Camine por los portones de Los Pinos, la residencia oficial de México, y verá un estilo de energía que ha estado ausente por muchos años. Hay guardaespaldas correteando por el lugar y trabajadores convirtiendo el grandioso edificio que en 2000 fue entregado a oficinas y que ahora volverá a convertirse en el hogar del presidente.
Hay pocas dudas de que Enrique Peña Nieto, el nuevo presidente de México, tiene la intención de restaurar el antiguo glamour de Los Pinos. Peña Nieto está impulsando una reforma constitucional a medida que intenta abrir el sector energético estatal a la inversión privada.
En su primera entrevista con la prensa internacional desde que asumió el cargo el 1 de diciembre, dijo a Financial Times que no privatizará Pemex, la empresa petrolera estatal. Sin embargo, dijo que estaba decidido a utilizar inversión privada en el sector energético de México altamente protegido para impulsar un desarrollo más amplio.
“Si esperamos a que Pemex por sí solo tenga una mayor capacidad [para extraer petróleo y gas], creo que sería posponer lo que hoy representa una gran oportunidad de crecimiento y mayor desarrollo”, dijo.
Uno de los 10 mayores productores de petróleo del mundo, con el monopolio de los envidiables recursos del país en aguas profundas, Pemex ha luchado por aumentar la producción en los últimos ocho años, debido a la falta de inversión y tecnología extranjera.
Se espera que el crecimiento económico de México alcance hasta un 4% este año, a medida que se impulsen las exportaciones de manufacturas y la demanda interna. El mercado de valores alcanzó un máximo histórico esta semana.
Peña Nieto dijo que la propuesta de reforma podría ser enviada al congreso en el primer semestre de 2013, y aprobada antes de fin de año. “Se trata de dar espacio para que el sector privado participe con la idea de fortalecer la capacidad del estado mexicano”, dijo.
La reforma constitucional podría resultar polémica en México, donde todos los años escolares celebran la decisión de 1938 de nacionalizar una industria que continúa proporcionando una tercera parte de los ingresos del gobierno. Pero el ex gobernador de estado tiene que abordar el problema de una contracción de la producción de Pemex, que se ha reducido en alrededor de una cuarta parte desde 2004 a unos 2,6 millones de barriles diarios.
Durante décadas, a algunas de las compañías más grandes de petróleo del mundo se les ha negado el acceso a los recursos de México debido a que la Constitución otorga la exclusividad del estado sobre todas “las actividades de la industria del petróleo”.
Rex Tillerson, director ejecutivo de ExxonMobil, dijo en junio que el mayor productor mundial de petróleo por capitalización bursátil ya estaba trabajando con Pemex en estudios conjuntos “para que podamos llegar a conocernos unos a otros”. Pero agregó: “Va a ser un proceso largo... Y si el siguiente paso proporciona una vía para que ExxonMobil participe, lo haremos”.
Los comentarios de Peña Nieto llegan en momentos en que el creciente interés de los inversionistas en México han ayudado a la segunda mayor economía de América Latina a emerger como potencialmente la estrella más brillante de la región.
Sus comentarios pueden ayudar a disipar la preocupación de los inversionistas generada por el “Pacto por México”, un documento de 34 páginas firmado recientemente por todos los partidos políticos principales que indican que tanto las reservas del país como Pemex quedarían en manos del estado.
Peña Nieto se negó a dar más detalles sobre la propuesta y destacó que no estaba pensando en la privatización, pero dijo: “Yo estoy a favor de una reforma constitucional, esa es mi intención, sobre todo para dar mayor certeza y seguridad jurídica a esta proposición de realmente favorecer la participación del sector privado”.
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