En estos días de bajas temperaturas hemos visto el trabajo del gobierno en atender a quienes están en situación de calle, llamando para ello a la colaboración del sector empresarial y de la ciudadanía, en línea con el discurso inaugural del ministro Alfredo Moreno, en Icare, convocando al mundo privado a hacerse parte de los desafíos sociales del país. Pero no se cambia la condición de los sin casa con un hospedaje de emergencia para una noche de frío. Si lo que se busca no es solo atender la urgencia, sino también cambiar las causas de los problemas sociales, es necesario que las contribuciones privadas a bienes públicos sean más profundas y permanentes. Y para ello es necesario crear las condiciones que permitan pasar de la solidaridad a la filantropía.

Estudios recientes nos muestran que las donaciones de personas, empresas y fundaciones han crecido en el tiempo, tanto en monto como en número participantes.

Este dinamismo se ha desarrollado en un contexto de una regulación e incentivos a las donaciones privadas que ha sido diagnosticado como asimétrico, arbitrario, rígido e incluso injusto, dejándonos hoy ante una legislación que ha quedado obsoleta. Por ello, es especialmente relevante el reciente anuncio del gobierno de reimpulsar el proyecto de ley que unifica los incentivos a las donaciones en Chile.

Ahora bien, esta modificación debiera incorporar una revisión integral del sistema. A esa dirección apuntan las Propuestas para Modernizar el Sistema de Donaciones del Centro de Filantropía e Inversiones Sociales de la UAI, realizadas por una mesa de trabajo de personas de amplia trayectoria en el sector privado, público y social. En primer lugar, propone la necesidad de liberar de cargas normativas, con un sistema único de reglas claras sobre la donación y sus consecuencias.

También establece la necesidad de incentivar la donación de parte de las personas naturales, incluyéndolas en todos los ámbitos y ampliando las libertades para donar la herencia. Asimismo, pone especial énfasis en mejorar el resguardo de la confianza en el sistema, fortaleciendo los mecanismos de control del buen uso de las donaciones.

La mesa de trabajo plantea la necesidad de extender el sistema de donaciones a una mayor gama de participantes, incluyendo fines sociales hoy excluidos (como salud y medioambiente). Y manifiesta la necesidad de fortalecer la capacidad de las organizaciones donatarias para levantar recursos privados y claridad en las reglas para desarrollar fondos patrimoniales (endowments), que faciliten su sostenibilidad en el tiempo.

Sin duda, las acciones movilizadas por las bajas temperaturas del invierno muestran la capacidad que tienen contribuciones privadas de atender a comunidades rezagadas, de generar modelos de innovación para problemas sociales complejos, y de crear espacios de colaboración que generan cohesión social. Estas capacidades se verán potenciadas en la medida en que se definan unas reglas del juego adecuadas para el desarrollo de un ecosistema filantrópico saludable.