Puede que el héroe de la final del mundial de Sudafrica 2010, Andrés Iniesta, haya jugado su último partido para España y se embarque en una nueva aventura en Japón, pero dejará en el país hispano no solo su huella como jugador, sino que también un lucrativo negocio de elaboración de vinos de su familia.
Iniesta, de 34 años, anunció su retiro de la selección nacional después que España quedó fuera de la competencia de este año al perder por penales frente a Rusia, organizador del Mundial, en la segunda ronda. Francia derrotó a Croacia en la final en Moscú el domingo pasado y se convirtió en el ganador de la Copa del Mundo por segunda vez.
La decisión del goleador de dejar La Roja –como se conoce a la selección española- se produjo meses después que Iniesta dijera que dejaría el FC Barcelona para ingresar al club japonés Vissel Kobe, lo que hizo que los inventarios del vino de su viñedo se agotaran en el país asiático. Su familia ahora está en conversaciones para vender una participación a sus nuevos empleadores, dijo Agustín Lázaro, director gerente de Bodega Iniesta.
"El vino siempre ha sido una tradición para nuestra familia pero no teníamos suficiente capacidad económica para crear una bodega hasta que Andrés entró al mundo del fútbol", dijo José Antonio Iniesta, padre de Andrés y máximo responsable de la bodega. "Nuestro objetivo siempre ha sido hacer lo que nos gusta, sin necesariamente ganar dinero. Pero hemos hecho las cosas bien y por lo tanto seguimos creciendo".
La combinación de fútbol y productos de alta calidad está dando frutos, dijo el director gerente Lázaro. Minuto 116, vino cuyo nombre hace alusión al minuto de la final del Mundial de Fútbol 2010 en que Iniesta marcó el gol que le dio a España su primer y único título, es clave para ingresar al mercado en países donde el fútbol es popular.
Exportaciones récord
La bodega produjo 1,2 millones de botellas en 2017, un aumento de 500 por ciento respecto de 2010. Pero si bien hace siete años España era su único mercado, el 60% de los ingresos del año pasado provino del exterior.
La suerte del viñedo, fundado en 2010 en la ciudad natal de Iniesta de Fuentealbilla, 275 kilómetros al sudeste de Madrid, refleja un auge más amplio de la industria vitivinícola española, la más grande del mundo con alrededor de un millón de hectáreas cultivadas y 530.000 productores de uva. Las exportaciones treparon al máximo récord de US$3.310 millones en 2017, un 1% más que el año anterior y 289% más que en 1995, de acuerdo con los datos del Observatorio Español del Mercado del Vino.
"La caída del consumo interno y la producción de bebidas espirituosas y el desarrollo de la marcas españolas de vinos explican por qué las exportaciones están creciendo", dijo Rafael del Rey, director del OEMV, en una entrevista en su oficina de Madrid. "Ahora, en especial en mercados nuevos como Asia y América del Norte, las compañías españolas están bien equipadas para competir".
Por su parte, la bodega familiar de Iniesta vive una buena racha en tanto su fama como maestro del fútbol favorece el conocimiento de marca.
"Exportamos a 39 países", dijo su padre. "Con la mudanza de Andrés a Japón, vamos a expandirnos aún más en el ámbito internacional".