“Todo lo que pueda estar en manos del sector privado, va a estar en manos del sector privado”, fueron las palabras del presidente electo de Argentina, Javier Milei, en una de sus varias declaraciones sobre las medidas económicas que piensa aplicar una vez que llegue a la Casa Rosada.

La ola privatizadora abarca a distintas empresas y, a medida que van pasando los días, se van sumando a la lista otras nuevas. Los anuncios partieron con YPF, la TV Pública, Radio Nacional y la agencia de noticias Télam. Hasta ahora se han sumado Aerolíneas Argentinas, los trenes, la empresa de aguas estatal AySA y la de gas TGS.

Pero sin duda, la que está llamando más la atención es la petrolera YPF. Un ícono argentino que tiene el 49% de sus acciones en manos de privados que cotizan en la Bolsa de Buenos Aires y Nueva York. El otro 51% lo tiene el Estado, luego de que en 2012 fuera un porcentaje expropiado a Repsol y a otros inversionistas mediante una ley. Por eso en Argentina se habla que, más que una privatización, se tratará de un avance mayor del sector privado en la participación accionaria.

Pero antes de lanzarse al mercado, Milei quiere revalorizarla. Para ello ha fichado a un hombre de la industria para que sea el presidente y CEO de YPF: Horacio Marín.

El ejecutivo, ingeniero químico, es un profesional muy respetado en la industria. Graduado en la Universidad de La Plata, con estudios de posgrado en la Universidad de Texas y Stanford, lleva más de 30 años en Tecpetrol -la empresa de petróleo y gas del grupo Techint, controlado por la familia Rocca-, donde es presidente. Allí ha gestionado proyectos importantes como Fortín de Piedra, el mayor yacimiento de shale gas transandino, y la explotación de El Tordillo, un yacimiento convencional de crudo.

Su nombramiento generó una reacción positiva en los mercados financieros, al igual que las promesas de privatización. El lunes, las acciones de YPF en Nueva York llegaron a US$14,5 desde los US$10,73 del viernes 17, manteniéndose durante toda la semana en esos niveles. El viernes, cerró casi en US$17. Así, su market cap pasó de US$9.800 millones a US$16.400 millones en una semana.

Marín tendrá una ardua tarea. Porque, para revalorizar la petrolera, deberá hacer un cambio significativo en su orientación estratégica, que podría tener profundas implicancias en el sector energético del país.

Daniel Montamat, exsecretario de Energía y expresidente de YPF, advierte que para poder traspasar más acciones de YPF a privados y obtener un buen precio, es necesario primero reorganizar la industria. “Si se supera el trámite de cambio legal, vender las acciones es relativamente fácil, porque sería hacer una Oferta Pública de Acciones en los mercados internacionales. Ahora, para mí, sería poner el carro delante del caballo, porque al margen de la estructura accionaria que tenga, lo fundamental para decidir sobre el futuro de la empresa es la cancha en la cual está operando, es decir, el mercado. Y hoy YPF está operando en un mercado sumamente intervenido, con regulaciones discrecionales, un mercado donde la macroeconomía tiene tasas de inflación que vuelan, tiene un riesgo país que vuela, y donde los precios del crudo y sus derivados -sus principales productos de comercialización- están administrados, no son libres. Un barril de petróleo en la Argentina se cotiza a US$56, cuando en el mundo está a más de US$80″.

Ante ello, es partidario de hacer primero una reorganización industrial, internacionalizar el mercado petrolero argentino y reacomodar los precios del petróleo, los combustibles y el gas natural. Y darle a YPF autonomía de gestión para que pueda competir con los actores locales e internacionales. “Recién ahí se puede decidir que tenga más capital privado”, asegura.

“Con el nuevo gobierno, YPF es una de las empresas cuya cotización más subió, y no es porque se anunció que sería privatizada, sino porque es la más expuesta a toda la discrecionalidad de la política petrolera interna y, como vino la sensación de que iba a haber un cambio de política petrolera, obviamente se está entendiendo que YPF, que fue la más perjudicada, ahora será la más beneficiada”, agrega Montamat.

Asegura que arreglar el mercado puede llevar a lo menos dos años, lo que, a juicio de expertos, es más o menos los tiempos en que Milei está pensando llevar a cabo el plan de privatización de la petrolera. Sin embargo, Ezequiel Fernández, head of research de Balanz, cree que no será una tarea fácil, “porque requiere aprobación del Congreso y las provincias, en un escenario donde el partido de Milei no controla muchos diputados, senadores o gobernadores”.

Las opciones que se barajan

Pero Milei no sólo deberá cambiar el mercado y dar señales de estabilidad económica para lograr atraer a nuevos inversionistas. Su tarea más difícil es recuperar la confianza en Argentina.

Daniel Montamat cree que deberá luchar contra los temores de lo que pasará en el futuro, como asegurarles a los privados de que se mantendrán en YPF si hay alternancia en el poder. Mal que mal, Argentina carga con el estigma de lo que pasó con Repsol, empresa española que ingresó a la propiedad de YPF en 1999, pero en 2012 fue expropiada, lo que llevó a una serie de juicios. Recién hace dos meses, 11 años después, concluyó un juicio en Estados Unidos, donde una jueza de Manhattan condenó a Argentina a indemnizar a dos sociedades que tenían el 25% del accionariado a pagar US$16 mil millones por la expropiación, para lo cual el país tiene plazo de pago el 5 de diciembre. En 2012, ya pagó US$5 mil millones en bonos a Repsol.

Todo este historial hace complejo que nuevos grupos económicos pongan fichas en la empresa. “Ya sabes, si ya nos quemamos con leche, vemos una vaca y lloramos. Por eso, la privatización no es inmediata: el país primero tiene que recuperar confianza. Debe ir rehaciendo la relación contractual que tuvimos con Chile, a quien le cortamos los contratos del gas; ahora se está hablando de permitir contratos en firme para que el gas fluya de Argentina a Chile todo el año”, agrega Montamat.

Ezequiel Fernández cree que, si se logran pasar las barreras legales y políticas para aumentar la presencia de privados en YPF, seguramente sí habrá interesados por las perspectivas que ofrece. “Las ganancias de productividad en las operaciones shale de Vaca Muerta le han dado potencial global a esta formación. El breakeven (equilibrio financiero) de Vaca Muerta en las mejores áreas shale puede estar cerca de los US$35 por barril. Eso le permitirá la exportación de crudo liviano, a lo que se suman oportunidades en industrialización de gas no convencional vía trenes de LNG, unidades fraccionadoras de GPL o incluso petroquímicas también son un destaque”.

Agrega que lógicamente habrá oportunidades de hacerla más eficiente siendo una compañía estatal, “pero usando el contexto regional, YPF no es per se una compañía con problemas operacionales o niveles excesivos de gasto, como pueden ser Pemex o Petroperú. Es difícil adivinar adonde Milei apuntó con “recomponerla”, pero quizás tenga que ver con el acceso al capital y la posibilidad de darle autonomía en los precios de los combustibles locales. En los últimos 20 años, las decisiones de precio de gasolina y diésel han estado muy influenciadas por el calendario electoral y eso ha lastimado a YPF”, acusa Fernández.

Respecto a cómo se debería llevar a cabo el plan privatizador de Milei en YPF, se barajan varias alternativas. La primera es que, tras la aprobación de la ley que lo permita, el Estado haga una Oferta Pública de Acciones y ponga el paquete del 51% a disposición de nuevos inversionistas.

Lo otro que se puede hacer es ir emitiendo más acciones que queden en manos de los privados y así ir licuando la participación del Estado.

Una tercera alternativa es ir subdividiendo YPF e ir vendiendo sus distintas unidades de negocios. YPF es una petrolera, pero además tiene una empresa de gas y energía, de litio y de desarrollo científico, por nombrar algunas.

YPF

Otra de las cosas que a los petroleros que compiten con YPF les interesa es subdividir el negocio petrolero, que tiene las áreas de Exploración y Producción (Upstream) y Refinación y Comercialización (Downstream). Hoy la empresa está integrada y podría separarse.

YPF también vende entre el 55% y el 60% de los combustibles a nivel local, con lo que el Estado genera una política de precios más bajos que los internacionales, lo cual, por supuesto, a la competencia privada no le gusta. Bajo esa perspectiva, se ha planteado la opción de ir vendiendo gasolineras de YPF a distintos competidores y así ir desmontando la participación estatal.

El valor de la compañía

El 8 de noviembre, YPF dio a conocer sus resultados del tercer trimestre. Entre julio y septiembre, la empresa perdió unos US$137 millones. Sin embargo, anotó un “cargo no recurrente por deterioro de activos” de gas natural por US$506 millones antes de impuestos, “principalmente debido a una disminución en los precios esperados a largo plazo, como resultado de una mayor competencia y un potencial exceso de oferta en el mercado de gas natural local en los próximos años”, explicó en su comunicado de resultados.

Sin el deterioro de activos, YPF habría obtenido una ganancia neta de US$192 millones en el tercer trimestre.

La compañía tiene un nivel de deuda neta de US$6.675 millones y un ratio de endeudamiento neto de 1,7 veces en relación con el Ebitda ajustado, el que alcanzó a US$926 millones en el tercer trimestre.

Los detractores de la privatización aseguran que la compañía no tiene problemas y no pierde plata; de hecho, el año pasado ganó US$2.200 millones. Señalan que tiene un rol activo en el futuro energético y que sus desarrollos de gas podrían convertir a Argentina en una potencia exportadora y sustituir el rol de Rusia en Europa.

El año pasado YPF firmó con Petronas, la compañía nacional de petróleo y gas de Malasia, un Acuerdo de Estudio y Desarrollo Conjunto para un proyecto integrado de GNL en Argentina, que abarcará el Upstream con la producción de gas no convencional, el desarrollo de gasoductos e infraestructura, la producción de GNL, así como la comercialización y la logística internacional.

Argentina tiene la segunda reserva de gas no convencional del mundo. Por eso, ambas compañías están interesadas en desarrollar el “Proyecto GNL”, aprovechando el desarrollo de Vaca Muerta y la experiencia y el conocimiento acumulado por el Grupo Petronas en la operación de instalaciones de licuefacción de GNL, tanto onshore como offshore en todo el mundo. Esperan con este proyecto atender la demanda mundial de gas.

En cuanto a las expectativas del mercado tras la salida del Estado de su capital accionario, Ezequiel Fernández estima, desde una mirada optimista, que una privatización podría darle a YPF la posibilidad de desarrollar sus recursos de hidrocarburo con una visión de largo plazo y sin estar sometida a las presiones políticas de corto y mediano plazo. “Eso le daría mejor acceso a capital, y le permitiría desarrollar más rápidamente proyectos exportadores en crudo y gas. Pero dependería mucho también del comprador: si llegara alguien enfocado en dividendos en vez de crecimiento, la historia sería otra”, sentencia.