En 2017, Xu Jiayin, o Hui Ka Yan -versión en cantonés de su nombre-, llegó a ostentar nada más ni nada menos que el título del hombre más rico de China. El multimillonario “hecho a sí mismo”, de 62 años, preside el Grupo Evergrande, uno de los conglomerados inmobiliarios de mayor expansión en Asia. Sin embargo, el crecimiento de su imperio escondía un abismo de deudas, que terminaron por estallar en las últimas semanas: sus pasivos superan los US$ 300 mil millones, un monto que equivale al 2% del PIB del país y a todo el PIB de Chile, inquietando al mundo financiero ante los temores de una quiebra con efecto dominó.
De acuerdo con el ranking de Forbes, Xu tiene un patrimonio que se ha visto reducido en los últimos años, pero que aún así se estima en US$ 11 mil millones. En el índice de multimillonarios de Bloomberg no supera los US$ 7 mil millones. Cualquiera cifra, sin embargo, dista mucho de lo que fueron sus humildes orígenes en Henan, China. Nació en octubre de 1958, justo cuando el gobierno de Mao Zedong, del Partido Comunista de China (PCCh), impulsó el Gran Salto Adelante, una serie de políticas sociales y económicas que buscaban industrializar al país mediante un alza de la mano de obra mayoritariamente agrícola, que terminó por matar de hambre a más de 40 millones de personas.
El libro La gran hambruna en la China de Mao, de Frank Dikötter, que recopila una serie de archivos chinos, revela que la esperanza de vida, que era de 50 años en 1958, cayó por debajo de los 30 en 1960. La crisis incluso derivó en casos de canibalismo ante la dramática vida diaria que enfrentaron los ciudadanos chinos.
Justamente, la madre de Xu falleció de sepsis cuando el menor tenía escasos ocho meses de edad, por lo que su abuela paterna, que vendía vinagre casero para sobrevivir, se hizo cargo de la crianza debido a que su padre, un exsoldado que estuvo desplegado en la guerra entre China y Japón, comenzó a trabajar en un almacén. En entrevistas, Xu ha rememorado a lo largo de los años que durante su infancia su mayor sueño era salir del campo para trasladarse a la ciudad, especialmente dadas las carencias que vivía en su hogar, cuando su ropa de cama estaba completamente zurcida para reutilizarla.
“Sé muy bien sobre la pobreza. En la escuela todo lo que comía eran batatas y pan al vapor. Realmente esperaba poder salir del pueblo y comer mejor”, aseguró el empresario durante un discurso en 2018.
En medio de la caótica vida que se estaba desarrollando en China, una segunda crisis golpeó la vida del magnate inmobiliario: la Revolución Cultural (1966-1976), que lo obligó a congelar sus estudios tras salir del colegio y en 1978, cuando se reabrieron las universidades y se reactivaron los exámenes de ingreso, volvió a las aulas para estudiar Metalurgia en la ahora Universidad de Ciencia y Tecnología de Wuhan.
Antes de imaginar una vida de lujos marcada por su fanatismo por los yates y las grandes marcas de diseñadores, el joven Xu tuvo diversos trabajos, entre ellos en una empresa de cemento y, por años, como técnico en una fábrica de acero, tras titularse en 1982. Era el primero de su núcleo familiar en alcanzar este logro, pero sería solo el primer paso para una carrera excepcional.
Parte del éxito de Evergrande se debe a su desarrollo en Shenzhen, ciudad en la que reside el empresario y que en 1979 se había transformado en la primera Zona Económica Especial (ZEE) de China, convirtiéndose en la capital tecnológica del gigante asiático y ganándose el apelativo de la “Silicon Valley china”.
El salto para Xu llegó en 1996, cuando fundó oficialmente el grupo Evergrande. Bajo la estrategia inicial de “adquirir propiedades de bajo precio en mercados pequeños”, el magnate llegó a liderar masivos proyectos inmobiliarios, haciendo énfasis en una de las mayores necesidades en el país más poblado del mundo: lograr ser propietario de un hogar. Fue tal su avance que en 2008 la firma llegó a la Bolsa de Hong Kong y menos de 10 años después fue el más rico de todo el país.
“Sin la reanudación del examen nacional de acceso a la universidad seguiría en el campo. Sin una beca estatal de 14 yuanes (US$ 2,16) no podría haber ido a la universidad. Sin la reforma y la apertura del país, Evergrande no sería lo que es hoy. Todo lo de Evergrande viene dado por el Partido, el Estado y la sociedad”, defendió en un discurso Xu.
Siendo el presidente de la junta, decidió que su primer gran proyecto fuera Jinbi Garden, un hotel en Heyuan. Además, en pleno auge de su conglomerado, Xu se dio uno de sus mayores gustos: ser el propietario mayoritario del club de fútbol Guangzhou Evergrande, que ha sido ocho veces campeón de la liga china, incluso logrando acuerdos de colaboración con el Real Madrid. En el torneo del gigante asiático comparte espacio con el propietario del gigante Alibaba Group, Jack Ma.
La incipiente Evergrande terminó por conquistar el mercado inmobiliario chino y llegó a tener más de mil proyectos en más de 280 ciudades chinas, lo que lo llevó a expandirse a otras áreas, con negocios en el turismo y vehículos eléctricos. Según el diario español El País, Xu ha sabido manejar sus conexiones políticas y en su camino se benefició del vínculo estrecho con el exvicepresidente de China, Zheng Qinghong, mientras que para 2018 fue uno de los asistentes del congreso anual del PCCh, que le dio luz verde al mandatario Xi Jinping para eliminar los límites de su mandato y le abrió las puertas para mantenerse en el poder.
Cinturón Hermès, yates y jet privado
Una larga lista de apodos marca la vida de Xu. Uno de ellos se lo ganó por su excéntrica vida, siendo denominado “hermano del cinturón”. El origen del apelativo está en una sesión parlamentaria anual de China de 2012, a la que acudió con un traje negro y un cinturón dorado de la marca de lujo francesa Hermès. “El cinturón más caro para la reunión comunista más grande del mundo”, señaló la BBC.
Entre sus lujos aparece un yate avaluado en U$ 60 millones y un jet privado Airbus A219 con el logo de su empresa, cuyo valor de mercado es de US$ 90 millones. En 2015, el multimillonario adquirió una mansión de US$ 40 millones en Australia, pero debió vender la propiedad en un plazo de 90 días.
El magnate está casado con Ding Yumei, de 64 años, una mujer proveniente de una familia acomodada y que ha apoyado la carrera de su esposo durante los últimos 35 años. Ambos se conocieron en la universidad. Esta semana, y en un gesto de apoyo, Ding Yumei invirtió US$ 3 millones en papeles de Evergrande, buscando con ello poner paños fríos a las agitaciones en el mercado.
Reconocida por una vida discreta, la pareja tuvo dos hijos, Xu Xihao, de quien se ha revelado poca información, y Xu Zhijian, de 32 años, quien se graduó de la Universidad de Tsinghua, es vicepresidente de Evergrande y profesor del departamento de Administración de Negocios de la Universidad de Nanjing.
Por sus logros financieros, Xu recibió un doctorado honorario en la Universidad West Alabama, en Estados Unidos.
Problemas financieros
Para ningún ciudadano chino eran un secreto las deudas que acumulaba Evergrande. Fue tal el impacto que Xu fue llamado por la prensa china como el “rey de las deudas” o la “inmobiliaria más endeudada del mundo”, enfrentando una crítica situación que se vio empeorada cuando el año pasado el gobierno de Xi anunció una serie de medidas para controlar el “endeudamiento de las inmobiliarias”.
La estrategia de la empresa era solicitar préstamos para financiar futuros proyectos, incluso para explorar otros negocios, como la creación de embotelladoras de agua y parques de diversiones. Los ingresos por la venta de propiedades han ido en caída, especialmente durante la pandemia, por lo que el grupo no cuenta con dinero en efectivo para pagar a los proveedores, lo que paralizó cientos de obras y dañó su principal fuente de recaudación de recursos.
El Covid-19, que conmocionó inicialmente a China y luego al mundo completo, también azotó a Evergrande. Las acciones del conglomerado perdieron al menos un 40% de su valor el año pasado, ante las constantes luchas con la creciente deuda y la caída de ganancias por la pandemia. Tras ello, Xu prometió a sus trabajadores priorizar las ventas y disminuir la reserva de tierras para próximos trabajos.
Desde ahí, la empresa de Xu ha intentado generar liquidez con una gran venta de propiedades con descuentos y bonificaciones, así como la venta de negocios que no generaban grandes réditos.
Según la BBC, la divulgación de la noticia de la situación financiera de Evergrande generó varias movilizaciones debido a que más de un millón de personas esperan recibir sus nuevas viviendas para las cuales han pagado millonarios depósitos, que hoy están en peligro con la caída del 80% del valor bursátil del conglomerado desde que comenzó el año.
Ahora, el fantasma de una quiebra no solo implicaría una dura derrota para Xu, sino también porque más de 200 mil trabajadores y más de 3,8 millones de empleos indirectos anuales quedarían en el aire. El sector inmobiliario, uno de los pilares del crecimiento económico chino en las últimas décadas, representa, según la Oficina Nacional de Estadística del país, el 7,5% del PIB del gigante asiático.
Nada podría solucionar que los bonos sigan perdiendo valor y los acreedores exijan su dinero de regreso. En este escenario económico, Evergrande cumplió uno de sus mayores temores al informar que no tiene las garantías para cumplir con sus obligaciones financieras, por lo que algunos proyectos quedarán paralizados hasta nuevo aviso, generando un desplome difícil de remontar.
La tensión internacional que dejó Xu fue tal, que muchos inversionistas temen que se repita lo ocurrido en 2008, cuando el desplome del banco de inversiones Lehman Brothers desató la última gran crisis financiera. La comparación, sin embargo, ha sido desestimada por muchos economistas que ven varias diferencias con ese caso. Sin embargo, durante esta semana, Evergrande incumplió el pago de US$ 84 millones en intereses de bonos que vencían el 23 de septiembre y aquello ocasionó otro desplome de sus acciones el viernes.
La gran duda, hasta ahora, es si Xi respaldará a Evergrande e intentará rescatarla. O definitivamente la deja caer. A Evergrande y su dueño: Xu Jiayin.