Al principio de su nefasta campaña para convertirse en jefe ejecutivo de Hong Kong, Henry Tang pidió a los ciudadanos jóvenes que dejaran de quejarse acerca de los precios de las propiedades. Los magnates locales no nacieron con miles de millones de dólares, dijo el magnate que luego se transformó en político en una entrevista en un periódico el año pasado.
La respuesta -en una ciudad donde el precio promedio de una casa es 13 veces el ingreso anual de un hogar promedio, el mayor múltiplo en el mundo- era una burla. Meses atrás, un sacerdote católico causó furor en Halloween, al decir: “Los fantasmas y espíritus no están asustados. La gente como Li Kashing (magnate) son los reales diablos”. Ambos incidentes subrayan la creciente inequidad que está generando furia entre los residentes comunes y corrientes. Muchos sienten que la acogedora relación entre el gobierno y las empresas en una de las economías más liberales del mundo está beneficiando a un puñado a costa de la mayoría de los 7 millones de habitantes.
Mirando hacia atrás el “sueño hongkonés” de los ’70 y ’80, Vincent Lo, presidente de Shui On Land y uno de los hombres más ricos de la ciudad, plantea que hubo “muchas oportunidades para todos. Ahora los jóvenes sienten que no tienen ninguna posibilidad de hacerse rico”.
Leung Chun-ying, quien le ganó a Tang en marzo, dice que él cambiará esto. Ha prometido un gobierno más intervencionista que puede hacer la vida mejor para la mayoría de la población apoyando a las pequeñas empresas y haciendo la vivienda más accesible. Quienes apoyan a las grandes empresas, sin embargo, se preocupan de que él vaya a perjudicar el modelo de libre mercado que ha transformado a Hong Kong en un centro financiero líder.
Por largo tiempo, el mercado inmobiliario ha sido la clave para el poder económico en Hong Kong. El gobierno británico puso en marcha un sistema donde la mayor parte del gasto público en la colonia fue pagado con lo recaudado por la venta de tierras, permitiendo a la ciudad convertirse en el régimen de bajos impuestos preferido por los inversionistas globales.
Desde el traspaso a China en 1997, el gobierno ha mantenido la misma política. Dado que es el único poseedor de la tierra, vende contratos de arriendo a altos precios, haciéndolos accesibles sólo para desarrolladores con bolsillos profundos, quienes transfieren el costo a los compradores. Dado que el gobierno ha rechazado elevar la oferta de suelo, los precios de las propiedades han subido 70% desde 2009.
Los frutos de la prosperidad han ido a un grupo pequeño. Según la ONU, la ciudad tiene la mayor desigualdad de ingresos del mundo desarrollado. Uno de cada cuatro niños en Hong Kong vive bajo la línea de la pobreza y la situación no ha mejorado en la última década.
Pero eso está por cambiar. Leung dijo que Hong Kong debe alejarse del modelo de “pequeño gobierno y gran mercado” y que combatirá los desequilibrios en la economía.
Si este mayor estado puede mejorar las vidas de miles de familias sin perjudicar el crecimiento económico, Leung logrará eliminar un vacío en el modelo no intervencionista de Sir John Cowperthwaite, secretario de Finanzas de la ciudad en los ’60.
Algunos en la elite de Hong Kong describen a Leung como “un peligroso comunista” que podría destruir las bases de libre mercado de la ciudad, que han generado tanta riqueza.
En una ciudad en que los británicos se hicieron cargo en 1841 para entregar un puerto de libre comercio a China, las empresas y el gobierno siempre han sido cercanos. Antes, dijo Leo Goodstadt, asesor político de la administración de la colonia, los miembros de la elite china eran vistos hasta cierto punto por la mayoría como un protector de sus intereses contra los británicos. Pero ya no existe ese sentido de “ellos y nosotros”, plantea.
La desilusión de Grassroots está vinculada al hecho de que más de 90% del PIB es generado por el sector servicios, especialmente financieros -que ofrece pocas oportunidades a aquellos con poca educación y capacidades. “Más empresas se están moviendo hacia el territorio continental y no hay necesidad de reclutar en Hong Kong”, plantea Vincent Lo, quien ha respaldado a Leung desde el comienzo de su campaña, uno de los pocos que lo ha hecho.
Los temores de que los lazos de Leung a China continental amenacen los derechos civiles y la independencia de su poder judicial significa que llega al gobierno con una aprobación de apenas 40%. Necesita ganar apoyo antes de la próxima elección en 2017, para cuando se supone que existirá el sufragio universal. Eso se está tomando como una fuente de esperanza de que cumpla su promesa de separar gobierno y empresas.
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