El presidente estadounidense, Barack Obama, y su gabinete lanzaron ayer una campaña de lobby en el Capitolio de cara a una votación que probablemente se realizará la próxima semana, luego de que la Casa Blanca pidiera al Congreso la autorización para un ataque punitivo sobre Siria tras el supuesto uso de armas químicas.

Obama, quien a menudo ha tenido una relación fría con el congreso, ha llamado por teléfono a una serie de figuras clave de ambos partidos y fijó algunas reuniones con los senadores republicanos John McCain y Lindsey Graham.

El esfuerzo de lobby está siendo encabezado por el secretario de Estado, John Kerry, quien, junto con Chuck Hagel, jefe del Pentágono, estará hoy ante la audiencia del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.

El vicepresidente, Joe Biden, también está llamando a varios miembros de la cámara y del Senado. El presidente, Biden, Kerry y Hagel son ex senadores.

Obama sorprendió a su propio equipo, al congreso y a los aliados de Estados Unidos cuando anunció el sábado que acudiría al Congreso en busca de autorización, pese a que su administración mantiene que él tiene el poder para la incursión en Siria sin necesidad de esta autorización.

La decisión de Obama, realizada luego de que el congreso británico votara en contra de la participación de ese país en la acción militar, también ha enturbiado los cálculos políticos y diplomáticos a través de Medio Oriente y Europa.

Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN, dijo ayer que estaba convencido por la evidencia que había visto de que el régimen sirio estaba detrás del ataque con armas químicas lanzado en Damasco en agosto, que, según Estados Unidos, dejó 1.400 personas muertas. Pero agregó que dependería de los estados individuales decidir si participar en cualquier acción de represalia.

"Les puedo decir que, personalmente estoy convencido, no sólo de que el ataque químico tuvo lugar... sino que también estoy convencido de que el régimen sirio es responsable", dijo en una conferencia de prensa.

Un ataque de Estados Unidos en Siria ha dividido a las naciones árabes y a la comunidad internacional, preocupada de guerras adicionales de Estados Unidos, pero ansiosa por ver al régimen de Damasco castigado por su supuesto uso de armas químicas.

Una dividida Liga Árabe el domingo acusó a al-Assad de ser responsable del ataque, pero no apoyó ninguna incursión punitiva del ejército estadounidense sin la aprobación de Naciones Unidas.

El Congreso está profundamente dividido y en los múltiples grupos, con las guerras de Irak y Afganistán y las recientes revelaciones acerca de la inteligencia estadounidense teniendo influencia en las visiones de los legisladores.

En un extremo del espectro, algunos como McCain y Graham apoyan la incursión pero sólo como parte de una postura más agresiva de Estados Unidos que busca forzar a Assad a salir del poder.

Por otra parte, muchos demócratas liberales o se oponen o son escépticos acerca de la acción militar, tal como lo están cada vez más republicanos libertarios tanto en la Cámara como en el Senado estadounidense.

Los republicanos controlan la Cámara, pero se podría necesitar de votos demócratas para obtener una autorización en esa cámara, dado que muchos conservadores no apoyarán a Obama bajo ninguna circunstancia.

James Ceaser, un prominente intelectual conservador, llamó a los republicanos a respaldar una moción de atacar Siria, incluso si piensan que será "inefectiva,  no hará un bien, desperdiciará dinero, o si no tienen confianza en el juicio de Obama".

"El simple hecho es que la nación y nuestros aliados estarán en mayor riesgo si el mundo ve una presidencia que se ha debilitado y que no tiene credibilidad para actuar", dijo en un comentario en su blog.

Una dinámica similar está en funcionamiento en parte del Medio Oriente. "Mucha gente que quiere ver a los estadounidenses golpear al régimen en Siria no lo dicen de manera clara", plantea Salam Kawakibi, cientista político.

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