Cuando Tony Blair le preguntó por el secreto de la resiliencia de su país, la canciller alemana, Angela Merkel, dijo: "Todavía hacemos cosas". Es una pregunta que a menudo se oye en Estados Unidos por estos días. Sería una exageración decir que Alemania está de moda nuevamente. Hay mucha desaprobación del manejo de Berlín respecto de la crisis de la eurozona. Aún así, cuando se trata del mercado laboral, Estados Unidos está sufriendo de un creciente caso de "envidia alemana", como lo llama un analista.

"La gente continuamente me está preguntando cómo lo hacemos", plantea Eric Spiegel, director ejecutivo de Siemens en EEUU, que tiene la distinción de haber sido citada por Barack Obama en sus últimos dos discursos del Estado de la Unión. Que el presidente de Estados Unidos lo nombre puede sonar trivial, aunque los ejecutivos en competidores como General Electric no lo ven de esa manera. Pero Obama sólo estaba repitiendo lo que ampliamente decían muchos líderes de negocios y sindicalistas en EEUU. "¿Podemos replicar el modelo alemán?", pregunta un senador demócrata.

Como paquete, la respuesta es no. Alemania canaliza casi la mitad de todos los estudiantes de colegio hacia la educación vocacional desde los 16 años. En Estados Unidos eso se vería como algo muy divisivo, incluso anti-estadounidense. Más de 40% de los alemanes se convierte en aprendiz. Sólo 0,3% de la fuerza laboral estadounidense lo hace. Pero con la tasa de participación de EEUU todavía a la baja -el mes pasado otros 496 mil estadounidenses dejaron de buscar empleo- muchos políticos miran a Alemania en busca de respuestas.

Se está transformando en una especie de peregrinación. Rick Snyder, gobernador republicano de Michigan y John Kasich, gobernador republicano de Ohio, recientemente han visitado las academias vocacionales en Alemania.

Mientras más tiempo la recuperación se mantiene débil, más crece la curiosidad. Estados Unidos enfrenta un desajuste entre lo que necesita su mercado laboral y lo que el sistema educativo está produciendo. Hay dos lados de esta paradoja. Primero, EEUU está sub capacitado. Tiene alto desempleo en momentos en que hay 3,5 millones de vacantes de puestos de trabajo, según la Oficina de Estadísticas Laborales. Algunos economistas argumentan que la "brecha de capacidades" de EEUU es imaginaria -una escasez de ingenieros habría mostrado un alza en la inflación salarial, lo cual no ha ocurrido. El costo promedio por hora de un trabajador manufacturero en EEUU es US$32. En Alemania es de US$48. Aún así, los empleadores insisten en la escasez de mano de obra calificada como un problema creciente.

Los estados de EEUU tienden a beneficiarse entre ellos con exenciones tributarias. Esto funciona bien para los casinos. Pero muchos estados, como Michigan y Ohio, se están dando cuenta de que lo que los inversionistas quieren es mano de obra calificada. Según la OCDE, Estados Unidos está último de un total de 29 países en términos de preparación para el trabajo de los desertores de la educación escolar. Y 46% de los que van a la universidad no logran completan su título de cuatro años dentro de seis años. "Obtener una exención tributaria no compensa tener un mal plan de negocios, solo retrasa el dolor", plantea un ejecutivo senior de EEUU en Daimler, el fabricante automotor alemán, que tiene varias plantas en EEUU. "Si se tiene un buen plan, lo que realmente se busca es buen personal".

Segundo, EEUU está sobrecalificado. Casi la mitad de los estadounidenses con un título está en trabajos que no lo requieren, según un estudio del Centro para la Productividad y Asequibilidad Universitaria. Un total de 15% de los taxistas en EEUU tiene un título, por sobre el 1% de 1970. Igualmente, 25% de los vendedores tienen un título, contra 5% en 1970. Solo en la cima del sistema los mercados del trabajo y la educación coinciden bien. Los doctores y posgraduados son la única categoría estadounidense en gozar de crecientes ingresos.

Para una empresa como Siemens, que tiene 60 mil empleados estadounidenses y recientemente reintrodujo el entrenamiento en manufactura en una planta en EEUU, la respuesta es simple. EEUU necesita rejuvenecer sus universidades, que ofrecen títulos vocacionales de dos años pero a menudo carecen de financiamiento. Y debe enamorarse de nuevo con los aprendices. Benjamin Franklin comenzó como aprendiz de imprenta en Boston. Muchos sindicatos estadounidenses, solían capacitar ellos mismos. Quizás debieran recordar su historia.

Mientras, Siemens, se prepara para una nueva mención de Obama. El grupo recientemente registró 2.000 postulaciones para 50 vacantes en Carolina del Norte. Solo 10% aprobó la prueba de aptitud. A un costo de US$165 mil por aprendiz, Siemens está instruyendo a seis desertores del colegio en "mecatrónica", un híbrido entre ingeniería mecánica y ciencias de la informática. La empresa espera que el sistema de aprendizaje tome vuelo en Estados Unidos. Este gradúa a 10 mil personas al año en Alemania. "Hay gran potencial de volver a tener la manufactura en EEUU", plantea Spiegel.

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