Barack Obama dijo ayer que estaba enviando a 300 “asesores militares” a Irak a ayudar a su complicado gobierno a combatir a los insurgentes suníes que han presionado al país al borde de una guerra civil sectaria.
Obama dijo que las tropas ayudarán a recopilar inteligencia acerca de los militantes que ahora están en control de grandes partes del noroccidente para ayudar a coordinar ataques aéreos “selectivos”.
La decisión de enviar un grupo pequeño de tropas de regreso a Irak representa un cambio notorio de Obama, cuyas dos campañas electorales fueron construidas en torno a una promesa de poner fin a la guerra liderada por Estados Unidos en el país.
Funcionarios estadounidenses han definido los avances hechos por el grupo conocido como Isis -una rama de al-Qaeda- como una amenaza potencial directa a la seguridad nacional estadounidense.
“Estados Unidos no volverá al combate en Irak, pero ayudaremos a las fuerzas iraquíes que están luchando contra los terroristas”, dijo Obama. Sin embargo, agregó: “Está en nuestros intereses de seguridad nacional no ver una guerra civil total en Irak”.
Las tropas estadounidenses dejaron Irak a fines de 2011 luego de una campaña de ocho años que costó varios billones (millones de millones) de dólares y la vida de 4.000 soldados estadounidenses. Estados Unidos también gastó US$25 mil millones construyendo el ejército iraquí, una sección de la cual simplemente abandonó las armas la semana pasada cuando las fuerzas de Isis marcharon a través de secciones suníes del país.
Siguiendo una petición de ayuda militar por parte del gobierno de Irak, Estados Unidos movió buques de guerra al Golfo que podrían usarse para llevar a cabo ataques aéreos.
En los últimos días, funcionarios del Pentágono han insistido en lo difícil que sería para el ejército estadounidense usar la potencia aérea de manera eficaz en Irak, debido a que muchas fuerzas de Isis están basadas en pueblos y ciudades y porque carecen de la detallada inteligencia necesaria para realizar estos ataques.
El general Martin Dempsey, jefe de Estado mayor conjunto, dijo el miércoles que los ataques aéreos eran improbables “hasta que podamos clarificar efectivamente este panorama de inteligencia”.
La decisión de Obama de enviar asesores a Irak probablemente será extremadamente impopular con los demócratas. Nancy Pelosi, líder demócrata en la Cámara de Representantes, advirtió ayer que el riesgo de enviar tropas era que “el número tenía una tendencia a crecer”.
En su declaración, Obama dijo que finalmente dependería de las fuerzas iraquíes hacerse cargo de la seguridad en el país. “No tenemos la capacidad de simplemente resolver este problema mandando miles de tropas y comprometiendo el dinero y la sangre que ya se ha expandido en Irak”.
Obama dijo que cualquier nueva intervención militar de Estados Unidos dependería en parte de un esfuerzo por parte del gobierno del shíita Nouri al-Maliki por llegar a los suníes descontentos.
Funcionarios estadounidenses han insistido públicamente en sus críticas al líder iraquí, quien ha sido acusado de avivar tensiones sectarias.
El vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo que Maliki no había hecho lo suficiente para “gobernar de manera inclusiva y que había contribuido a la crisis que tenemos hoy en Irak”.
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