En los últimos años, Howard Schultz, el fundador y director ejecutivo de Starbucks, ha luchado para cambiar la forma en que tomamos café. Ahora se dedica a una misión más difícil. La semana pasada en Washington, Schultz, en una gran conferencia de inversiones, hizo un llamado para una reforma política. Más específicamente, repitió una petición que hizo por primera vez el año pasado: que las empresas e inversionistas dejaran de financiar a los políticos, a menos que los políticos prometieran acabar con el estancamiento venenoso en Washington.

¿Habrá alguien que escuche? No contengan la respiración. El año pasado, Schultz dijo que alrededor de 100 ejecutivos estaban prometiendo seguir su ejemplo. La semana pasada hablé con decenas de jefes ejecutivos de empresas estadounidenses en Washington para un foro. Nadie parecía a punto de lanzar una huelga de financiamiento.

Pero si quieren entender por qué importan los comentarios de Schultz, échenle un vistazo a una encuesta realizada por The Conference Board para el Business Council, un organismo de la industria. Le preguntaron a 70 gerentes generales sobre cómo evaluaban el clima económico y político. Los resultados fueron sorprendentes. Cuando a este grupo se le pidió decir qué instituciones globales consideraban más competentes y creíbles, lo primero que dijeron fue… em… ellos mismos (alrededor del 90% de estos gerentes piensan que las “empresas multinacionales” han sido “moderadas”, “muy” o “la más” eficaz al manejar los desafíos creados por la crisis económica y shock financiero). Después de esto, admiran a los bancos centrales: casi el 80% considera que estos son “moderadamente”, “muy” o “los más” eficaces.

Pero el grupo que tomó el tercer lugar fue la cúpula del Partido Comunista de China: obtuvo un 64% de aprobación - o voto “efectiva” - a favor de la forma en que ha manejado los desafíos políticos y económicos en los últimos años. Esto estuvo muy por delante del ranking de los presidentes de EEUU (33%) y el Congreso de EEUU (con un sombrío 5%). Sí, han leído bien: los gerentes generales de Estados Unidos aparentemente piensan que los burócratas “comunistas” han sido más eficaces que los políticos democráticos occidentales.

Este resultado refleja en parte el auge de China, que ha hecho un trabajo impresionante en mantener su economía gigante en aumento desde el año 2007. No hay ninguna garantía de que esto pueda continuar, pero lo que impresiona a algunos gerentes globales es cómo el gobierno chino tiene una visión política a largo plazo. “Los chinos tienen algunas políticas que odiamos, pero al menos sabemos lo que son esas políticas” dijo un gerente, quejándose de que “el problema en EEUU es que la formulación de políticas es tan a corto plazo… nadie sabe lo que sucederá después”.

El otro lado de la ecuación se remonta al llamado de Schultz. Cuando el Business Council preguntó a los gerentes generales lo que más querían ver de su gobierno, pusieron en primer lugar la lucha contra los problemas fiscales y el impulso al crecimiento económico. Pero cerca de los primeros lugares estaba “el liderazgo para poner fin a un estancamiento político interno”. Esos gerentes también están molestos por el estancamiento.

Si quieres ser optimista, se podría ver esto como un fenómeno a corto plazo. Estados Unidos ya ha sufrido suficiente de malestar y el Congreso está diseñado para tener pesos y contrapesos. Si uno de los partidos barre las urnas en noviembre, la paralización podría terminar: la postura retórica de hoy podría convertirse en un consenso para la acción. Es posible, sin embargo, que sea mucho más sombrío. No importa que las encuestas sugieran que la contienda de 2012 será muy cerrada. Lo que es más preocupante es que parálisis de Washington podría reflejar divisiones sociales aún mayores. En particular, como autores que van desde Charles Murray hasta Edward Luce discuten en sus nuevos libros, parece que la sociedad estadounidense está cada vez más polarizada en un sentido económico, social y político. La fragmentación se ve agravada por el hecho de que poderosos grupos de interés estén utilizando su dinero para promover sus propios fines.

Esta es la razón de por qué los hombres como Schultz están preocupados. Pero también es por qué no es probable que las empresas vayan a una huelga de financiación. Mientras crece la polarización, temen que deben gastar sumas cada vez mayores para protegerse. Es una tragedia estructural, en todos los sentidos. George Washington podría revolcarse en su tumba. O el Presidente Mao podría reírse.

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