Patricio Meller es actualmente director de proyectos de la Corporación de Estudios para Latinoamérica (Cieplan), centro de pensamiento que reúne a los principales economistas ligados a la antigua Concertación. Desde 2014, además, es presidente del directorio de Fundación Chile y académico del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile. Hoy su principal foco de estudio y análisis es la educación. En lo político y ad portas de la elección presidencial de segunda vuelta, el economista puso paños fríos a las visiones catástrofistas que señalan que el país se juega "la vida" en esta elección. Para Meller, "la diferencia estará entre alcanzar al fin del próximo período presidencial los US$27.500 (per cápita) o quedarnos en US$27.000. Ese es el margen de cambio". Y en esa disyuntiva, subrayó que "no sé cuál de los dos nos llevará a estar en el rango alto o en el bajo".
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En esta elección varios personeros de la ex Concertación y que representan a sectores más de centro quedaron de alguna manera huérfanos, ya que no tienen candidatos que los representen, ¿cuál es su posición de cara a la segunda vuelta?
-En esta elección presidencial la mayoría de los chilenos se siente huérfana. No es sólo concertacionista por un lado ni centro derecha por otro. El problema es más general. Hay dudas de los candidatos por ambos sectores.
¿Los candidatos no convencen?
-El cuestionamiento y lo que muestran los resultados de la primera vuelta apuntan a que en Chile ha habido poca renovación intergeneracional y una lectura de lo que pasó es que reaccionaron los jóvenes. Hubo una manifestación de los jóvenes, no en toda su magnitud, pero sí reaccionaron de manera explícita señalando que no quieren más de lo mismo, más allá de si son buenas ideas o no.
¿Hoy no están los candidatos que tienen las mejores ideas y propuestas en esta elección?
-A los jóvenes no les importan las buenas ideas, sino que sean de su misma generación, que tengan afinidad directa, y esto es consecuencia de que los partidos políticos por demasiado tiempo no le dieron la pasada a los jóvenes y, por ello, en la primera vuelta los jóvenes se manifestaron.
¿Y eso se reflejó en los votos del Frente Amplio?
-No sólo en el Frente Amplio, sino que en todo el espectro político. Hubo candidatos muy buenos, con muy buenas ideas, con mucha experiencia que no ganaron. La persona que tenía las mejores ideas y más de futuro era el Presidente Ricardo Lagos por lejos y, sin embargo, a los jóvenes no les importó eso.
Pero el voto del Frente Amplio busca un modelo distinto de desarrollo...
-Al Frente Amplio yo lo he visto durante los últimos 20 años en la universidad y por ello sus planteamientos no son una novedad. Y tengo serias discrepancias de lo que dicen.
¿Del modelo de desarrollo que plantean?
-De su no modelo. No hay modelo. Lo único que hay es un cuestionamiento a lo que existe. Muchas de sus propuestas son temas que vimos en la década de los 60, hasta con las mismas palabras. Ahí no hay renovación. Si uno usa como plantilla lo que los jóvenes creíamos y decíamos en los 60 y lo comparamos con lo que se plantea ahora, es como si en estos últimos 50 años el mundo fuera el mismo.
Usted mencionó que el Presidente Lagos era quien tenía las mejores ideas, ¿por qué cree no tuvo respaldo?
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-Es un problema intergeneracional. La gente quería rostros nuevos. No importan las ideas.
En las últimas semanas se ha levantado el debate de que Chile se juega "la vida" en esta elección sobre avanzar o no hacia el desarrollo, ¿hay una disyuntiva de ese tipo?
-No se juega la vida. Chile ya tiene un nivel básico alto. Es cuestión que alguien mire y lea lo que pasa en Perú, Argentina, Brasil, Ecuador, Colombia, México, y vea cuál es el debate ahí. Nosotros no tenemos nada que ver con esa realidad. Acá no nos jugamos nada. Afortunadamente este país ha avanzado durante los últimos 30 años y alcanzó un nuevo nivel de desarrollo. Ahora, en estos cuatro años sí bajó la tasa de crecimiento, pero ¿cambió el país con eso?, no.
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Es decir, ¿si gana Guillier o Piñera no habrá mayores diferencias?
-No hay mayores cambios. El margen en que se mueven ambos está dentro de algo que ya tiene consenso. La diferencia estará entre alcanzar al fin del próximo período presidencial los US$27.500 (per cápita) o quedarnos en US$27.000. Ese es el margen de cambio. De eso estamos hablando. Y no sé cuál de los dos nos llevará a estar en el rango alto o en el bajo. Ese es el debate.
¿Ve que faltan más técnicos en el comando de Alejandro Guillier para sustentar su candidatura?
-Si llega a ganar Alejandro Guillier, los técnicos y buenos profesionales van a aparecer y ahí dependerá del ojo para seleccionar a los mejores. Siempre habrá buenos candidatos para cualquier cargo en el gabinete.
"El tema sigue en si se avanza o no al 60% o 70% de gratuidad en la educación, pero eso no resolverá los problemas de fondo"
¿Cómo ha visto la discusión educacional en el último tiempo, y especialmente en lo que proponen las candidaturas presidenciales?
-El debate en Chile se ha centrado en la diferencia que existe entre la educación pública y privada. Pero el tema no está ahí. El problema es cómo lo están haciendo los mejores colegios y escuelas del mundo en la educación escolar. Y como quedamos nosotros en términos relativos con respecto a esa comparación. Y ahí estamos súper mal. El tipo de debate que se da en Chile es cómo acortar la brecha entre el colegio con peores resultados de la prueba PISA que coincide con los sectores más pobres, con el que logra el mejor puntaje que coincide con las familias de mayores ingresos. Pero ahí lo único que se está haciendo es mirar el problema interno en un mundo global.
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¿El foco con que se está mirando este problema no es correcto?
-Este foco interno es errado. El debate no es la forma en que se enseña en los colegios públicos o privados, porque se está enseñando de forma similar en todas partes. Lo que muestra la prueba PISA es que los peores colegios públicos chinos, lo hacen mejor que nuestros mejores colegios privados. Y en Vietnam, que tiene un cuarto de nuestro PIB, están mejor que nosotros. ¿Qué están haciendo los vietnamitas que nosotros no estamos haciendo?
¿Este es un problema estructural?
-Hay que tener una concepción global para saber qué tipo de estudiante queremos que egresen del colegio. Y ahí hay una discusión paralizante que viene de la ideología que ha habido en el debate. La pregunta que ha estado presente en el último tiempo es qué queremos entregarle a los estudiantes: valores o competencias laborales para que puedan trabajar una vez egresados. Pero ese debate que es añejo y paralizó la discusión sobre la educación, ya que claramente se pueden enseñar y se debe enseñar ambas cosas.
¿En Chile el debate se ha concentrado en gratuidad más que en calidad?
-La gratuidad en educación superior se tragó todo el debate sobre la educación. Se llevó toda la atención y la mayor parte de los recursos. Desde 2011 hasta ahora hemos estado centrados en cómo resolver el problema de la gratuidad en Educación Superior. Esto creó tensiones. Ahora se discute gratuidad porque es más fácil. El tema de cómo mejorar la calidad es un tema muy complejo.
¿Es más fácil para los políticos prometer gratuidad antes que calidad, ya que lo primero es más visible en el corto plazo y con ello se logra réditos políticos?
-Hay algo de eso. Uno ve el beneficio inmediato si se implementa la gratuidad. Mientras que la calidad tiene varias dificultades, entre ellas, como se percibe la calidad. El tema principal es cómo se enfrenta un mundo en que cada cierto tiempo aparecen problemas desconocidos. Y esto es lo que se debe empezar a enseñar desde la educación básica, que se enseñe a pensar, que los niños y jóvenes tengan pensamiento crítico, y lo otro es la creatividad.
¿Se puede avanzar en calidad y gratuidad a la misma vez?
-Los estudiantes universitarios han dicho que la gratuidad es el mecanismo para mejorar la calidad, pero eso no tiene nada que ver. La calidad se relaciona con lo que pasa en la sala de clases. Y si los estudiantes pagaron o no, da un poco lo mismo, porque como hemos visto tanto los colegios públicos como privados estamos distantes de lo que pasa en otros países.
¿Por qué cree que este tema no está relevado en las candidaturas presidenciales?
-Aquí no crucificaría a los candidatos, sino a mis colegas académicos de por qué no están planteando este tema en todo el ámbito universitario. Los candidatos responder a las propuestas de la sociedad. Acá hay una responsabilidad del mundo académico de no tener la claridad para poner estos temas en el debate público. El tema hoy sigue en si se avanza o no al 60% o 70% de gratuidad en la educación superior, pero eso no resolverá los problemas de fondo de la educación escolar en Chile.