El estallido social les cambió el eje de sus preocupaciones, sostiene el presidente de la Unión Social de Empresarios Cristianos (Usec), Sergio Merino. Además, cuenta que los últimos sucesos les hizo repensar lo que han hecho como organización.
Reconoce que hay una percepción de que las empresas "abusan de sus clientes", pero dice que no es una conducta generalizada en el empresariado. "Yo converso con los socios de Usec y no percibo en ellos esto de ir a jugar siempre al límite de la cancha", señala.
¿El estallido social es algo que no previeron?
-Esto nos pilló totalmente de sorpresa. Lo que pasó en Chile, y que no ha terminado, es una cuestión sumamente extraña. Un país que ha reducido la pobreza, que ha crecido, con una movilidad social como no la habíamos tenido nunca antes, y de repente este estallido. Creo que espontáneo no fue, no es espontáneo que se quemen en un lapso de dos horas 40 estaciones del Metro. Dicho eso, uno tiene que pensar ahora con la cabeza fría, porque una cosa es el vandalismo y saqueo, y otra cosa son la serie de demandas ciudadanas que se están manifestando. Esto nos cambió el eje de nuestras preocupaciones, pero no tengo una explicación para decirte esto por qué pasó.
Hay una sensación de injusticia con los delitos de cuello y corbata. Hay un historial de colusiones que puede avalar eso. ¿Está de acuerdo con esa sensación general?
-Los delitos de colusión, cohecho, sobornos, propaganda o publicidad engañosa, que pueden no ser en algunos casos delitos, porque la línea a veces es bien tenue, son todos comportamientos éticos reprochables. Existe en Chile la visión de que los delitos de cuello y corbata tienen poco castigo, no soy experto en legislación comparada, pero si uno mira lo que pasa en Estados Unidos, los delitos contra la libre competencia son penalizados fuertemente. En eso sí se puede hacer algo, pero hay que tener cuidado que no se nos pase el tejo al otro lado como va a pasar con los delitos ambientales, que por poner tanta presión cualquier cosa sea colusión.
¿Cómo abordan la discusión sobre la desigualdad?
-Hay una visión que dice que la igualdad es un objetivo, pero en mi opinión la igualdad no es así. Los hombres no somos todos iguales, lo que pasa es que se ha confundido desigualdad con inequidad y son dos conceptos bien distintos. La exacerbación de la desigualdad, hace que todo el mundo se sienta desigual, y no ve como estaba antes respecto a cómo está ahora. Da la impresión de que a la gente le preocupa menos como está uno y como ha mejorado uno, de cómo ha mejorado el resto. Habiendo dicho eso, hay varias cosas que tienen que ver con lo que la gente percibe como inequidad, inequidad en el trato de las empresas, de los bancos, de los servicios públicos
¿Y cómo ve la nueva agenda adoptada por el gobierno?
-Los temas sociales hay que enfrentarlos, pero está el peligro de legislar sobre caliente y que no se midan adecuadamente las consecuencias. No cabe duda que hay que mejorar las pensiones, sueldos, educación, salud, pero somos el país que somos, tenemos los recursos que tenemos, nos han destruido una parte importante de nuestros activos… Alguien dice, suban los impuestos, pero llega un momento en que subir impuestos ya no te sirve, porque la gente dice para qué trabajo, para qué invierto en Chile. Ese equilibrio es el que me preocupa.
¿Están las condiciones para elevar los impuestos a las empresas para financiar la agenda social?
-Creo que sería un error gigantesco aumentar aún más los impuestos a las empresas. Ante una caída brutal de la producción, de ventas, porque no hay ninguna empresa, salvo los que venden bandanas o cosas que usan las marchas, que no haya tenido una caída.
Diversos expertos alertan por el alto desempleo que se podría observar tras el estallido social, ¿cuánto cree que pueden hacer las empresas por evitar esa situación?
-Si a ti te dicen que tus ventas caen un 40% y no sabes si se recuperan, no sabes cómo va a reaccionar el sistema como un todo, tú dices qué hago para mantener una empresa a flote, y desde ese punto de vista, las con más problemas serán las pymes, porque tienen poca espalda financiera.
¿Se ve un escenario complejo?
-Habrá un periodo de desempleo complejo. He pedido a los socios de Usec y a todos los empresarios de buena voluntad que hagan un esfuerzo especial por mantener el empleo. Pero es un problema y lo estamos viendo, no es algo que va a pasar, es algo que está pasando.
La crisis social llevó a muchos empresarios a elevar sus remuneraciones. ¿Cuál cree que es el nivel digno para los sueldos?
-Es una cuestión que ha dado muchas vueltas a nivel de Usec, la Conferencia Episcopal, pero ese no es un número mágico. Incluso si nos pusiéramos de acuerdo en que el sueldo mínimo debería ser $500 mil como dijo Luksic, la pregunta es quiénes pueden pagar. Nosotros proponemos el buen empleo, que tiene dos dimensiones principales, una la económica, remunerar adecuadamente a mis colaboradores en general, dentro de las posibilidades de la empresa y de lo que me permite el negocio y que ese sueldo sea digno. Y lo segundo es tratar a la persona como tal. A mí una de las cosas que me carga es la gerencia de recursos humanos, el nombre me violenta. Porque significa tratar a las personas como recursos y las personas no son sólo un recurso, son mucho más que eso. Me gusta más la gerencia de relaciones humanas.