La economía global termina el 2017 en su mejor estado en años, con un alto grado de sincronía entre la mayoría de los países del planeta. Ello se explica por la confluencia de políticas monetarias, aún bastante acomodativas, que estimulan tanto el consumo como la inversión, en un entorno donde la inflación se mantiene contenida. El buen desempeño de gran parte de los mercados financieros durante el año -tanto renta fija como acciones, mercados desarrollados como emergentes- ha sido reflejo de este mejor panorama, así como de las expectativas para el año entrante.
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De esta manera, el 2018 se vislumbra como un año que mantiene el buen momentum de crecimiento, reflejando la continuidad de la actividad en países desarrollados y recuperación en los emergentes. Al mismo tiempo, la inflación -aunque mayor que en años anteriores- seguirá estando en niveles que no cause acciones inesperadas por parte de los bancos centrales. La resiliencia del crecimiento en China está al centro de este escenario, permitiendo la estabilización de precios de varias materias primas en los niveles más altos en varios años, lo que a su vez le da un sustento importante las economías en vías de desarrollo.
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Sin embargo, el 2018 no está exento de riesgos. La economía de EEUU se acerca a la fase final del ciclo de expansión. La de China debe enfrentar el desafío de controlar la excesiva expansión del crédito de los últimos años, continuando la desaceleración de su crecimiento iniciado a comienzos de esta década. Por otro lado, el Banco Central Europeo -ante el mejor panorama económico de la Eurozona- seguramente empezará a retirar las medidas de estímulo, siguiendo el camino de la normalización ya iniciado hace algún tiempo por la Reserva Federal de EE.UU. Por último, los riesgos de índole política probablemente tomen un protagonismo significativo, particularmente en América Latina, que vivirá varios procesos electorales en sus principales economías.
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Es en este contexto que el equipo de estrategia de inversión de BlackRock apunta a un posicionamiento que se cimienta en el buen panorama económico global, que aún seguirá presente por algún tiempo, pero que toma en consideración los posibles efectos negativos de los riesgos antes mencionados. Por ello nos definimos como inversionistas optimistas del 2018, pero con una adecuada cuota de cautela.
El escenario de la renta fija global requiere de un significativo nivel de precaución. Por un lado, las acciones de los bancos centrales del mundo han elevado los precios de muchos de estos instrumentos a niveles que desafían todo criterio financiero (inclusión a tasas nominales negativas como ese el caso de varios bonos europeos). Por otro, el mejor entorno económico global precisamente está llevando a estos bancos centrales no sólo a disminuir sus estímulos, sino que a normalizar las tasas de interés. Los dos fenómenos anteriores nos llevan a pensar que los mercados de renta fija para el 2018 presentarán un importante reto a inversionistas, con algunas contadas excepciones.
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En relación a renta variable, las mejores oportunidades aparecen con mayor claridad en mercados fuera de EEUU, como la Eurozona, Japón y emergentes, apoyados por ciclos económicos aún con más espacio para crecer, así como precios con capacidad para seguir subiendo. La inversión en acciones estadounidense es donde quizás se debe aplicar con mayor grado la sensatez y discernimiento, dado el impresionante incremento de precios que ha registrado en los últimos 5 años. En ese período, el índice S&P 500 ha rentado un promedio de 15% anual, que se compara con apenas 9% anual para el conjunto de los otros mercados desarrollados fuera de Norte América (índice MSCI EAFE en dólares) y un magro 5% al año para mercados emergentes (índice MSCI Emerging Markets en dólares). Así, los indicadores bursátiles de EEUU han alcanzado niveles récord en sus valorizaciones, al mismo tiempo que ha aumentado la incertidumbre política. Por ello, resulta más conveniente adoptar estrategias que privilegien acciones de empresas cuyas valorizaciones son más bajas y/o de mejor calidad y predictibilidad de sus resultados.
Así como la cautela para el 2018 aparece al momento de analizar la renta fija o las acciones en EEUU, el optimismo se manifiesta con mayor fuerza en activos de mercados emergentes, tanto en renta variable y, en menor medida, la renta fija. No sólo sus economías son las que más se han visto beneficiadas por el buen entorno global, sino que sus mercados han visto un creciente apetito por parte de los inversionistas globales, atraídos por interesantes valorizaciones en relación a los activos de mercados desarrollados, después de estar subinvertidos en éstos por años. Dentro de emergentes, la mayor preferencia es por asiáticos, que combinan una buena posición macroeconómica y valorizaciones accionarias más atractivas que las de sus pares latinoamericanas o europeas.
Entre los mercados desarrollados, destacan para el 2018 las oportunidades que ofrece Japón, donde coinciden el repunte del crecimiento económico, atractivas valorizaciones y un positivo momentum político, tras el respaldo que obtuvo el primer ministro Abe y su agenda de reformas en las recientes elecciones de ese país.
Todo indica que el 2018 comenzará como un año que invita a una perspectiva positiva, pero por las razones antes expuestas, vale la pena hacerlo con un razonable grado de prudencia.
*El autor es director de Estrategia de Inversión para América Latina e Iberia de BlackRock.