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Nuria Chinchilla: "Si la empresa no ha abierto la puerta de la flexibilidad, el gran agente de cambio son las madres"

“Valores y ecología humana”, es el slogan del blog de Nuria Chinchilla, profesora y directora del ICWF (International Center for Work and Family) del IESE Business School, que estuvo a fines de agosto en Chile, como una de las charlistas principales del seminario “Los 9 elementos de una empresa sostenible y con Responsabilidad Familiar Corporativa (RFC)”.

El evento, se realizó en el Centro Trabajo y Familia Grupo Security del ESE Business School de la Universidad de los Andes. “En un mundo en el que empezamos a preocuparnos por el cambio climático, debemos aprender a ocuparnos también de una realidad invisible: la ecología humana. Y es que, mientras que presumimos de un intenso progreso económico y social, estamos descuidando la familia, la célula insustituible para construir sociedades sanas y fuertes”, comenta en su blog Chinchilla, sentando las bases de una serie de pasos, qué -según comentó al HUB Sustentabilidad-, son claves para una metodología para compatibilizar la vida laboral con la personal.

¿Por dónde debería comenzar una empresa que quiere equilibrar ambos mundos?

Antes que nada, una empresa del siglo XXI tiene que entender que para ser sostenible hay que practicar la metodología de las “3 efes”: la “Flexibilidad”, principalmente en cuanto al horario (en los casos en que se pueda); la “Feminidad”, que dice relación a abrir el punto de vista femenino al interior de una organización; y por último, la  “Familia”, que es una de las más importantes.

Aunque parezca obvio, ¿por qué es la más importante?

Todos tenemos una serie de responsabilidades fuera de nuestro trabajo. Claro, parece obvio, pero no sólo somos empleados. También somos parte de una familia y eso hay que considerarlo a la hora de tomar decisiones de cómo funcionan las organizaciones.

¿Cómo lograr la compatibilidad entonces?

En primer lugar, hay que considerar que las empresas, las administraciones públicas y las personas, son un trípode que funciona en conjunto y deben acostumbrarse a la flexibilidad. O sea, trabajar por objetivos y no mediante el “presentismo”.

¿Presentismo...?

Claro. En muchas empresas aún está el concepto de la presencia física permanente. Te tiene que ver el jefe y tus compañeros o si no te va a ir mal, lo que a la larga, afectará tu futuro. Pero ya estamos viendo que en compañías con entornos más maduros, flexibles y sustentables, muchas actividades se organizan por objetivos. Otro factor fundamental es, -para los que tienen hijos- , que los miembros de la familia entiendan que deben ayudar en el hogar. Que deben tener tareas. Así, desarrollas desde edades tempranas la empatía y el trabajo en equipo, competencias que luego se traspasarán a las empresas en su futura vida laboral.

¿Qué otros elementos son importantes para esta empresa flexible?

Otra clave está en lograr que cada trabajador entienda que es dueño de su destino. O sea, que el trabajo no es lo único que traza tu vida. En este caso, es fundamental saber decir que no y ser flexibles. O sino, el trabajo termina absorbiéndote y se vuelve una carga.

Del dicho al hecho…

¿Cómo se logran implementar estas políticas de compatibilidad?

Llevamos 15 años en IESE implementando este tipo de metodología y nos hemos dado cuenta que se debe tratar de lograr entornos “oxigenantes”, o sea, flexibles. La gente está más a gusto cuando se produce un ambiente de este tipo. A la vez, los entornos rígidos son contaminantes. Cada empresa tiene sus diferencias. Por eso, antes que nada, hay que hacer una investigación de la realidad de la organización y establecer un diagnóstico.

¿Y luego?

Dependerá mucho de quien dirige los departamentos. Lo primero es establecer una política de Responsabilidad Familiar Corporativa (RFC). En segundo lugar, hay que hacer un fuerte trabajo de educación, principalmente en los bandos y líderes intermedios, que son los más reacios al cambio. Quizá aquí va a estar uno de los trabajos más fuertes y complicados. Pero sobre todo, hay que tratar de cambiar la cultura. O sea, una cultura de innovación y flexibilidad.

¿Cómo empezar?

Si la empresa no ha abierto la puerta de la flexibilidad, el gran agente de cambio son las madres. Ellas están legitimadas por ley a la flexibilidad. Y justamente es aquí donde la empresa debe aprender que el hecho de que tenga que asumir ambos roles (trabajadora y madre), no la hace menos productiva. Todo lo contrario. La experiencia nos ha mostrado que es capaz de cumplir sus objetivos, pero en menos tiempo. O sea, es más eficiente y se transforma en el mejor ejemplo.

¿Influye mucho la ciudad en donde se vive?

Depende de cuán creativas puedan ser las políticas. Por ejemplo, en una gran ciudad, donde existen horas peak de tráfico, se puede implementar un sistema en que muchos empleados revisen y contesten sus correos en la casa y cuando haya pasado el tráfico, vayan a la oficina. Otras empresas tienen prohibido hacer reuniones después de las 17:00. El tema es reorganizarse y repensar las formas de trabajo de hombres y mujeres.

¿Y han medido los resultados de esta metodología?

Por supuesto. En prácticamente todas las empresas, mejora la productividad y baja el ausentismo y la siniestralidad. Además, mejora el compromiso. Nuestros datos muestran que aumenta en 19% el  desempeño de los trabajadores en entornos más oxigenantes.

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