Si se toma en cuenta cualquier medida - la tasa de desempleo, su índice de aprobación y la dirección percibida del país - el discurso de Barack Obama en la convención demócrata esta noche debería marcar el comienzo de su salida.

La decisión de ayer de cambiar el discurso hacia un espacio interior, desde el estadio de Bank of America con capacidad para 73 mil personas, al arena más pequeño, donde se está realizando la convención, podría ser visto a través del mismo lente - de una presidencia que ha perdido su poder de atracción.

La campaña puede haber tenido problemas para llenar el estadio, pero el movimiento hacia el interior sí tiene una explicación legítima: Charlotte ha sido azotada por lluvias tropicales y se pronostican más tormentas.

Pero los otros puntos de referencia se mantienen, y todos ellos significan la perdición para Obama. Desde el cambio de siglo pasado, sólo dos presidentes han sido reelectos cuando la tasa de desempleo ha estado por encima del 7%: Franklin Roosevelt y Ronald Reagan y, en este último caso, el país estaba en medio de un auge.

La tasa de desempleo de EEUU es de 8,3% y, con las economías de EEUU y el mundo debilitándose, es más probable que se eleve de nuevo antes de caer.

Un sondeo de ABC-Washington post publicado el martes mostró que sólo el 47% de los votantes registrados califican a Obama de manera favorable, el índice de popularidad pre-convención más bajo para cualquier presidente en ejercicio desde 1980.

“Si Obama gana, será porque ha logrado superar casi cualquier marca histórica para la reelección”, dijo Whit Ayres, encuestador republicano, en la convención del partido en Tampa. Hasta ahora, para horror de los republicanos, Obama está amenazando con hacer precisamente eso.

Obama sigue en un empate estadístico con Mitt Romney, el candidato republicano, en encuestas nacionales, y está igual, o ligeramente por encima, en todos los estados indecisos con la excepción de Carolina del Norte.

Obama debe su posición al hecho de que los votantes todavía parecen quererlo, pese a sus problemas económicos, mientras que al mismo tiempo han luchado para conectarse con su oponente.

Mientras que la calificación de Obama puede estar en mínimos históricos, Romney ha establecido sus propios parámetros no deseados, obteniendo el menor rebote jamás registrado por Gallup después de una convención.

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