Seis años después de un descubrimiento petrolero que prometió transformar Brasil, la política energética de la nación está en un caos. Para los inversionistas que compraron acciones de Petrobras, la petrolera estatal, en 2010 como parte de su oferta de acciones por US$70.000 millones -la mayor emisión del mundo, gran parte de ese dinero se ha ido.

Desde enero de 2011, la división de refinería de Petrobras registró una pérdida de 39.700 millones de reales (US$18.300 millones), equivalente al PIB de Honduras. Financia los subsidios de facto del país, que aprovechan motoristas, la industria y cualquiera con un generador.

Este es el aspecto más tóxico de la creciente intervención estatal en la industria, que, según los inversionistas, es responsable de destruir más de US$200.000 millones del valor de Petrobras desde 2009, convirtiendo una de las mayores esperanzas de Brasil para su crecimiento a futuro en una bomba de tiempo financiera.

"El gobierno ha estado estrangulando la capacidad de la empresa en un momento en que más necesita dinero", dijo Adilson de Oliveira, profesor de la Universidad Federal de Rio de Janeiro. "Que el gobierno admita que ha cometido errores no será fácil", agregó.

Los inversionistas, hechizados por las vastas reservas de la empresa en el exterior, todavía seguirán probando su suerte con Petrobras. Seguros de que los controladores estatales de Petrobras no llegarán a un punto de quiebre, las acciones se han recuperado 20% desde un mínimo de ocho años en julio.

Sin embargo, como quedó demostrado en la decisión de Moody's de este mes, de rebajar la nota de la firma, al gobierno se le acaba el tiempo para cambiar su curso.

Los próximos meses serán cruciales para Petrobras, que será observado por los mercados emergentes como una prueba de si el modelo capitalista estatal adoptado por muchos tras la crisis financiera, es sostenible.

En el segundo trimestre del año pasado, Petrobras registró su primera pérdida trimestral en 13 años, de 1.350 millones de reales. Una fuerte depreciación del real brasileño hundió el valor de su deuda denominada en dólares, elevando los costos de importación.

Maria das Graças Foster, que asumió como CEO en febrero del año pasado, ha buscado tranquilizar a los inversionistas minoritarios, contratando al primer director independiente legítimo de la empresa en abril, e introduciendo un plan agresivo de recortes de gastos, que quiere ahorrar 34.000 millones de reales para 2016.

Sin embargo, estas iniciativas han hecho poco para distraer de los más de US$200.000 millones en valor del accionista, que la asociación de inversionistas de Brasil, Amec, estimó recientemente que se han destruído desde que Petrobras anunció su oferta de acciones en 2009.

Para los inversionistas de Petrobras, el descubrimiento del campo pre-sal ha sido una maldición, no una bendición.

Dado el tamaño de Petrobras, su rentabilidad es claramente un interés del país, dicen los analistas. Si no puede parar de perder dinero, le será más difícil recaudar capital para su plan de inversión a cinco años de US$237.000 millones, un plan que generará crecimiento económico y que creará miles de empleos.

Los miembros del gobernante Partido de los Trabajadores de izquierda ha dado una fuerte respuesta a las críticas, diciendo que el partido "sirve a Brasil, no a los especuladores", como señaló el líder del PT, Wellington Dias, frente al senado en marzo.

Sin embargo, según el profesor Oliveira, el mal resultado de la empresa tomó por sorpresa al PT. "Imaginaron que las empresas internacionales de petróleo estarían desesperadas por llegar a Brasil, pero el mundo cambió desde 2008", dijo. La revolución del gas shale en EEUU, combinada con una promesa de perspectivas de petróleo en México y África, implica que Brasil tendrá que trabajar más para atraer firmas del sector privado.

COPY RIGHT FINANCIAL TIMES

© The Financial Times Ltd, 2011.