, que sirva de “leitmotiv” para los responsables de su desarrollo económico.
En Chile todos estos conceptos los hemos comentado últimamente, considerando que el modelo económico que se definió hace 40 años era más libre. El éxito de largo plazo para un desarrollo sostenible e integral, debe reflejar un equilibrio justo para toda la población, cuidando la competitividad y apoyando a los más débiles.
La nueva Constitución que se redactará en los próximos meses, debería entregar ciertas definiciones y conceptos sobre estos temas, aclarando el rol futuro del Estado y de las entidades públicas, así como de las regulaciones del mercado, siempre pensando en una mejor calidad de vida para las nuevas generaciones. En resumen: ¿Cómo puede Chile aspirar a tener un mercado económico moderno, competitivo e innovador, que incentive el desarrollo integral, respete la libertad y propiedad privada, y ponga la calidad de vida del ciudadano en el centro de las decisiones? Para lo anterior, el ecosistema emprendedor tiene un rol clave que jugar.
La innovación, el desarrollo de una economía más compleja, el triple impacto y la movilidad social son factores impulsados fuertemente por emprendimientos exitosos. Ellos aportan un mayor valor agregado a través de sus nuevos productos o servicios, introducen nuevos actores al mercado y demandan inversiones que han demostrado atractivas rentabilidades.
Durante este año, hemos visto históricos avances de emprendimientos chilenos, tanto en la novedad de sus productos, como en el levantamiento de capital. Tres ejemplos recientes son: NotCo, empresa que desarrolla productos veganos muy innovadores y atractivos, que está escalando globalmente y recaudó en su última ronda de financiamiento US$ 235 millones, elevando su valoración hasta los US$ 1.500 millones, convirtiéndola en un nuevo unicornio chileno.
Por su parte, la última transacción de Cornershop, adquirida por Uber Technologies, desarrolló una aplicación digital disruptiva ya usada en varios países, que en su última ronda valorizó a la empresa en US$ 3.000 millones, otro unicornio de creación chilena. De forma similar, Betterfly cerró una nueva ronda de inversión, logrando recaudar US$ 60 millones y se convirtió en la insurtech Latinoamericana con mayor valorización de Latam, con unos US$ 300 millones.
El emprendimiento tiene un rol fundamental en la transformación de la economía en los países. El éxito de los ya nombrados, sumado a la iniciativa pública de Start Up Chile y varias organizaciones del ecosistema, ayudaron a que el mercado internacional del venture capital pusiera sus ojos en Chile. Así, a principios del 2021, el fondo Capria eligió a Chile como hub para América Latina; a su vez, Innealta Capital, uno de los fondos más rentables de EE.UU., mira a Chile con atención y espera a principios de 2022 aterrizar en el mercado nacional para instalar una Administradora General de Fondos (AGF).
Por lo mismo, esperamos ver en los próximos meses nuevos actores, nacionales e internacionales, participando de inversiones en emprendimientos ligados a venture capital y family offices que se sumen a los actuales fondos de inversión activos.
Durante los últimos años hemos dado pasos importantes en el ecosistema emprendedor, pero necesitamos consolidar esta tendencia, definiendo públicamente los pilares y objetivos de nuestro mercado, y así, del futuro desarrollo económico de Chile.